José Glinski es el Jefe de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, la fuerza de seguridad más nueva del país, que fue creada en 2005 y a la que él ingresó alrededor del 2009. 

En los últimos meses su nombre estuvo involucrado en los temas más resonantes que cruzan a la política con los casos judiciales: Tuvo un rol preponderante en el caso del avión venezolano-iraní que quedó retenido en el aeropuerto de Ezeiza; la PSA es una de las fuerzas que participa en la investigación por el atentado a Cristina Kirchner y, en la última semana, tras la difusión de chats entre jueces y empresarios, el nombre de Glinski volvió a aparecer, porque, según esas conversaciones, los jueces sospechaban del comodorense como el posible soplón que había filtrado la lista de los pasajeros que volaron a Río Negro para pasar un fin de semana en la estancia de Joe Lewis en Lago Escondido. 

Glinski nació en Comodoro Rivadavia en 1980, a fines de los ‘90 se mudó a Buenos Aires y estudió Ciencias Políticas en la UBA. Luego volvió a la provincia, donde se dedicó, en esencia, a tres cosas: aprendió de Seguridad, invirtió en medios y se dedicó a la función pública.  

Tras unos años en la PSA, en 2014 el entonces gobernador Martín Buzzi lo puso al frente del Ministerio de Seguridad y Justicia, pero nunca dejó el cargo en la PSA. Fue una persona clave en la resolución de un fuerte conflicto que había con la policía provincial.

Años más tarde compró una radio, la Cien Punto Uno, al ex Senador Nacional Alfredo Luenzo, que fue el primer director de medios del Grupo Indalo cuando Cristóbal López compró C5N y Radio 10 a Daniel Hadad. Este no es el único vínculo entre Glinski y López. Su gran amigo en el Gobierno de Alberto Fernández es Julián Leunda, el jefe de asesores del Presidente, que renunció la semana que acaba de terminar por haber interactuado con los protagonistas del viaje a Lago Escondido que denunció el propio Fernández en cadena nacional. Leunda trabajó en el Grupo Indalo –como mano derecha de Fabián De Sousa– y es probable que vuelva a ese mismo grupo en las próximas semanas.

Hasta aquí, Glinski ha sabido cultivar relaciones que lo fueron acompañando en su ascendente carrera: Buzzi, Cristóbal López, Luenzo, Leunda, De Sousa, entre otros. Pero tras el desembarco como director de la PSA, esas influencias se multiplicaron. Su nuevo amigo en la política es el ministro Aníbal Fernández –sin olvidar que la ex ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez también lo ayudó en su crecimiento–. Con la ayuda política del actual ministro de Seguridad, la PSA logró un incremento de presupuesto para los próximos años. En el presupuesto 2023 se incorporó la “tasa de seguridad de la aviación” que se cobrará en todos los pasajes de avión que se vendan y que comenzará con un monto fijo de 250 pesos. 

Según el chat de los jueces, el Ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro dijo que la concesión de ese impuesto es un “devolución de cortesía” a la filtración de la lista de pasajeros que habría hecho Glinski. 

“Ahora, por cada vuelo, le pagamos a Glinski para que siga haciendo espionaje”, escribió el juez Penal Económico Pablo Yadarola, quien amenazó con sacar a la PSA de todas sus investigaciones. 

El juez federal Julián Ercolini, también participante de la conversación, contó que ya lo había apartado, es decir que la mera sospecha de los actores del sistema judicial sobre el accionar de Glinski ya estarían marginando a la PSA de investigaciones sensibles.

En la causa por el atentado a Cristina Kirchner, la jueza María Eugenia Capuchetti denunció a la PSA –junto con la Policía Federal– por haber perdido la información del teléfono de Sabbag Montiel, el hombre que intentó matar a CFK.

En los últimos meses, la figura de Glinski comenzó a crecer y figurar más seguido en los diarios. Incluso, hasta se lo mencionó como posible candidato a la Embajada Argentina en Israel. 

Sobre esto último se hacían muchas bromas en el programa de Ernesto Tenembaum en Radio Con Vos, donde trabaja la pareja de Glinski, Tamara Pettinato. Al final no quedó y el cargo fue para Cristina Caamaño, la ex jefa de la AFI. 

Cada ministro de Seguridad suele tener su fuerza de seguridad preferida. Por lo general era la Policía Federal. Con Patricia Bullrich fue la Gendarmería. Y ahora, con Aníbal Fernández, toma vuelo la PSA. Y a Glinski le tocó estar en primera fila, para lo bueno y lo malo. 

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