Llegó la hora de las traiciones: las internas al rojo vivo en la política
Las internas del Gobierno y la oposición están al rojo vivo y las definiciones electorales tendrá beneficiados y perjudicados.
La traición es un tema constante en el mundo de la política. A muy pocos los escandaliza y la mayoría sabe que puede suceder. Los más antiguos dirigentes de Argentina tienen en su haber al menos una traición.
¿Fue una traición a un sector del radicalismo el pacto de Raúl Alfonsín con Carlos Menem? ¿Y el desplazamiento de Eduardo Duhalde por parte de Néstor Kirchner luego de llevarlo a la Presidencia de la Nación? En los últimos años otro caso de traición conocido fue el pase de Miguel Ángel Pichetto del peronismo al macrismo. En su libro “Capitalismo o Pobrismo”, el ex candidato a vicepresidente habla de este tema al que define como “el principal asunto de la política” y pone como ejemplos otros actos de traición que tuvieron un fin virtuoso: “En la historia hay innumerables ejemplos de cómo la traición configura un punto de fractura con el pasado que da a luz grandes acontecimientos. San Martín era un oficial del ejército español. Urquiza en Caseros encabezó un ejército en el que había soldados argentinos, pero también brasileños y uruguayos. La traición de Bruto y los senadores pone punto final a la República y de su puñal nace el imperio romano, el período más importante de Roma, con Augusto como emperador”.
Por estas semanas asistimos a una tensión constante entre los actores de las dos fuerzas más importantes de la política argentina: el Frente de Todos y Juntos Por el Cambio y las traiciones están a la vuelta de la esquina.
En el caso del oficialismo, la descomposición está más avanzada y las discusiones se dan a la vista de todo el mundo y en todos los distritos del país.
El ejemplo más claro es la interna que hay entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner, que tiene diferentes “voceros” para enviar mensajes.
Por el lado del presidente está su ministro de Seguridad Aníbal Fernández, que con su lengua filosa critica a Máximo Kirchner, a La Cámpora en su conjunto y hasta al gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Por el lado del kirchnerismo está Eduardo “Wado” De Pedro, que al mismo tiempo es el ministro del Interior y desde ese lugar lanza sus dardos a Fernández.
“La situación que tenemos hoy es producto de la decisión unipersonal del presidente que nos llevó hasta acá, con su decisión estratégica y lo que nos queda hoy es ir a una elección que haya PASO”, dijo De Pedro esta semana.
A esta altura y tras más de tres años al frente del Poder Ejecutivo, Fernández perdió aquella capacidad de “conformar a todos” que lo había caracterizado en sus años de jefe de Gabinete de Kirchner y al principio de esta gestión.
Ahora sus movimientos conforman a muy pocos. ¿Qué pasaría si Fernández decide respaldar la candidatura de Daniel Scioli? ¿Qué dirá Sergio Massa? ¿Y si Massa decidiera competir? ¿Lo hará con el aval del kirchnerismo? El tiempo ya está corriendo y la fecha límite es el 24 de junio, plazo que puso la Justicia electoral para presentar las candidaturas.
Cualquier decisión que se tome afectará los intereses de cualquiera de los tres integrantes principales del Frente de Todos. Alguien perderá.
En la oposición sucede algo similar.
La tensión más visible es la qué hay entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. En esta interna Mauricio Macri alentó a Bullrich.
A esta altura Larreta podría sentirse traicionado por quien lo respaldó para llegar a la Jefatura de Gobierno porteño en 2015 y que hoy pretende arrebatársela a manos de su primo Jorge Macri. En términos comerciales, fue como una suerte de leasing por un periodo de 8 años.
Rodríguez Larreta usufructuó la estructura de la intendencia porteña para lanzarse como candidato presidencial y ahora, con esa carrera iniciada, llegó el momento de devolver la Ciudad a Macri.
¿Qué hará Rodríguez Larreta? ¿Le dejará el camino allanado así de fácil? Un escenario que surgió esta semana es que el alcalde porteño decida poner dos urnas en los cuartos oscuros de la Ciudad para diferenciar la elección porteña de la nacional. ¿A quién beneficiará eso? El empresario Carlos Maslatón sostiene que esa jugada es para desacoplar la lista de Javier Milei de la de Ramiro Marra, el candidato libertario para alcalde porteño. Maslatón sostiene que la elección en CABA de Milei podría ser muy buena y así arrastrar a su candidato a un ballotage. Lousteau también podría verse beneficiado, porque el radicalismo no tiene un candidato fuerte a nivel nacional que lo arrastre. De esta manera solo depende de su ascendencia sobre el electorado porteño. Si esta decisión de Rodríguez Larreta se confirma y perjudica al PRO, será leído como una traición.
Cuando en 2015 Macri decidió apoyar a Rodríguez Larreta en detrimento de Gabriela Michetti, se leyó como una traición, pero luego, la derrotada candidata porteña terminó como vicepresidente y todo quedó en el olvido.
Alberto Fernández se fue del kirchnerismo en 2008 acusado de traidor. Luego en 2013 y 2015 apoyó a Sergio Massa. En 2017 se fue con Florencio Randazzo y en 2019 lo abandonó para volver al kirchnerismo. El triunfo dejó opacado al derrotado Randazzo.
Cómo se puede ver, la traición está siempre sobrevolando la escena política, solo es una cuestión de tiempos y vencedores para definir entre traidores y héroes.