El alejamiento entre la dirigencia peronista de Comodoro y Othar: los motivos detrás del divorcio y el posible costo político a futuro
La ciudad más importante de la región está aquejada por un contexto social y económico que está lejos de ser el ideal. En este clima complejo, el PJ comodorense ya no muestra hacia adentro la unidad de otros tiempos: sus dirigentes no ahorran críticas a un intendente que les aplica el ninguneo.

La convocatoria que se hizo en la sede del Consejo de Localidad el sábado 22, en la previa del aniversario de la ciudad, tuvo una importante asistencia: legisladores nacionales y provinciales, concejales, el presidente del partido, el viceintendente, el último candidato a gobernador. Estaban todos los que tenían que estar, menos uno: el intendente de la ciudad, Othar Macharashvili, electo por el sello del peronismo un año y medio antes.
Excusas varias sirvieron para justificar la inasistencia del jefe comunal a un encuentro de partido, pero hay que decir que no fue la primera: ya había existido otro faltazo en otra reunión en enero en la cordillera. Horas después, el intendente se mostró con otra agenda, alejado de lo partidario y apuntando a la gestión, junto a otros intendentes de la provincia de distintos colores políticos.
Las postales hablan por sí solas de un divorcio, de figuras que transitan caminos diferentes. Si se habla con los protagonistas, confirman totalmente el alejamiento, aunque al hablar de las razones, de un lado y del otro se escuchan motivos diferentes. Las críticas vertidas hacia el intendente en la reunión fueron durísimas, pero no parecen hacer mella: el apuntado, no se da por aludido.
En medio de un justicialismo provincial que a lo largo de 15 años viene perdiendo elecciones, el PJ comodorense siempre se ha mostrado como un oasis: el bastión electoral inexpugnable dentro del municipio más poblado y poderoso, donde el peronismo mantiene el poder hace más de 20 años.
Esa fórmula de éxito volvió a repetirse el 30 de julio de 2023 con la boleta encabezada por Othar, pero un año y medio después de su asunción en diciembre, hay un dato disruptivo, que rompe con lo observado en las gestiones de Néstor Di Pierro, Carlos Linares y Juan Pablo Luque: el municipio y la dirigencia del partido se desconocen.
Esta interna del peronismo comodorense afecta a todo el PJ provincial, porque pone en crisis su liderazgo, y además se da en el peor contexto de las últimas décadas, con un panorama que se asemeja a los mal recordados años 90: desinversiones en la cuenca, cierre de empresas, despidos, y la pérdida de favoritismo a manos de Vaca Muerta.
Y este combo se completa con un contexto político absolutamente desfavorable para el peronismo, con un gobernador de otro espacio político como Ignacio Torres, y sin la presencia de aliados en Nación como podían ser los Néstor, Cristina o Alberto, sino con un presidente como Javier Milei totalmente en las antípodas a esta ideología.
Este divorcio tiene protagonistas y tiene argumentos, de un lado y del otro: las críticas a la gestión municipal fueron tremendas el sábado, ante la ausencia de un intendente que podría haberse defendido, pero que sigue otra estrategia, que uno de los asistentes definió como “autista”, término escuchado por todos en la reunión.
Le pegaron durísimo
La asistencia el sábado fue variopinta, y hay que aclarar que no todos los asistentes tuvieron el mismo nivel de crítica hacia Macharashvili. Incluso por lo bajo hay algunos que son benévolos y lo justifican, y tienen lecturas sobre los enojos que van más allá de la política y que pueden estar vinculados a otros intereses.
Como voces cantantes en la reunión, la mayoría apuntó al senador Carlos Linares y al presidente del partido, el diputado Gustavo Fita. El eje de la crítica hacia el intendente fue la falta de diálogo, la toma de decisiones inconsulta, y el efecto de afrontar la crisis sin “hacer peronismo”.
Le cuestionan al jefe comunal que no se para arriba de los reclamos, que no pone la cara junto al gremio petrolero ante los despidos, que decide subir el boleto del transporte sin reclamar por la quita de subsidios, que cierra de jardines maternales en barriadas de trabajadoras que ven afectada su organización familiar.
“Parece como si el ajuste lo estuviera asumiendo el PJ” se lamentan algunos de los asistentes sobre la manera de manejarse del intendente, al que le reprochan una actitud pasiva ante lo que ocurre y dejarse cooptar por un gobernador de otro espacio, perdiendo el manejo de la agenda política local.
Asombrados, en la dirigencia peronista hablan de no ser “cómplices” de estas decisiones, y lamentan que el jefe comunal no reciba a sus dirigentes ante las audiencias que se han solicitado en todo este tiempo. Incluso el mismo Linares dijo ser “amigo” de Othar, pero no poder hablar de estas cuestiones.
A Linares le adjudican todos haber dicho que el intendente muestra una actitud “autista” y no se deja ayudar. En tanto Fita mostró preocupación por el alejamiento que el gabinete tiene de los vecinos, sin percibir que las encuestas “muestran que la imagen cayó 25 puntos en un año”.
Otro de los presentes que pidió reserva, afirmó “Othar se fue sólo del peronismo, desde hace meses ha demostrado no respetar al espacio ni las creencias básicas del movimiento, se extravió”.
El dilema que tiene la dirigencia peronista es si el partido puede mantenerse ajeno a esta gestión que tiene el sello de Arriba Chubut. “Nos lleva puestos a todos” se lamentaban algunos presentes, mientras otros apuestan a la estrategia de diferenciarse.
