“Uno no sabe lo que es tener un bebé prematuro hasta que lo pasa”, dice Agustina a ADNSUR. “Porque algunos tienen la posibilidad de tener un bebé prematuro pero están dos días o a lo sumo una semana. En mi caso no fue así, en mi caso fue un bebé que no sabía si al otro día iba a vivir o qué le iba a pasar. Fue muy feo, por eso no quería despegarme de él, porque el peso que tenía no ayudaba y encima no podía tocarlo”.

Agustina Maldonao tiene 21 años, es de Comodoro y aún recuerda ese día que recién pudo tocar a su bebé. Habían pasado dos semanas y ella lo cuidó como pudo, hablándole, cantándole, hablándole a Dios y haciendo sentir su presencia al otro lado de la incubadora. 

Abner Xavier nació en forma prematura con sólo 26 semanas de gestación y 910 gramos de peso. Sin embargo, salió adelante y hoy celebra la vida. El pequeño es hijo de Agustina y Emiliano Xavier Moreno. Vive en Kilómetro 8 y es el segundo hermanito de esta joven pareja.

Cuenta su madre que fue buscado, querían que sus hijos se lleven dos años de diferencia como ella con su hermano. Un test confirmó su llegada y un control ginecológico ratificó que todo venía viento en popa. Sin embargo, todo se dilató y una inesperada visita al Hospital Regional terminó en su nacimiento. 

Abner junto a sus padres y su hermanito.

“No nació porque no me haya cuidado o haya sido riesgoso el embarazo. Simplemente quiso salir, fue todo inesperado”, cuenta Agustina al recordar su historia. “Mi cuñada estaba embarazada y el bebé estaba a término. Y un día ella fue al Hospital y yo me colé en el auto. Tenía flujos y me llamaba la atención que tenía demasiado. Entonces fui con ellos a pedir una medicación, pero me terminé quedando y ella se fue”.

Agustina cuenta que esa tarde le dijeron que estaba dilatando. Había perdido el tapón mucoso y era necesario evaluar cómo venía el bebé. Estuvo unos días en el Hospital Regional internada en el área de Ginecología. Le iban a dar el alta. Sin embargo, esa madrugada antes de irse, Abner llegó al mundo. “Nació a las 6 de la mañana. Empecé a tener contracciones, llamé a la enfermera y casi que nació en ginecología. Apenas me pusieron en la camilla nació. Fue rapidísimo todo”, recuerda. 

Agustina ni siquiera pudo ver a su bebé. El pequeño nació en forma prematura y tuvo que ser trasladado de urgencia a Neonatología Infantil. La madre, en tanto, volvió a sala y recién a las 6 de la tarde pudo ver a su pequeño a través de un vidrio. 

A la distancia se la escucha tranquila pero admite que tuvo mucho miedo. “Sabía que era muy chiquito y que podía ser muy riesgoso todo su proceso, y realmente lo fue. Me acuerdo que el doctor me dijo que podía tener 72 horas muy riesgosas donde podía pasar cualquier cosa”.

Agustina y aquellos primeros contactos con su bebé.

Mientras habla, Melisa Ferrer (41) mira a Agustina con una tierna sonrisa. La enfermera que desde 2008 forma parte del staff de Neonatología del Hospital Regional fue la persona que la contuvo todo el tiempo, inclusive le regaló el primer conjuntito para Abner, el mismo que hoy lleva puesto y que le queda como pintado, recién a sus 10 meses de vida. 

Melisa recuerda cada instante del proceso de Abner y Agustina, y cuando mira al bebé no lo puede creer. “Un bebé prematuro es cuando nacen antes de las 37 semanas y Abner nació con 26 semanas”, dice con orgullo. “Uno agarra un libro y dice que es un recién nacido maduro. Es así, tal cual, porque recién a las 28 semanas empiezan a desarrollar todo su campo pulmonar y en el caso de él nació con 26, pero bueno, acá está. Esto es maravilloso porque antes no se pensaba que un bebé a las 26 semanas de edad gestacional pudiera tener la sobrevida que hoy tienen y ver que está en estas condiciones es algo muy lindo, porque la realidad de los prematuros es que el camino es largo y no es que una vez que crecieron y llegaron a los 2 kilos se terminó. Es todo a paso lento y los cuidados después siguen afuera viendo su desarrollo evolutivo, diferente al que tienen otros niños”. 

