El crimen del empresario inmobiliario Vicente Pejcich que desató la furia de los comodorenses
El empresario Vicente Pejcich fue asesinado a quemarropa en su oficina de calle Sarmiento N° 534 donde funcionaba la Inmobiliaria “Lencinas – Pejcich”. Fue el 9 de diciembre de 1997 cuando un delincuente ingresó con fines de robo, forcejeó con Pejcich y le disparó hiriéndolo de muerte. Inmediatamente comenzó una investigación que determinó que no había sido uno, sino cuatro los delincuentes que participaron del hecho.
La muerte del empresario inmobiliario desató la furia de los comodorenses que rápidamente salieron a las calles a exigir mayor seguridad. Tres años después, se llevó a cabo el juicio y los cuatro imputados fueron absueltos por falta de pruebas.
“Expedientes Comodoro” dialogó con Cristina Pejcich, esposa del empresario asesinado, quien recordó lo que pasó aquella noche de diciembre cuando un llamado teléfono la alertó de la tragedia.
EL LLAMADO QUE NADIE QUIERE RECIBIR
Todas las tardes Cristina pasaba a saludar por la oficina de su esposo que estaba ubicada en pleno centro de la ciudad. Pero eso día decidió ir directamente hacia su casa a preparar la cena para su esposo y sus tres hijos. “Me llaman por teléfono de que habían asaltado la inmobiliaria y que a mi esposo lo habían llevado al hospital. Le habían disparado y estaba herido. Era irreversible porque la bala estaba alojada, entró por el ojo y estuvo unas horitas y falleció”.
Según las crónicas de la época, esa tarde Vicente Pejcic estaba en la inmobiliaria pagándole a un pintor por sus servicios prestados cuando uno de los delincuentes ingresó con fines de robo. “Creo que mi marido forcejeó con él y cayó en el pasillo de la inmobiliaria. Su socio estaba en la otra habitación de la inmobiliaria con otra persona, cuando escuchó ya había pasado todo y la persona escapó”, recuerda Cristina.
LA INVESTIGACIÓN
Comenzó una investigación que determinó que habían sido cuatro los que participaron del hecho. Uno había ingresado a las oficinas, pero tres asistían como “campana” desde afuera. Todos fueron detenidos: Samuel Florentino Gutiérrez, Javier Centeno, “Fatiga” (menor de edad) y Luís Aguilar y todos tenían antecedentes por hechos delictivos.
Cristina habla de ellos con nombre y apellido, sin rencor ni odio. Solo con la resignación de quien perdió a un ser amado de una manera trágica. Cuenta que algunos de los delincuentes ya fallecieron y que en la actualidad solo está con vida Aguilante de quien no tuvo más noticias. “Tuve la oportunidad de hablar con ellos en el momento del juicio. No puedo odiarlos. Solo les dije que tenían que arrepentirse de lo que hicieron, que tenían que cambiar su vida. Se lo dije a Fatiga y a Centeno. “Son chicos jóvenes, no malgasten su vida. No dijeron nada. Me miraron y se fueron”.
EL PERDÓN
Cristina tiene la fortaleza que le da haberse encomendado a Dios, supo perdonar y –atravesada por el dolor- logró continuar con su vida, entregada al cuidado de sus hijos.
Durante mucho tiempo, junto a su esposo participó de distintos grupos y actividades de la iglesia, paradójicamente, acompañando desde la fe a quienes habían perdido algún familiar. Es que Vicente y Cristina venían de perder a uno de sus hijos, quien con 16 años falleció producto de un accidente.
“Muy difícil. Muy duro, Cada día era una cosa distinta, solucionar problemas. No seguí con la inmobiliaria. Dios me dio realmente la fuerza para seguir. Yo creo que la fe en estos momentos es lo único que nos mantiene firmes para poder seguir.
Yo tenía 15 años cuando empecé a salir con mi marido, me casé cuando tenía 20, era muy trabajador, muy padre de familia, compañero. Una familia linda que hemos formado, con lindos hijos y lindos nietos”, dice Cristina.
LA FURIA DE LOS COMODORENSES
Ese año, 1997, hubo 13 homicidios en la ciudad. Si bien las estadísticas indican que fueron cuatro menos que el año anterior, la característica distintiva es que fueron más violentos y crueles.
Por esta razón, tras el homicidio de Pejcic la Cámara de Comercio de la ciudad se puso a la cabeza de la organización de una marcha que llamaron “por la vida y la solidaridad con el dolor”. Sin banderas políticas ni sindicales. El 13 de diciembre de 1997 unas 300 personas se movilizaron por el centro de la ciudad, desde la costanera hasta el obispado. La consigna: el repudio masivo por la ola de crímenes en la ciudad. Se realizaron gestiones con las empresas de transporte para el traslado de vecinos desde los barrios al punto de partida de la movilización.
TREINTA MESES DE ESPERA
Pasaron 30 meses desde el homicidio de Pejcich hasta el juicio a los acusados. Su hijo, Cristian Pejcich, dijo que “las pruebas no estaban colectadas para poder ordenar antes la detención de las personas. Fue mucho tiempo de espera, la ansiedad que se logre dar con el paradero de los autores del hecho.
Gutiérrez, Centeno, “Fatiga” (menor de edad) y Aguilar estuvieron detenidos cerca de 20 meses pero la justicia dictaminó que quedaran absueltos por falta de pruebas. Actualmente solo uno de ellos está con vida. “Al poco tiempo que quedaron en libertad Aguilante pasaba bastante seguido por acá, por la casa. Nos pedía perdón, que lamentaba lo que había pasado pero que él no tenía nada que ver. No sentimos temor, simplemente uno es indiferente con esa persona. No buscábamos confrontar. Es como que más allá de que hayan salido absueltos era importante poner un cierre a toda la historia. Nosotros somos una familia creyente y pusimos todo en manos de la justicia divina. Nos quitaron una parte importante de nuestra vida, pero la vida continúa, hay que seguir por uno mismo, por la familia y eso fue lo que hicimos. Seguir adelante” dice su hijo.
Cristina, en tanto siente que “uno no tiene que olvidarse del muerto, el muerto no está físicamente, pero esta espiritualmente y nos siguen acompañando desde el lugar que están y ellos también nos dan la fuerza para seguir. Creo que es importante recordarlos, porque fueron parte de nuestra vida, hasta que Dios disponga volver a re encontrarnos”