La historia de amor de Marcos Acuña y su esposa: nacieron en la misma ciudad patagónica pero los unió el futbol a más de 1000 km
Nacidos y criados en la misma ciudad de Zapala, en la Patagonia argentina, Marcos y Julia nunca se cruzaron hasta que el destino los unió a kilómetros de su hogar. Su historia de amor, que los llevó a formar una familia y a que Acuña se convierta en el flamante refuerzo de River Plate, es una muestra de cómo el azar y la voluntad pueden tejer los hilos de una relación.
Zapala es una ciudad de apenas 35 mil habitantes en la Patagonia argentina, donde todos se conocen o al menos se cruzan por las calles. Sin embargo, los caminos de Marcos Acuña, el volante que se convirtió en héroe de la selección argentina en el último Mundial, y Julia Silva nunca se cruzaron allí. Oriundos de la misma localidad, separados por apenas unas cuadras y unos pocos años, estos dos jóvenes patagónicos estaban destinados a encontrarse, pero no sería en su tierra natal.
Fue en Buenos Aires, a más de 1300 kilómetros de distancia, donde sus vidas se entrelazaron. Según contó Infobae, Marcos llegó a la capital para seguir su sueño de ser futbolista y fue en Ferro Carril Oeste, el club donde entrenaba, donde finalmente se encontraron.
"Me habían dicho que había un chico de Zapala en Inferiores, pero no lo conocía. Cuando lo vi, quise acercarme. Él es tímido, así que tuve que tomar la iniciativa", recordó Julia, que en ese entonces era socia e hincha de Ferro. Con la determinación de quien siente que algo importante está por suceder, ella se propuso conocer a ese joven de su misma ciudad.
Marcos, por su parte, tenía la mirada fijada en su objetivo de debutar en Primera División. Nunca imaginó que, a cientos de kilómetros de su tierra, una chica de Zapala aparecería para cambiarle la vida. "Cuando nos cruzamos, fue como si nos conociéramos de toda la vida", contó Julia sobre ese primer encuentro.
Fue en la Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito, donde Marcos y Julia se sentaron a tomar unos mates y dejaron que la conversación fluyera. "Desde esa primera salida no nos separamos más", reveló ella, consciente de que ese día al sol había marcado el inicio de una historia de amor que los llevaría por todo el mundo.
En septiembre de 2011, a pocos meses de haberse conocido, la pareja ya sentía que lo suyo iba en serio. La conexión era profunda y natural, como si esos años de no haberse cruzado en Zapala fueran compensados ahora por la cercanía inmediata. En 2014 dieron un paso definitivo: la convivencia. Ese año llegó Mora, la primera hija de Marcos y Julia.
La carrera de Acuña avanzaba a pasos agigantados. Su talento y disciplina lo llevaron a ser convocado a la selección argentina, lo que significó viajes, nuevos desafíos y, eventualmente, la oportunidad de jugar en Europa, primero en el Sporting de Lisboa y luego en el Sevilla de España. La familia siguió creciendo, con la llegada de Benjamín y Martina.
Según contaron ellos, la dinámica entre Marcos y Julia se basa en un delicado equilibrio entre dos personalidades opuestas que, de algún modo, encajan a la perfección. "Él es muy tímido y callado, siempre fue así, pero yo hablo hasta por los codos. A veces me tiene que pedir que lo deje meter un bocadillo", comentó ella con humor.
A pesar de la exposición mediática que vino con la carrera de Marcos, la pareja ha logrado mantenerse unida. "Yo lo conocí cuando recién empezaba, cuando ni soñábamos con todo lo que vino después. Para mí sigue siendo el mismo chico que tomaba mates conmigo en la plaza. Eso no va a cambiar", aseguró Julia.
Y ahora, ya consagrado como uno de los mejores volantes de Argentina, Marcos Acuña se convirtió en el flamante refuerzo estrella de River Plate, el club más grande del país. Su historia de amor con Julia, forjada a la distancia y lejos de su Zapala natal, es una muestra de cómo el azar y la voluntad pueden tejer los hilos de una relación que los llevó a conquistar los máximos logros.