A mediados de la década de los 90, en el subsuelo del Ministerio Público Fiscal de Comodoro Rivadavia, nacía un espacio que cambiaría para siempre la forma de abordar los delitos sexuales contra menores en Chubut: la instalación de la primera Cámara Gesell de la ciudad y la provincia. Detrás de esta iniciativa, una mujer visionaria, la Dra. Liliana Ferrari, comprometida con las infancias, logró crear un espacio seguro para que las víctimas de abuso pudieran contar lo que estaban viviendo.

Comodoro Rivadavia fue pionera, seguida por otras ciudades como Trelew y Córdoba. "Nosotros fuimos los primeros en el país", dijo con orgullo Ferrari, que hoy disfruta de sus días de jubilación lejos de la vorágine que impone el sistema judicial.

En el Día de la Mujer, una entrevista exclusiva con quien logró transformar el modo en que se investigan los delitos sexuales contra menores en la provincia. 

“Lamentablemente, la gran prueba en este tipo de delitos es el relato del niño delante de personas adultas que no conoce, de hechos que los avergüenzan, que además los hacen sentir muchas veces culpables por lo que pasó y que causan mucho daño en las criaturas. Les preguntaban los jueces, el fiscal, les preguntaban los defensores. Si cualquiera de nosotros tiene que ir a declarar como testigo en un juicio penal frente a los jueces, se siente nervioso, tensionado; imaginen cuánto más se debería sentir un niño para contar estas cosas que dan tanta vergüenza”, relató Ferrari, recordando aquellos primeros tiempos donde los niños debían contar delante de los jueces aquellas situaciones aberrantes.

Cámara Gesell ubicada en el edificio de la Oficina Judicial de Comodoro Rivadavia
Cámara Gesell ubicada en el edificio de la Oficina Judicial de Comodoro Rivadavia

“Entonces, la Cámara Gesell vino a ser una protección a los derechos del niño y una posibilidad de que nos cuente qué pasó. El relato es la prueba madre en los delitos sexuales y debía hacerse de la manera menos traumática posible”, explicó. 

Ferrari relató que en ese momento, a mediados de los 90, comenzaron a indagar los antecedentes de las Cámaras Gesell en otros lugares. “Tuvimos muchas peleas para que las armaran y nos permitieran tomarlas en estos dispositivos, pero finalmente lo logramos”.

La Cámara Gesell estuvo inspirada en modelos utilizados en Estados Unidos y en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Argentina en 1990. Ferrari vio la necesidad de crear un entorno donde los niños pudieran testificar sin revivir traumas. "Desde ahí, era obligatorio, a mi criterio, el respeto de los niños como tales", afirmó.

La primera Cámara Gesell estuvo ubicada en el subsuelo del Ministerio Público Fiscal, sobre calle Máximo Abasolo; pero, con el tiempo, la sala se mudó a la Oficina Judicial en calle Monseñor de Andrea, donde funciona actualmente.

Cámaras y micrófonos que transmiten en vivo las declaraciones de los niños.
Cámaras y micrófonos que transmiten en vivo las declaraciones de los niños.

UN LUGAR AMIGABLE

El diseño de la Cámara Gesell fue meticuloso: "Un ámbito especial, acústico, decorado con tonos pasteles, que sea amigable y que tenga cámaras y micrófonos no visibles", detalló. Asimismo, dijo que se compraron equipos de cámaras y sonido especiales, y se ocultaron las cámaras detrás de unos botones de las cortinas. También, tenía un vidrio espejado que separaba al niño de los jueces, defensores e imputados. “El psicólogo era el que guiaba al niño con preguntas y nosotros podíamos hacer preguntas por intermedio de la psicóloga que llevaba un auricular”, manifestó Ferrari.

Asimismo, destacó la importancia de comprender la revelación de un abuso como un proceso. “El niño no va a contar absolutamente todo; quizás en la primera vez cuente algo”. Entonces, la conexión con las psicólogas permitía que los niños se explayaran más, con palabras, dibujos, juegos o acciones.

