Entrenamiento físico y mental de una guardavidas: la historia de Gilda Garnica que descubrió su vocación a los 40 años
Realiza un entrenamiento físico y mental constante ya que en situaciones de emergencia pone en riesgo su propia vida. Su vista siempre está fija en el mar y su atención latente en las personas. Hoy te contamos cómo trabaja una guardavidas comodorense.
Gilda Garnica tiene 46 años y hace 4 temporadas que pasa los veranos en la costanera local. El pedregullo, el sonido del mar y el murmullo de la gente es la banda de sonido que la acompaña durante 8 horas diarias. Comodoro Rivadavia cuenta con un equipo de 60 guardavidas de los cuales solo 11 son mujeres.
Recibió a ADNSUR en su casa. En la cocina había un plato con trocitos de pan dulce que perfumaba el ambiente. Mientras hacía el mate conversaba con su hija de 14 años que se preparaba para ir a natación. Las paredes de su casa están repletas de fotos familiares y deportivas. Ambas cosas son lo más importante en su vida. Gilda se sienta, ceba el primer mate y comienza la entrevista.
“Me inicié en esta profesión de grande, este año cumplo 47 y tenía 42 cuando hice el curso de guardavidas. Me formé acá, era una materia pendiente que tenía hace tiempo y cuando mis hijas fueron más grandes pude hacerlo”, contó Gilda.
Su vida está ligada al deporte, su papá Marcos Garnica fue el precursor del judo en la ciudad. Ella fue campeona de judo a los 13 años y hoy coordina las actividades sistemáticas en el Club Huergo: judo, gimnasia artística, handball vóley, fútbol infantil.
Habla con orgullo de su tarea como guardavidas: “Nosotros guardamos las vidas, prevenimos accidentes. La profesión requiere de mucho trabajo en conjunto con los compañeros. Hay que ser muy estructurado y seguir los procedimientos. Ante una emergencia hay que actuar de forma rápida y efectiva”, declaró la deportista.
Es habitual ver en las playas a estas mujeres y hombres que caminan de una punta a la otra. El color rojo los destaca en su indumentaria. La mirada es siempre firme, como si tuvieran una lente que constantemente hace foco en la gente.
“A medida que pasa el tiempo se te agudiza la vista y los sentidos. Estás atenta al kayak que está del lado de la restinga. Ves a la persona que nada sin torpedo y se confunde con los corderitos del mar, es todo un entrenamiento”, dijo Gilda.
La profesión requiere de mucho entrenamiento físico, pero también deben desarrollarse habilidades sociales ya que en este trabajo se está en contacto con las personas permanentemente.
“Nosotros antes de comenzar cada temporada rendimos una reválida. Son pruebas físicas dentro y fuera del agua con objetivos a cumplir. En el agua se piden 600 metros abajo de 12minutos. También hay que hacer amenas. En el curso de guardavidas requieren 50 metros”, comentó Garnica.
También se aprende a leer el lenguaje corporal de las personas, es indispensable reconoció Gilda: “La otra vez un señor entró a nadar de forma paralela a la costa y de repente alcancé a ver su cara de desesperación, parecía que le había agarrado un calarme y se hundía. Rápidamente salimos corriendo, un compañero se metió, lo sacaron y efectivamente se había acalambrado”.
Los guardavidas al salvar a una víctima pueden convertirse en una también y es por eso que deben tomar las precauciones necesarias.
“Hay víctimas que están muy asustadas o se ponen violentas. En esos momentos son los que se debe actuar con precisión y hay técnicas que llevamos adelante. Lo primero que debemos hacer es tranquilizarlos y ganarle la espalda a la víctima. Se lo coloca de cúbito dorsal, como haciendo la plancha, lo tomamos de los brazos y los llevamos. En estas situaciones no se mete uno solo, siempre de a dos, hay otro guardavidas que asiste”, relató la deportista.
Hace unos años atrás quienes deseaban ser guardavidas se tenían que formar en otras ciudades. Hoy Comodoro Rivadavia cuenta con 2 lugares para dicha formación: “Curso de Guardavidas AMGAA Comodoro Rivadavia” y también en el “Instituto Nº 810 ISEF”.
