Abrió sus puertas hace 80 años en Comodoro Rivadavia, primero como casa de cambio y fotografía, luego -con la llegada de los primeros Video Clubes al país a fines de los ´80- se reinventaron y se convirtieron en referentes en el alquiler de películas VHS. 

Llegaron a tener una cadena de ocho sucursales en distintos puntos de la ciudad y más de 10 mil títulos. La familia Ostoich vivió en carne propia la revolución del video y posibilitó a las familias comodorenses disfrutar de ver películas como en el cine, pero en la comodidad del living de casa.

“Planazo” de viernes

El número de socio del Video Club no se compartía, porque significaba la posibilidad de elegir películas, y alquilar una “video casetera” para disfrutar de los estrenos del cine pero en el propio living de la casa. Era la primera vez que teníamos la oportunidad de elegir cuándo, donde y cómo mirar una película. “Era algo increíble”, recordó Pedro Ostoich, uno de los propietarios del comercio.

Hasta mediados de los 80, la única posibilidad para ver una película era ir al cine. "La televisión transmitía de 19 a 00 hs, así que nosotros trabajamos muchísimo”, recordó.

La historia de "Casa Ostoich" se remonta a hace más de 80 años, cuando el local se instaló en 25 de Mayo 957, entre San Martín y Sarmiento pero fue recién a mediados de los ´80 cuando los hermanos Ostoich decidieron incursionar en el negocio de los videoclubes. "Empezamos a ver que era un fenómeno que iba a ser imparable; era caro en ese momento iniciar un negocio de ese estilo y nosotros tuvimos la suerte de comenzar cuando se estaban instalando las Productoras legales en Buenos Aires".

En esos años en Comodoro ya funcionaba un Video Club, pero con películas que no eran originales porque aún no había distribuidora oficial. "Era todo muy artesanal, los subtitulados en los copiados se hacían  con máquinas que no eran profesionales, entonces la calidad que les llegaba al cliente realmente era bastante mala".

Los 80 años de historia de Casa Ostoich en Comodoro Rivadavia

Fue así que los Ostoich decidieron viajar a Buenos Aires para conocer la Distribuidora "Eurovisión" y se convirtieron en los primeros clientes que atendió la empresa. “Casa Ostoich” no solo fue pionera en ofrecer películas originales, sino que también creció rápidamente en respuesta a la demanda. Pedro y su hermano se dieron cuenta de que estaban ante un fenómeno imparable. “Empezamos con pocos títulos, apenas 15 o 20 películas, pero la clientela nos hizo crecer apresuradamente”, recordó.

“No hicimos ningún tipo de publicidad, simplemente pusimos las películas en exhibición en un pequeño estante y de boca en boca con los mismos clientes empezó el movimiento. Aproximadamente más de 1 millón de pesos -al valor de hoy- salía comprar una video, valores que una familia no podía pagar. Entonces la gente la alquilaba y se llevaba de a 10 o 15 películas que no alcanzaban a verlas en un fin de semana. La misma clientela nos hizo crecer apresuradamente, pero no esperábamos que tuviéramos que acelerar tanto el proceso. Con lo mismo que se recaudaba se iba a reinvirtiendo, hasta que llegó un momento en que ya no podíamos albergar gente en nuestro local. Estaba todo el día lleno, esperaban fuera y cuando ingresaban era una masa de gente que se movía al unísono porque no había lugar”, describe Pedro.

La expansión había comenzado.  “Llegamos a tener alrededor de 10.000 títulos y entre 50 y 60 copias de los más populares distribuidos en las ocho sucursales que teníamos en los distintos barrios de Comodoro”.

A los estrenos o los clásicos del cine, esos que todos querían ver, los llamaban “tanques”. Aún con asombro Pedro recordó que “la gente se tomaba el trabajo de venir a reservar entre semana para tener la película el día sábado”. Este fervor por el cine en casa llevó a que el negocio se expandiera rápidamente, convirtiéndose “Casa Ostoich” en el segundo Video Club del país en compras de películas originales, el primero estaba en Bahía Blanca.

Las películas más solicitadas eran grandes éxitos de la época, como “Karate Kid”, “Rambo” y “Rocky”. Muchas de acción, pero también las románticas como “Los Puentes de Madison” eran muy buscadas.

“Creo que en parte fue mérito del trabajo que hacíamos. Trabajábamos muchísimas horas. Era levantarse a la mañana y no había excusas, no había enfermedad y generalmente terminábamos a las diez u once de la noche. Y así de lunes a sábados. Los lunes eran tremendos porque venía toda la maroma con las películas a devolverlas y había que revisarlas una por una”.

 "Triple X" y las “trampas” de los clientes

Infantiles, de acción, para toda la familia, pero también para ver en soledad. Todos los géneros tenían un espacio en el Video Club y elegir una “condicionada” era solo para valientes. “Las Productoras originales de las películas condicionadas eligieron para su presentación unas cajas grandes de cartón y adentro estaba la original negra sin ninguna imagen, con lo cual al momento de pasar por el mostrador los clientes no quedaban tan expuestos", explicó. Pero había algunos que “Agarraba una película infantil, por ejemplo, abría la caja, sacaba el cassette sin que lo vieran, metía el casete de la condicionada dentro de la infantil y la infantil adentro del acondicionado. Después con el tiempo, la gente se fue acostumbrando y no tenían vergüenza".

Los videos clubes de antes.

Caída y necesidad de reinventarse

Los 90 trajo una crisis económica que afectó a muchos negocios locales. “Nosotros nos fundimos económicamente”, confesó Pedro contundente. “Tuvimos que empezar a cerrar sucursales y despedir gente porque no había trabajo. La gente dejó de entrar al negocio de un día para el otro porque no tenía plata”

Fue entonces cuando los hermanos Ostoich tuvieron que replantearse la estrategia comercial y comenzar a pensar cómo repuntar. "Habíamos incorporado quioscos en los Video Clubes  y algunas sucursales se mantenían con lo poquito que movía en el kiosco. En 2001 siguió todo muy mal por lo menos hasta el 2003 cuando volvimos a revivir. Los cambios de gobierno trajeron más alivio a la zona y más trabajo nuevamente".

Un legado familiar

La familia Ostoich demostró su capacidad para adaptarse a los cambios;  cando el negocio de los video clubes decayó, se enfocaron en la venta de controles remotos, pilas especiales e incorporaron “Rapi pago”.

Esta flexibilidad y visión a largo plazo fueron clave para la supervivencia y el éxito de "Casa Ostoich". “Nosotros no nos fijamos mucho en la competencia, sino en ser buenos por sí solos sin querer ganarle al de al lado o enfrente; porque nunca vamos a estar solos en un lugar sin competencia. Eso hace que la gente crea en uno, confíe y piense en nuestro negocio al momento de efectuar la compra”.

Casa Ostoich supo adaptarse a los cambios y sobrevivir a las crisis.

La explosión de los Video Clubes en Comodoro Rivadavia fue un fenómeno que marcó una época. “Casa Ostoich” no solo brindó entretenimiento, sino que también se convirtió en símbolo adaptación en tiempos difíciles.

La historia de Casa Ostoich es la de una familia que supo adaptarse a los cambios y sobrevivir a las crisis, convirtiéndose en un símbolo de la época dorada de los videoclubes en Comodoro Rivadavia. Su legado de innovación y servicio al cliente les permitió mantenerse vigentes y ser parte fundamental del entretenimiento de toda una generación."

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