Al margen este del Colhué Huapi a Oscar García le cambió la vida. Quizás nunca lo pensó, quizás sí, pero lo cierto es que esa tarde en que se le encajó la Chevrolet Apache 4x4 por tratar de hacer su propia travesía, encontró un hobby que lo llevó a recorrer diferentes lugares, desde montar su propia colección, que hoy forma parte del patrimonio histórico y cultural de Rada Tilly, a escribir un libro que tuvo siete ediciones y tener su propio programa de radio. 

Oscar es bonaerense de nacimiento pero patagónico por adopción y crianza. Nació en Buenos Aires, pero a los 6 años vino con su familia a vivir a Comodoro Rivadavia, aquel pueblo en el que unos años antes había estado su papá trabajando para YPF, en la década del 20. 

En esta ciudad creció, estudió y comenzó su vida laboral en el yacimiento Cerro Dragón, donde comenzó su historia con las flechas, aquel día que quedó encajado.

“Yo trabajaba en Cerro Dragón, había hecho un curso de inglés y cuando llegaron las compañías extranjeras en la época de Frondizi, comencé a trabajar en una empresa dentro del yacimiento", cuenta a ADNSUR al relatar su historia. "Vivíamos adentro del yacimiento y a veces durante el día no sabíamos que hacer: Y un día, queriendo hacer una travesía con la camioneta, porque competíamos a ver quién hacía la cosa más osada, me fui hasta el Colhué Huapi que estaba bastante seco. Me parecía una buena aventura entrar al yacimiento Las Flores, entrar al lecho seco del lago y salir por donde nacía el Río Chico. Eran 20 kilómetros de arenales, una linda hazaña, pero bajé y a mitad de camino la camioneta dijo basta, hasta acá nomás. Por suerte pude hablar por radio, y mientras esperaba que me vayan a buscar empecé a caminar y me encontré con un antiguo picadero indígena”, recuerda.

Por entonces, Oscar no sabía que ese lugar era un picadero de flechas. Lo iba a descubrir con el tiempo. Sin embargo, esa flechas y esas boleadoras que encontró despertaron su curiosidad. Sin saber del todo su origen, decidió levantarlas, llevarlas e indagar sobre ellas y la forma en que llegaron ahí. Estaba haciendo las primeras prácticas de un hobby que aún mantiene. 

Desde entonces cada vez que tenía un tiempo libre, Oscar volvía a la zona a buscar más flechas incluso con otra personas. Su curiosidad lo llevó a saber que eran objetos tehuelches que habían quedado en picaderos donde alguna vez estuvo una comunidad, quizás de paso entre el invierno y el verano.

Parte de la colección de Oscar.

DEL PETRÓLEO AL CAMPO

Durante cuatro años Oscar trabajó en el petróleo, hasta que un día su hermano lo invitó a que se asociara a la empresa en la que trabajaba: Frigorífico San Jorge. 

La empresa se dedicaba a faenar corderos para exportación. Su hermano era el encargado de la planta y él se abocaba a recorrer los campos patagónicos, comprando ovinos para que no falten animales.

“Se faenaban 1000 animales por día, de manera que a la planta no le tenían que faltar animales, porque si faenábamos 800, teníamos menos cantidad pero los gastos eran los mismos”, recuerda.

Durante más de 20 años, Oscar se dedicó a la búsqueda de animales por los campos de la Patagonia. Su trabajo lo acercó aún más a su hobby, ya que lo llevó a conocer diferentes establecimientos de la zona.

“El cambio de trabajo me dio más amplitud. No puedo decir que conozco todas las estancias porque son muchas, pero conozco la mayoría. Me acuerdo que iba a estancias y veía alguna laguna seca y encontraba piezas. En ese tiempo la gente no le hacía demasiado caso a esas cosas, así que decidí buscar y conservar, porque muchos dicen que no hay que levantarla, pero una pieza tan delicada se hecha a perder con el pisoteo de la hacienda”.

Cuando se dio cuenta, Oscar ya estaba inmerso en su propio hobby y tenía su propia colección. Cómo sabía que era patrimonio histórico, decidió declararla ante el Estado, y así, su colección quedó adscripta al Museo de Rada Tilly, donde hay algunas flechas y boleadoras. 

Lo cierto es que el living de su casa es su propio museo, el lugar a donde a veces llegan visitantes para conocer un poco más de la historia tehuelche

Hace pocos días, los chicos de una escuela primaria estuvieron allí, preguntando e indagando sobre la vida de los pueblos que le dieron origen a estas tierras. 

“No sabés cómo preguntan, cómo les interesa el tema, y yo con eso me entretengo", dice con alegría y continúa: "los chicos están muy compenetrados de que acá vivieron indígenas. Quieren saber cómo vivieron, que hacían y la verdad que es algo fantástico como esa gente pudo habituarse a vivir en un clima tan inhóspito como este, cómo hacían el fuego, que comían, y el desarrollo corporal que tenían, que dejaba admirado a todo aquel que pasaba por la Patagonia. Porque las expediciones hablaban del gigante de la Patagonia”.

Oscar junto a un cartel que le regalaron los chicos de la última escuela que lo visitó

Oscar sabe de lo que habla. Más allá de la flecha y las boleadoras, durante gran parte de su vida se dedicó a estudiar la vida tehuelche en la región y su vínculo con los españoles. Incluso junto a Guillermo, uno de sus tres hijos, tuvo un programa de Radio, denominado “Rastro Tehuelche”, y también escribió su propio libro: “Por los picaderos de la Patagonia”, en el cual narra parte de sus memorias y explaya su conocimiento sobre el tema. 

Por estos días, ya no junta flechas. Con 90 años se dedica a admirarlas y a transmitir su conocimiento cada vez que le preguntan, pero por supuesto, así como el fotógrafo siempre mira pensando el encuadre, su ojo nunca deja de mirar donde puede haber una flecha, porque como dice los rastros tehuelches están en todos lados, en aquellos lugares en que los indios pasaron alguna vez y dejaron su huella. 

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