El buen trato con la gente es fundamental para los guardavidas ya que su tarea principal es la prevención. La misma consiste en explicarles y advertirles a los bañistas las particularidades de la playa. Algunas cosas que los concurrentes de las costas deben tener en cuenta son:
- Respetar el color de las banderas. El rojo significa que no se pueden meter al mar.
- Quienes nadan deben llevar elementos de seguridad como por ejemplo el torpedo y también deben dar aviso a los guardavidas que los anotan en un cuaderno.
- Respecto a los más pequeños y en relación a edades y alturas se les pide a los padres que respeten las profundidades. Para quienes tengan entre 5 y 6 años por ejemplo, el agua solo les debe llegar a las rodillas ya en caso de una caída pueden apoyarse en sus propias manos. A un adulto se les permite que el agua le llegue al pecho
“Nosotros tenemos que tratar a todos por igual, ya sea que estén nadando o tomando mate. La cordialidad está siempre presente. Estar varias temporadas en la misma playa nos permite crear un verdadero vínculo con las personas, y eso evita muchos problemas. Este verano por ejemplo tuvimos muy buena temporada porque hubo muy pocos accidentes”, contó Gilda.
A la hora de organizar el trabajo las playas se sectorizan. Los guardavidas trabajan en parejas y realizan sus rondas por radio. Sus elementos de seguridad y de los cuales nunca se separan son el torpedo y el silbato. Si hay algún incidente adentro del agua, solo uno de ellos se mete, y el otro cubre la playa.
También cuentan con kayaks para recorrer las costas en paralelo, moto de agua y un bote gomón. Estos elementos se usan a pleno los días de mucho calor, ya que esos días las playas explotan de gente y los controles deben ser más exhaustivos.
“Es muy bueno el trabajo en equipo y a medida que pasa el tiempo se aceita más. Te mirás con el compañero y sabés lo que tenés que hacer, es automático”, confirmó Gilda.
Gilda reconoció que después de la pandemia las personas se volcaron más hacia el mar. Mucha gente comenzó a nadar en aguas abiertas, se compró trajes de neoprene y todo lo necesario para practicar este deporte.
Es ahí donde destacó la importancia de la tarea de los guardavidas, porque el servicio está presente solo durante la temporada de verano, pero el resto del año las personas siguen nadando y deben ser muy conscientes de los peligros del mar.
“Las hipotermias son las más peligrosas ya que para esta época baja mucho la temperatura. Hay gente audaz que se sigue metiendo al agua. Cuando una hipotermia comienza se puede perder la conciencia y los nadadores no se dan cuenta. Siempre se debe nadar paralelo a la costa y con los elementos de seguridad”, afirmó la guardavidas.
Las corrientes marinas son otro peligro en el mar, es por eso que los bañistas siempre deben estar atentos, la vida corre peligro si no se lo respeta.
“Una tarde entrenábamos con mi compañera, estábamos en él pontón que es la plataforma de plástico cerca de los barquitos, y vimos venían dos personas agarradas del torpedo y por la brazada nos dimos cuenta de que no estaban en condiciones de ir mar adentro. Le dije a mi compañera: “vamos a sacarlas” y así fue que las remolcamos hasta la costa. Cuando llegamos les aconsejamos para que sean conscientes para la próxima”, contó Gilda.
El día de Garnica es casi 100% deporte. El mar le trae muchas satisfacciones pero no solo desde lo físico, sino también desde su tarea social.
Cuando inició su primera temporada conoció a Eduardo, un señor mayor que todos los días los visitaba en la playa. Fue así que estableció un vínculo con él y Gilda se convirtió en su tutora. Lo motivó para terminar la escuela secundaria que comenzó a cursar en el Domingo Savio. Por otro lado están siempre atentos a los chicos, detectan algunas situaciones de calle y los motivan a realizar actividad deportiva.
Terminó el verano pero los entrenamientos seguirán para Gilda y el equipo al que pertenece. Prácticas a mar abierto, o en la pileta del Club Huergo. No hay tiempo que perder, una nueva temporada de prevención y desafíos los espera el año próximo.
El mate se lavó y ya quedaba poco pan dulce en el plato. La entrevista llegó a su fin, pero con la gran certeza de que los guardavidas cumplen un rol muy importante y silencioso en esta ciudad costera.