Fernanda y Andrés fueron amigos desde el colegio secundario. Fernanda conoció a quien sería el padre de sus dos hijos y Andrés fue invitado a su casamiento. Años después, coincidieron trabajando juntos en un hotel… y su amistad siguió creciendo. Entonces Andrés conoció a su futura esposa e invitó a Fernanda a su boda. Pero algo cambió cuando los dos se separaron, y su amistad se transformó en una romántica historia de amor.

Escuchalos contar su historia en este episodio de “Amores y Algo Más”, el podcast de ADNSUR. Si no tenés Spotify podés escucharlo acá.

Cuando Fernanda se divorció, su amistad con Andrés se volvió aún más cercana. Separado también él, decidieron probar una relación romántica. Para su sorpresa, funcionó muy bien. Tanto, que decidieron coincidir nuevamente en una boda, que esta vez los tenía a ambos como protagonistas. 

Con catorce años compartidos como pareja, describen su amor como libre y respetuoso, basado en aceptar al otro como es sin tratar de cambiarlo. Como amigos, siempre fueron ellos mismos sin tener que fingir o cambiar para complacer al otro, y esto trasladado a su relación amorosa fue la fórmula para el éxito.

“Nos conocemos hace casi 29 años, nos conocimos por un compañero de la secundaria, que era su mejor amigo. La mejor onda los dos, amigos con mucho cariño”, recuerda Fernanda. Entre risas, Andres recuerda cómo fue que ese amigo en común -Martín- le habló de Fernanda: “Tengo una compañera que tiene un jean blanco que le queda tan bien…” “Y todavía le queda bien”, cierra

“Nos hicimos amigos, él estaba de novio, y yo fui la primer amiga mamá”, continua ella, y Andrés aclara “para mí eso no es menor”. “Me casé, y los invité. Me dediqué a mi vida de casada, madre, después empecé a trabajar, y seguimos en contacto pero cada uno con su rutina.”

“El me llamaba todos los años el día del cumpleaños de mi hijo, para decirme 'feliz cumpleaños, hoy hace tantos años que fuiste mamá', después para mi cumpleaños no me llamaba, nada, pero para esa fecha sí", cuenta Fernanda.

El primero de septiembre de 2001 empezaron a trabajar en el mismo lugar. “Ahi tuve la oportunidad de volver a encontrarme con Fernanda, en un ámbito laboral, cada uno en lo suyo pero por lo menos nos veíamos más seguido”.

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Ella aún estaba casada, y él “siempre con novias”, recuerda Andrés, hasta que un día decide casarse y la invita a Fernanda y a su esposo a la boda. “Él no quiso ir, fui sola”, menciona.

Pasa el tiempo, Fernanda se va de ese trabajo, y vuelven a reencontrarse en otro espacio laboral. “Ahí ya intercambiamos mails”, cuenta ella. Para ese momento, Andrés ya estaba separado. “Mi primer matrimonio duró dos años y 4 días”, apunta Andrés, y Fer agrega: “el mío 11”

UN REGALO DE “DIVORCIO” Y UN MAIL ILUSIONADOR

Tras su divorcio, Andrés se regaló una moto y se fue de viaje en ella. A lo largo del recorrido, iba informando a su familia por dónde andaba, cómo estaba… y en uno de esos mails -no sabe bien por qué- la copió a Fernanda, que se había separado.

“La copio a ella, que era rarísimo, pero igual la copié”. “Y yo, la alegría de recibir el mail de mi amigo, le respondí a los dos minutos, en seguida me llama y quedamos en ir a tomar un café ese fin de semana”.

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En toda esta historia, hasta este punto, jamás se les había pasado por la cabeza la posibilidad de comenzar una relación amorosa. “Para mi Andrés siempre fue un excelente amigo. El Andrés de joven no era mi tipo en absoluto. Además de que le gustaba el jean blanco, Fernanda como mujer no era su tipo en absoluto. Esto lo charlamos un montón de veces, porque eso es lo mágico de esta relación, nosotros somos amigos”, remarca Fernanda.

“ESTE CAMINO LO VOY A HACER MUCHAS VECES”

La primera vez que Andrés fue hasta la casa donde estaba viviendo Fernanda, se subió a la moto y la siguió a ella, que conducía su camioneta. Mientras manejaba, "me dije a mi mismo ‘este camino lo voy a hacer muchas veces’", reconoce Andrés. 

Comenzaron a verse más seguido, y a compartir frecuentes mateadas. Ese verano, una salida “como amigos” al Dique Florentino Ameghino fue la que pateó el tablero. Antes de llegar al Dique, pasaron una jornada juntos en Madryn, que entre risas, boliche, paseos, charlas y ver el amanecer, la noche terminó al mediodía siguiente. 

“Era re lindo estar juntos, porque realmente la pasabamos muy bien los dos”, dice Fernanda, y cuenta divertida que cuando volvió a la casa de su amiga a dormir un par de horas antes de finalemente arrancar para el Dique, ella le preguntó: “¿ya te lo curtiste?, dale, bajale la caña y dejanos de molestar”

“Yo venía de una relación mala y había tenido un año muy piola. Él no sabía ‘chongear’, siempre tuvo novia. Para mí, meterme en una relación era empezar a hacer todo mal de nuevo", reconoce Fernanda. En su relación de amistad, se conocen todas las historias, fracasos y secretos. 

En el Dique, aunque todos los gastaban y aseguraban que entre ellos “había algo”, ellos no negaban. Esa noche compartieron la carpa, y aunque compartieron bolsa de dormir, durmieron abrazados. Andrés cuenta que “metido en mi bolsa la abracé, y sentí una paz… Y se lo dije”. “Yo en mi vida me imagine que podía trasmitir paz”, se ríe Fernanda. Pero no pasó de ahí.

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EL MEJOR CHOCOLATE DE LA ESTANTERÍA

Al volver del Dique comenzaron a hablar de la situación que estaba implícita, pero que Fernanda creía que no pasaría de lo físico. “Yo tenía el mejor chocolate de la estantería, que era él, y venía del peor ataque al higado… yo no lo quería lastimar. Le dije que podíamos estar juntos, ver que onda, pero no quiero una relación".

La respuesta de Andrés fue determinante, y ganadora: “Tu situación de ahora es temporal, vos no sos así, porque yo te conozco… vos andá, revoloteá, hacé lo que quieras, pero me vas a terminar eligiendo a mí”

“Por eso tenemos tres fechas de aniversario: la que empezamos a 'chonguear', a los dos meses la que nos pusimos de novios, y a los cuatro años la que nos casamos”

Ella sigue siendo mi amiga, siempre lo fue, y ahora nos elegimos todos los dias. Y en relaciones anteriores habiamos cambiado para adaptarnos a nuestras parejas, pero en esta no, cada uno es como es”. “Yo tengo un compañero de vuelo, no es una relación en la que hay que estar remando, es una relación hermosa”.

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