En el primer año de gestión asomó la figura de Ornella Costa: la pareja del gobernador que no tiene un rol decorativo

Su ascenso no es casual, sino el resultado de una estrategia cuidadosamente pensada. En un entorno político donde la imagen de la primera dama suele asociarse a un papel decorativo, Costa supo mostrar una capacidad de influencia que trasciende su posición de esposa del gobernador. Casi como una sombra que guía, estuvo presente en las decisiones más importantes del gobierno provincial. Con una mirada aguda, observadora y, sobre todo, decidida, Costa se ganó el respeto y temor de quienes la rodean. “Es mucho mejor cuadro que yo”, dijo en varias oportunidades Torres, refiriéndose a su excepcional formación académica y su aguda capacidad para leer los movimientos del poder.

UN ASCENSO EN LAS SOMBRAS

Ornella Costa nació el 3 de enero de 1988 en Río Turbio, un pequeño pueblo de la provincia de Santa Cruz, en pleno corazón de la Patagonia argentina. Hija de una familia radical, creció en un ambiente muy diferente al que la política nacional le ofrecería años más tarde. A los 18 años, se trasladó a Buenos Aires para estudiar en la Universidad Católica Argentina, donde obtuvo los títulos de abogada y licenciada en Relaciones Internacionales con diploma de honor. Su formación no se detuvo allí, ya que completó diversos posgrados, uno de ellos en Política Internacional en la Universidad de Nueva York, que la consolidaron como una de las profesionales más destacadas de su generación.

Durante su juventud, se sintió atraída por el kirchnerismo, movimiento que dominaba la escena política argentina en ese entonces. Sin embargo, a pesar de haberse involucrado en la esfera pública bajo el ala de Sergio Berni, ex Secretario de Seguridad de la Nación, Costa nunca militó activamente ni fue parte de La Cámpora. Fue a través de su sólida formación académica y su inteligencia política que consiguió un lugar dentro de la administración pública, donde se desempeñó como Directora de Relaciones Internacionales en la Secretaría de Seguridad entre 2012 y 2015.

Pese a su paso por el kirchnerismo, Costa no tardó en desencantarse con el rumbo que tomaba el proyecto político. Alejada de la esfera pública, se dedicó a la actividad privada, convirtiéndose en socia de un estudio de abogados. Fue en este período cuando conoció a Ignacio Torres, quien más tarde sería su esposo y gobernador de Chubut. Su relación comenzó hace más de una década, cuando ambos coincidieron en el mismo edificio en Buenos Aires. Los primeros pasos de Torres en la política y los de Costa como funcionaria del gobierno nacional fueron, paradójicamente, en veredas opuestas. Sin embargo, el destino los unió y hoy, años después, forman una dupla política que ha captado la atención tanto de aliados como de rivales.

LA PRIMERA DAMA CON PODER REAL

El perfil bajo de Ornella Costa fue clave para su ascenso. Mientras que muchos en la política provincial la veían como una figura decorativa, una simple esposa que acompañaba a su esposo en sus viajes y compromisos oficiales, Costa demostró ser mucho más. Su influencia en las decisiones gubernamentales es innegable. Fuentes cercanas al gobernador confesaron que no toma una decisión importante sin la venia de Ornella. Su criterio es fundamental, y la confianza que Ignacio Torres deposita en ella es total. Según algunos testimonios, Costa tiene un "olfato" muy desarrollado para los asuntos políticos, y su capacidad para leer los movimientos de los actores del poder la convirtió en una pieza clave dentro de la gestión provincial.

En privado, su palabra es decisiva. Miembros del gabinete de Chubut admiten que el solo hecho de caer bajo el escrutinio de Ornella Costa es motivo de temor. Si bien su presencia en los medios es casi inexistente, su influencia interna es total. “Si la dama te baja el pulgar, estás al horno”, comentan en los círculos cercanos al gobierno provincial. Esta observación da cuenta de un poder silencioso pero absoluto que Costa ejerce desde las sombras.

Una de las anécdotas que ilustra su carácter fue la organización de la asunción de su esposo en la Legislatura provincial. A pesar de su perfil discreto, