“¿Sabés que sí?”, dice y la emoción invade su cuerpo. Se nota en sus ojos, en el nudo en la garganta y la sonrisa que rodea toda su cara. Por un segundo, Lucas Kamann vuelve a la Secundaria en Río Gallegos y aquel día que vio por primera vez a Fausto Bounine, aquel chico con silla de ruedas con el que cursó la secundaria, se hizo su amigo y hoy es su compadre, gracias al padrinazgo de Iana, su segunda hija. 

A la distancia y ante la consulta, Lucas admite que Fausto influyó en su camino recorrido, quizás porque le enseñó muchas cosas que luego aplicó en su carrera como docente y entrenador de personas que conviven con alguna discapacidad. 

“Lo conocí en el 99 cuando pasé a la secundaria y ¿sabés que sí?, influyó. Me acuerdo que iba a la tarde e ingresó un chico con silla de ruedas”, dice y sonríe. “Es mi compadre, es un amigo, un hermano. Cuando entró a la escuela era todo nuevo para nosotros, pero yo siempre lo traté como a uno más. Lo llevaba, le hacíamos jodas porque también se las mandaba. Era tremendo… Siempre decía ‘¿a quién le van a creer? Me van a creer a mí, a vos no te van a creer nunca’. Entonces era un sátrapa y se la devolvíamos, y así surgió una amistad muy linda que continúa hasta el día de hoy”.

Junto a Fausto Bounine, su compadre y amigo, quien le mostró por primera vez el camino de la inclusión.

Cuando lo cuenta Lucas sonríe y recuerda. Casualidades de la vida, Fausto tiene mielomeningocele, la misma patología de Brian (25), el adolescente que el entrenador acompaña hace años y quien de alguna forma es el impulsor de esta historia. 

Es que, la primera vez que vi a Lucas fue en la costanera de Rada Tilly. Era una tarde de sol ideal para entrenar contemplando el mar y él acompañaba al joven. Me llamó la atención el vehículo que usaban y su buena onda. Pero no imaginé que sería un rasgo distintivo suyo. 

Luego, a lo largo de los años, en varias oportunidades crucé a Lucas y la imagen se repitió elocuentemente, tanto en una carrera en la villa balnearia, subiendo la Rivadavia en la corrida de Crónica o en algún entrenamiento callejero de los tantos que hacen. Así, ¿cómo no querer entrevistar al docente y entrenador que trabaja la inclusión desde la discapacidad?

Lucas junto a Brian en la llegada a la meta de una de las tantas competencias en las que participaron.

UNA VIDA DEDICADA A LA EDUCACIÓN INCLUSIVA

“Mi vida pasó por todas las escuelas especiales de Comodoro”, dice Lucas al introducirse en su historia. “Soy de Río Gallegos, pero en 2001 vine a estudiar a Comodoro. Egresé en el 2004 y un año antes ya empecé a conocer la parte de educación física y discapacidad que todavía no estaba muy integrada como está ahora”.

Al repasar sus inicios, Lucas recuerda a Perico Peñaloza y Diego Taborda, dos personas fundamentales en su desarrollo como docente. También a Liliana Colla, Martín Bazán, Facundo Gutiérrez, Silvana Carballo, Yanina Baliente y Pablo Lara.

“Ellos son profesores referentes míos que me enseñaron muchísimo y que también me formaron como persona”, dice con orgullo. “Cuando estaba en el instituto, Perico Peñaloza y Diego Taborda me fueron llevando y guiando. Y en 2005 cuando tuve mi primer cargo en una escuela especial fue por Liliana Colla. Me acuerdo que fui a Supervisión y Liliana era la supervisora de educación física. Me dijo ‘¿por qué no tomás un cargo?, vos sabés que muy poca gente los toma y quedan sin ocuparse, ¿por qué no probás?, aparte es una suplencia larga. Te va a convenir’, y acepté y empecé en la escuela especial 519”. 

Para Lucas, ingresar a esa institución fue todo un desafío. Cuenta que en los días previos comenzó a leer y prepararse para la primera clase sin saber con qué panorama se iba a encontrar. Sin embargo, todos los libros se cayeron apenas cruzó la puerta. 

“Llegué y era una clase más de educación física, solamente tenía que adaptar algunas cosas. Me tenía que dar cuenta cuáles eran las que no se podían realizar o no se comprendía y cómo llegar a ellos para que puedan comprender una consigna. Entonces primero lo vi como un desafío y después como que tenía que pensar un poquito más. Pero me empezó a gustar y, como yo ya había hecho alguna actividad con Perico y con Diego, me capacité. Justo el instituto hizo una actualización académica de dos años y empecé a incursionar en todo lo que es educación física y deporte para personas con discapacidad”.