La vocación y el amor por los niños fueron fundamentales en este camino. "Uno hacía las cosas por vocación, porque en esto hay que tener una vocación muy fuerte y un amor muy grande por las criaturas y por combatir la problemática, porque si no, no se puede", reflexionó. 

La Dra. Liliana Ferrari.
La Dra. Liliana Ferrari.
ADNSUR

CASOS QUE NO SALIERON A LA LUZ

Ferrari compartió uno de los casos que le tocó resolver y que recuerda por lo impactante que resultó. "Uno de los que más me estremeció—y que permaneció desconocido hasta hoy—fue el de una maestra jardinera que abusaba de una de sus alumnas. Afortunadamente, los padres de la niña, intuyendo que algo no andaba bien, acudieron a un trabajador social de la fiscalía. Él, sin dudarlo, nos derivó el caso. Así comenzó un proceso que requería la máxima delicadeza."

El primer paso fue garantizar la seguridad de la menor. “Actuamos con rapidez. Nos presentamos en el jardín y notificamos a la supervisión que, preventivamente, esa docente no podía seguir al frente de la clase. No podíamos correr el riesgo de que continuara el daño”. Según Ferrari, la clave para destrabar la verdad fue la Cámara Gesell. “Mediante dibujos y muñecos, en ese entorno seguro y cuidadosamente diseñado, la niña finalmente pudo expresar lo que estaba sucediendo”, relató Ferrari.

Lo que siguió fue un esfuerzo meticuloso por proteger la integridad del testimonio de la pequeña. “Cerramos la información, no informamos al resto de los padres, no filtramos nada a la prensa. Entendíamos que, por comprensible que fuera la preocupación, la ansiedad de los padres podía, sin querer, influir en el relato de la niña. Demasiadas preguntas pueden contaminar la memoria de un niño”. La estrategia funcionó. El relato de la niña se mantuvo consistente y genuino. Finalmente, la maestra fue condenada y el Superior Tribunal de Justicia confirmó esa condena. Demostró que, cuando se maneja con cuidado, con profesionalismo y con el bienestar del niño como la principal prioridad, el sistema funciona.

La fiscal que impulsó la Cámara Gesell en Chubut y cambió la forma de investigar abusos sexuales
El Patagónico

A pesar de que fue posible resolver muchas situaciones de abuso, Ferrari reconoce que no todos los casos llegan a buen puerto, "y esto no quiere decir que no hayan sido víctimas de abuso; es que el sistema no ha podido responderles", lamenta. "Hay que lograr que los jueces obtengan la certeza de que el hecho ocurrió y que el imputado es el autor de ese hecho".

En este sentido, los años de experiencia le permiten dar un llamado a la acción: "Si alguien en algún establecimiento escolar tiene alguna duda, que concurra directamente a la Fiscalía y que dejen que trabajen, porque los niños quedan muy afectados", recomendó.

EL RECONOCIMIENTO A LOS PEDIATRAS

La Cámara Gesell, según Ferrari, "ayudó y mucho", y espera que siga siendo así. Su legado perdura como un faro de esperanza en la protección de los derechos de los niños. "Me encantó resolverlas", dijo. "Son demasiados los casos; son muchos años estar al frente de esto. Niños muy chiquitos y cosas aberrantes".

En este proceso duro y difícil, el rol de los pediatras es fundamental y Ferrari lo reconoce. “Hubo mucho compromiso de algunos pediatras en la temática, tomar y encontrar que había ADN de un abusador, o que un niño varón de 2 años había sido penetrado por su papá. Son casos muy duros, chicos con años de abuso, que se ven imposibilitados de contarlos”.

El impacto de la Cámara Gesell en Chubut sigue vigente, consolidándose como una herramienta esencial para la investigación de delitos sexuales contra menores. Liliana Ferrari, hoy retirada de la función judicial, deja un legado invaluable en la defensa de los derechos de la infancia. Su historia es un testimonio de compromiso, vocación y una lucha inquebrantable por brindar justicia sin revictimización.

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