“Yo manejo camiones desde los 12 años y cuando comencé a trabajar tuve que tolerar la mirada crítica de los hombres que sentían que yo ponía en riesgo su trabajo y que por ser mujer no podía hacer la misma tarea que ellos”, confesó Vanesa.

La mujer tiene 34 años y actualmente conduce un camión cisterna que distribuye cargas dentro de los yacimientos petrolíferos en la región. En entrevista con ADNSUR relató su experiencia en este oficio que de a poco, se ve copado por mujeres que se animan a trabajar de lo que desean.

“Darle la vuelta al perro” al camión es una tarea que Vanesa realiza todas las mañanas antes de salir a trabajar. Con un rodeo completo controla que las cubiertas no estén bajas, que no haya pérdidas de aceite, que el zorrino tenga agua y que las luces funcionen. Arranca y mientras carga el aire se toma unos mates en la cabina.

Vanesa a las 12 años descubrió su pasión, conducir camiones. Cuando comenzó a trabajar tuvo que tolerar la mirada crítica de los hombres que consideraban que no era un trabajo para mujeres

Sus diagramas son de 6 días de trabajo por 3 días de descanso y esta es una tarea que realiza siempre antes de salir al campo. Circular en un camión es mucha responsabilidad y nada puede quedar librado al azar. Prevenir fallas y accidentes es una tarea diaria.

Para ella estas rutinas no son nuevas. Se crió en una familia de camioneros. Su papá es camionero y también sus tíos y primos. Cuando apenas terminaba la primaria ayudaba a engrasar camiones a su familia y su padre le enseñó a manejar un Mercedes 87 donde movía hacienda. No realizaba grandes trayectos, pero su aventura era correrlo de un lugar a otro.

DESEO VERSUS MANDATO

 Aquellos juegos y permisos que tenía de pequeña se transformaron en otra realidad a la hora de buscar trabajo.

Cuando Vanesa terminó la escuela secundaria comenzó a estudiar en la universidad y al tiempo se dio cuenta que no era lo suyo. Ella deseaba manejar un camión y no quería pasar más tiempo entre los libros que la alejaban de su deseo.

El primer paso fue desterrar los pensamientos que la acosaban, el camión no era exclusividad de los hombres, y luego informarle a su familia y sobre todo al padre que ella deseaba un futuro como camionera. Una vez que tomó la decisión y que fue conversada con su familia el apoyo fue incondicional y el próximo paso fue conseguir trabajo.

Para Vanesa la cabina del camión es su segundo hogar.

“Para mi papá no era un problema que maneje un camión, pero él consideraba que no era lo mejor para mí pasar inviernos fríos en la ruta y lejos de la familia, porque esa fue su experiencia”, comentó Vanesa.

A los 21 años comenzó a golpear puertas que no siempre se abrieron, pero gracias a su perseverancia que no la abandonó jamás y sumado al apoyo del sindicato logró su primer trabajo en la empresa Maxicom que comenzaba a contratar mujeres para la conducción de camiones.

Según datos oficiales del Sindicato de  Camioneros Comodoro Rivadavia, en la ciudad hay 11 conductoras de camiones y 18  que se desempeñan como conductoras de transporte de personal y correo.

Rutas patagónicas. Foto Vanesa Duarte

PAGAR DERECHO DE PISO

“El primer año fue difícil porque tenía la mirada de los hombres que juzgaban, pero decidí que por ellos no iba a dejar de hacer nada y se la iban a tener que bancar”, recordó Vanesa.

Vanesa tiene la palabra usted incorporada y al escucharla podría sonar anticuado, pero para ella fue una herramienta en su trabajo que le sirvió para poner distancia y señalar respeto y eso es lo que trató de hacer siempre en el ámbito laboral, sobre todo en la relación con sus compañeros.

Apenas se inició en su trabajo formal se encontró con hombres que se incomodaron con su presencia y también la incomodaron, pero hubo otros que la recibieron con curiosidad y buena predisposición sobre todo porque muchos tenían hijas de la misma edad que ella y algunas con las mismas intenciones: ser camioneras también.

Vanesa dentro de un yacimiento. Foto: Vanesa Duarte

SER MUJER NO LIMITA

Para Vanesa, el mundo del camión nunca fue desconocido. Su padre le enseñó a manejar y cuando había que ayudar en algo de mecánica siempre estaba cerca para mirar y pasar alguna herramienta. Estos grandes vehículos siempre fueron su universo y paisaje.

¿Por qué habría impedimentos entonces para que ella o cualquier otra mujer manejara un camión?

“Yo creo que es cultural y que cada mujer se pone sus propios límites. Cualquier mujer puede hacer lo que quiera, y como en todo y para todos hay que esforzarse”, afirmó la camionera.

Lo que disfruta de su trabajo es la libertad, recorrer los paisajes que cambian kilómetro a kilómetro. Foto Vanesa Duarte

Algunos podrían argumentar cuestiones de fuerza, por ejemplo, que es verdad que un camión es una herramienta de trabajo muy grande y pesada, pero para esto también Vanesa tiene sus respuestas que se basan en la experiencia propia.

“La tecnología facilita las cosas. Las direcciones son hidráulicas. Hay sensores por todos lados que te ponen en aviso sobre cualquier falla. El vigía ante una urgencia te infla una cubierta hasta que la puedas cambiar”.

Ella es consciente que conduce un vehículo muy grande y no se relaja en ningún momento. Cualquier mala maniobra puede producir accidentes.  El “codito” en la ventanilla no existe para ella. Sus manos firmes en el volante es su premisa y siempre atenta a lo que pasa alrededor.

El mate es el compañero infaltable. Foto: Vanesa Duarte

Lo que Vanesa tiene como prioridad no es una cuestión de género, ni de limitaciones. Es lo que debería hacer cualquier persona cuando maneja un camión.

Cuando se sale a la ruta hay que ir preparado para todo y es lo que hace la camionera. Aprendió sobre mecánica básica para poder descifrar fallas. Tiene una barreta grande y un multiplicador de fuerza para las ocasiones en las que tiene que cambiar una cubierta y el celular siempre a disposición por si hace falta pedir ayuda

“Una vez se me salió una cubierta del carretón. Tuve que buscarla, subirla con el hidrogrúa, atarla bien y enderezar el eje para seguir circulando. Ese día terminé con grasa hasta el codo”, recordó Vanesa. Vale aclarar que las dimensiones del rodado pueden casi superar su altura.

LA CABINA Y EL PLACER DE LA LIBERTAD

 La cabina se convirtió en su segundo hogar. Hace unos años realizaba largos viajes por diferentes provincias y en la actualidad solo circula por la zona petrolera. Como fuera, allí pasa muchas horas de sus días y disfruta de los paisajes que cambian kilómetro a kilómetro.

Ese cubículo rodante de pocos metros cuadrados la escucha cantar cuando se aburre del silencio, el asfalto y la meseta patagónica son como una película que se proyecta durante horas a su alrededor y las radios AM son su conexión con las noticias y novedades de cada lugar al que va.

Para Vanesa su trabajo no es nada extraño y al final de la entrevista insistió en que todas las mujeres deben para seguir adelante con sus deseos.

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