Al final de un camino de tierra que serpentea entre puestos de invernada y piedras, Los Bolillos invitan a un mágico viaje en el tiempo. El escenario es de película: el santuario de tótems naturales del norte neuquino esculpido durante miles y miles de años por el gran orfebre, el viento, y su soplido como banda épica de sonido.

Desde una loma en el acceso, la vista es estremecedora: una sucesión de rocas con forma de agujas, conos y domos que viran del rojo al ocre en los tramos que la nieve deja ver. Detrás, los campos de los arrieros y los álamos y pinos que protegen los puestos en el valle del río Varvarco. Más allá, entre las nubes, se recortan los picos nevados de la cordillera bajo el cielo puro de la Patagonia.

Los Bolillos: las esculturas naturales ubicadas en el corazón de la Patagonia

UN VIAJE EN EL TIEMPO

No había señalizaciones ni autos en 1903, cuando el sacerdote Lino del Valle Carvajal partió de Chos Malal con siete mulas y un caballo acompañado por el vecino Olegario Ocampo y sus dos ayudantes. Asombrado por Los Bolillos, en su deliciosa crónica del primer ascenso al Domuyo, los describía así: "Hemos girado un codo del Varvarco hacia el NE y a nuestra derecha hemos divisado un valle encantador y extraño, donde se levantan torres rosadas de diferente grueso y altura. Enderezamos al galope hacia ellas".

"Cuando llegamos al primer grupo, compuesto de veinte conos perfectos, entre grandes y chicos, observo que están formados por cenizas rosadas y moradas, con fragmentos de brekes y carbones volcánicos. Los más altos tienen 15 metros y tres los más bajos. El diámetro del mayor, a la base, es de dos metros. Algunas torres tienen la cúspide del cono emblanquecida por el guano de los ñancos y otras rapaces. Hay otros conos truncados, más bajos, y como si estuvieran cubiertos por un velo blancuzco", continúa el sacerdote en su brillante relato.

LEYENDAS Y MISTERIOS

Por si faltaran detalles, entre Los Monjes —una de las formaciones más imponentes, de unos 15 metros de altura— hay nueve cruces de madera. Los testimonios vinculan el lugar a "la fiebre y la peste", alrededor de 1930. En el mismo sitio fueron enterrados Clara Sotomayor y Zapata, la cautiva que se enamoró del bandolero que la raptó en Chile y la llevó al campamento de los temibles hermanos Pincheira que robaban y mataban en nombre del rey de España.

Los Bolillos: las esculturas naturales ubicadas en el corazón de la Patagonia

La historia de las primeras tumbas se hace leyenda para contar que los espíritus de Clarisa Sotomayor y Zapata salen a pasear al atardecer entre las rocas, iluminados luego en la penumbra por las estrellas y la luna que brillan en la noche del norte de la Patagonia.

CÓMO LLEGAR Y QUÉ HACER 

Si tomamos como referencia Neuquén capital, hay que ir por la ruta nacional 22 hasta Zapala, empalmar con la mítica ruta nacional 40 hasta Chos Malal (podés cargar combustible) y ahí tomar la espectacular ruta provincial 43, pasar por Andacollo (también podés cargar combustible), Villa Nahueve y Las Ovejas, donde termina el asfalto.

 Seguís por el ripio y unos 18 km más adelante, la 43 doblás a la derecha hacia Varvarco y cruzás el río Neuquén por un puente. Desde el pueblo son 15 km más por la misma ruta 43, hasta empalmar con el camino de 4 km hasta Los Bolillos indicado por un cartel.

Google Maps

Además de la visita a Los Bolillos, el norte neuquino ofrece otras atracciones imperdibles como el Cerro Domuyo y los arroyos de aguas termales en Los Tachos. Y a unos 220 km, otro planazo es visitar Copahue y Caviahue, con bosques de araucarias, volcanes, centro termal, centro de esquí y un montón de cascadas.

DÓNDE DORMIR

En el norte neuquino, las Hosterías Los Miches, Huinganco, Varvarco y Las Ovejas siempre son una buena opción para hospedarse. Tienen habitaciones dobles y simples y los precios rondan los $25.000 y $22.000 respectivamente.

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