Lo cierto es que el camino para Agustina y Abner no fue nada fácil. Esas primeras dos semanas fueron las más largas de su vida. No se podían tocar, abrazar, ni sentir el contacto piel a piel. Sin embargo, una mañana, una enfermera dijo unas palabras que Agustina no olvida: “Agarralo porque está inquieto”. 

“Yo me acuerdo que me largué a llorar, metí mi mano. Pensaba ‘si le hubiese pasado algo por lo menos lo agarré una vez en mis brazos’. No me olvido más”.

La joven madre cuenta que durante 97 días, el tiempo que duró su internación con todo el proceso, se la pasó llorando al lado de la incubadora. “Hablaba con Dios, hablaba con él, le cantaba porque en la panza igual le cantaba, y como estaba solita y no me veía nadie me la pasaba llorando”.

Abner en su primer baño cuando aún estaba internado en Neo.

El camino fue un sube y baja de emociones. Un día de felicidad y otro de tristeza. Es como su hermana decía: un día venía con una buena noticia y felicidad, como cuando el pequeño pasó a sala intermedia, y otro día era todo tristeza, como aquella vez que le dijeron que podía quedar ciego. 

Producto de ese diagnóstico, Agustina y Abner tuvieron que ser derivados a Bahía Blanca, donde el pequeño fue sometido a una operación láser para evitar que pierda la vista.

Fue un momento duro, donde sintió que lo perdía producto de una descompensación en medio de la cirugía. Sin embargo, el pequeño aguantó y salió adelante. 

Abner junto a Emiliano, su papá, cuando aún estaba internado.

En su regreso a Comodoro, ambos continuaron la internación en Clínica del Valle hasta que el día 97, Agustina recibió la noticia que tanto esperaba: Abner iba a ser dado de alta.

“Fue algo emocionante pero no le quise contar a nadie”. Cuando salimos, guardé sus cosas, fueron lágrimas de ver cómo lo podía vestir con su ropa, ver cómo todo le quedaba gigante. Me acuerdo que me tomé un uber, le pedí a mi hermana si me podía pagar porque justo no tenía carga. Ella pensaba que iba sola pero estaba con el bebé. Todos lloraron mucho, somos una familia muy unida, entonces el proceso que pasaba ellos lo llevaron conmigo, así que fue una felicidad tremenda”.

Agustina cuenta que ese día se acordó de Melisa. Cuando le dieron la noticia del alta quería llorar pero no sentía que tenía la confianza suficiente que había desarrollado con aquella enfermera que le regaló el primer conjuntito a su hijo.

Así, hoy, en su primera Semana del Prematuro, no escatima palabras a pesar que quiere evitar el llanto. “Meli fue la primera persona que yo conocí en la entrada de Neo y estuvo en el peor momento. Quizás en su momento recibí comentarios que me bajoneaban, pero la que estuvo soportando mi llanto, dándome consejos, fue ella. Estoy totalmente agradecida. Si le pregunta a mi familia todos saben quién es Meli, porque les hablo de ella a todos. Estoy muy agradecida, también por el cariño que me dio”.

Melisa junto Agustina y Abner.

Meli la escucha y no puede evitar las lágrimas. Se emociona, le agradece con un gesto y valora su rol de madre. 

“La contención te da fuerzas para estar acá, porque ellas dejan todo para su todo. Su familia, sus actividades, su otro hijo, y no faltaste un día y eso es lo más maravilloso. La verdad es que estaba las 24 horas. Fue una mamá re presente y eso es lo que le decimos a todas las mamás: ‘una mamá que está con su bebé es un bebé que sale adelante’. Aparte no es solo el amor que uno le puede dar o el cuidado que una enfermera de neonatología da, es el amor de la mamá. Conoce tu voz, conoce tu olor, así que eso es maravilloso. Y él esperaba por ese Copap en cada control”.

“Ese es el lema de este año, que los padres sean parte del equipo, su ingreso tiene que ser irrestricto, que ellos sean parte de que salgan adelante, y la verdad es que sí, es emotivo porque verlo crecer es impresionante, ver a ella relajada es muy lindo porque uno carga con todo eso. Es una linda semana”.

Abner mira la escena. Quizás no entiende, quizás sí, pero una sonrisa suya lo dice todo, es su gesto de vida y felicidad, su pequeña palabra de que todo va bien, el pequeño prematuro sigue creciendo.

Meli junto a Abner 10 meses después de su nacimiento.
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