En 2001 Lucas vino de Río Gallegos para estudiar el profesorado de Educación Física, sin imaginar que se iba a especializar en el deporte adaptado.

Para Lucas esa primera experiencia fue la puerta de entrada a un mundo de constante aprendizaje. Durante su carrera pasó por cada una de las escuelas especiales de Comodoro: la 514, 515,  519, 521 y hasta hizo el curso de lengua de señas para poder trabajar en la 517. 

En ese trayecto también comenzó a tener sus primeras experiencias como entrenador. De la mano de Perico Peñaloza viajó a sus primeros provinciales. Luego llegaron los Evitas y más tarde los ParaEpade, y cada vez empezaron a llegar más llamados. 

“Empecé a llevar chicos a competencias y estar a cargo de delegaciones. Empecé a conocer gente de Trelew como Martín Bazán, Facundo Gutiérrez; gente de Esquel como Silvina Valiente, Madryn como Silvana Carballo, que son profes referentes míos que me enseñaron muchísimo. Yanina, Pablo Lara en Esquel, gente que fue muy importante para mí porque me formaron como persona. También comencé con la Selección de Atletismo de la provincia en ParaEpade y Araucanía y, la verdad, que fue un mundo”.

Lucas fue entrenador de la Selección de Atletismo de Chubut hasta 2021.

Estaba en ese mundo de competencias y deporte adaptado cuando conoció a Brian, de quien hace un par de años se convirtió en su entrenador personal. “Hace casi 9 o 10 años que estoy con él. Hemos corrido varias carreras juntos. Lo conocí de rebote. Yo trabajaba en Capsa para Fundación Diadema y un día fui a Rada Tilly a ver a Nacho Barreto para que me prestaran el camping y me dice, ‘¿Sabías que hay un pibe que hace atletismo?, la mamá trabaja en el kiosquito amarillo, ahí sobre la Asfaltada’. Fui hasta el negocio, entré y me presenté. Le digo ‘yo trabajo con personas con discapacidad, ¿Te interesa que Brian pueda participar de los Juegos Evita?”.

Ese año, Brian finalmente participó de los Juegos Evita junto a su hermana y su entrenador Ricardo Rodríguez. Su primera y última vez, por la edad, pero el inicio de un camino por diferentes competencias.

Luego lo llevé a los Epade y empezamos a tener una linda relación, y cuando pasó la edad empecé a estar como entrenador personal de él y empezamos a participar en distintas competiciones de la ciudad y la zona. Ahora tenemos que poner manos a la obra para la competencia fundamental, que es Crónica. Brian ya corrió en promocional, el circuito de mujeres y dos veces hizo el recorrido general”.

En cada competencia, Lucas acompaña a Brian a su lado, aunque con su nueva bicicleta cada vez se hace más difícil escoltarlo. “Ya no puedo correr a la par. Hay momentos en que va a 40 kilómetros de velocidad, pero la idea es acompañarlo y después seguirlo en bicicleta”, dice sobre este nuevo presente. 

Lucas junto a Brian previo a una competencia.

Hace un tiempo, el entrenador se dedica casi exclusivamente a Brian al hablar de deporte inclusivo. En paralelo, ocupa cargos docentes en el Colegio Domingo Savio, la 133, San José Obrero, donde da un taller de Natación, el colegio 797 y el profesorado de Educación Física, donde brinda un taller de atletismo. Además, continúa ligado a la enseñanza inclusiva a través de Fundación Crecer, la entidad donde participa del taller de Radio que tienen los chicos. SIn embargo, ya no forma parte del Selección de Atletismo de Chubut. 

En 2021 no le renovaron el cargo luego de cuestionar la organización de Chubut Deportes en cuanto a acompañamiento. Es que como dice, “la falta de respeto al atleta en comida, transporte o indumentaria, no debe ser aceptada" y lo hizo notar.

Por muchos años Lucas formó parte de la Selección de Atletismo de Chubut.

Pero todo este recorrido para Lucas no es casualidad, sino fruto del trabajo y el lugar que debía ocupar. “Uno va trabajando en silencio y se van dando las cosas solas, pero yo creo que cada uno viene al mundo con una misión. Creo que la mía fue trabajar y realizar el deporte para personas con discapacidad, porque esto es hermoso; el profe es una persona que transmite mucha confianza. Y lo más lindo es el abrazo que te dan y lo importante que sos para ellos y cómo te hacen partícipe de los logros. A eso es a lo que voy con mi profesión también, que los chicos se den cuenta de todo el potencial que tienen, porque una discapacidad no es condicionante para no poder hacer algo”, sentencia el docente que trabaja la inclusión desde el deporte, toda una filosofía de vida.

Lucas también trabaja con Fundación Crecer. Con los chicos realiza un taller de radio que en pandemia salió por WhatsApp.
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