Quien más claramente juega esa carta es Juan Pablo Luque, que no habló demasiado en la reunión, pero todos saben su opinión, porque viene siendo el más crítico desde el minuto uno. Su obsesión política es desbancar a Othar y volver a sentarse en su sillón en 2027, y para eso, tiene claro que su lugar es en la vereda de enfrente.
Matices
Quienes ocupan lugares institucionales importantes, se ofrecieron como mediadores e inmediatamente -en los baches que dejó la jornada de aniversario- hubo algunas charlas puntuales con el intendente, quien de todos modos tenía “infiltrados” en la reunión y al instante ya sabía todo lo que cada uno de los presentes había dicho de él.
El senador Linares se comprometió a ser embajador y pedir una reunión formal para discutir estas cuestiones, y se habló de sumar a otros actores de la ciudad que tienen roles institucionales importantes, como el diputado nacional José Glinski y el presidente del bloque de diputados en la Legislatura, Juan Pais.
El lugar más incómodo de todos lo tiene Maximiliano Sampaoli, quien estaba presente en el encuentro del PJ y es respetado dentro del partido, pero a la vez estaba junto a Othar y el resto de los intendentes en la “contra-reunión”. El rol institucional que ocupa el viceintendente le impide ir a fondo en sus posturas, y siempre queda navegando a mitad de camino tratando de mediar entre las partes, en una tarea agotadora que nunca alcanza.
Más allá de las críticas a la gestión de índole ideológica o política, respecto a la falta de “impronta peronista” de un gabinete que es denostado por la dirigencia, hay quienes tienen otra lectura sobre las verdaderas razones que pueden estar detrás de ciertos actores: según esta mirada, la bronca con Othar obedecería en realidad a que cortó con el status quo en torno a determinados acuerdos que dominaban el funcionamiento del municipio.
Siguiendo con esta especulación, el intendente habría “cortado” de plano con un modelo de gestión, dando de baja contratos y acuerdos preexistentes, que habrían afectado determinados intereses. De acuerdo a este razonamiento, habría figuras del partido, algunas de las cuales habían tenido presencia municipal tiempo atrás, que tenían montado un entramado con gente de su entorno, que de buenas a primeras se quedó sin su base de sustento.
Si esta teoría tiene asidero, daría otro cariz al enojo con el intendente, que ya no sería tanto de tono político, sino una especie de reclamo por falta de códigos, por tomar decisiones inconsultas que afectaron intereses de supuestos socios. Como se ve, la interna es mucho más compleja de lo que se observa a simple vista.
Ninguneo
Del lado del municipio, no se muestra gran preocupación ante la ola de críticas partidarias. La sensación es que se busca dar un mensaje distinto: no me obliguen a meterme en sus preocupaciones electorales, mi cabeza está en la gestión. En el entorno del intendente afirman que no se quiere sumar a estos encuentros partidarios porque les ve un tono de armado electoral, y no es el juego que le interesa por el momento.
Aclaran que cuando Othar hace declaraciones a favor de un frente provincial alejado de colores partidarios, no es que esté sumándose a la futura boleta del gobernador Ignacio Torres. Aseguran que nunca sacará los pies del plato, pero que es momento de mostrar al electorado que los intendentes están para gestionar obras y que el gran enemigo no está acá, sino en la Casa Rosada.
Así lo mostró el jefe comunal comodorense al convocar una reunión con intendentes de la región que se encargó de divulgar públicamente: allí había justicialistas como el sarmientino Sebastián Balochi, pero también el vicegobernador radical Gustavo Menna y los intendentes Gerardo Merino (Trelew) y Matías Taccetta (Esquel) por mencionar algunos.
Al explicar los motivos, Macharashvili expresó que “esta reunión, más que un encuentro, representa el compromiso de todos con un único objetivo: gestionar obras y recursos que nuestra gente necesita con urgencia. El gobierno nacional nos dejó al margen de las políticas públicas. Es hora de cambiar eso”.
Y agregó que “las ciudades de nuestra región no pueden seguir esperando y, por eso, vamos a tomar las acciones necesarias, incluyendo amparos judiciales. Como un frente común de gestión vamos a defender lo que es justo: infraestructura, conectividad y las obras que mejoren la calidad de vida”.
Esta foto que el intendente publicó en sus redes, le valió el reproche público a través de X de su amigo Linares, quien disparó “compañero, algunos de los que están en esa foto son los que acompañan al Gobierno nacional en el abandono de la Patagonia. Las cosas claras”.
Evidentemente el frente apartidario que busca encabezar Othar no cuenta con el beneplácito de las figuras del PJ, tal como dejó traslucir el senador nacional, que a la vez en las reuniones de dirigentes lo trata de “autista” por no recibirlos para hablar de política y del rumbo del municipio.
Comodoro vive tiempos convulsionados, con cambios en su economía que son de fondo, y habrá que analizar a futuro el impacto que tendrá sobre el electorado la manera en que esto se afronta por parte de las autoridades, con la crisis que se vive dentro del PJ y el modelo de gestión de Macharshvili.
Todo lo anterior, sumado a dos gestiones -la provincial y la nacional- en manos de otros espacios políticos, parecen configurar lo que se llama una “tormenta perfecta”. El modo en que el municipio y la dirigencia política afronten este vendaval, derivará en un resultado en las urnas: un primer mensaje será en el turno 2025, pero especialmente en 2027. Está en juego una hegemonía que lleva más de 20 años.
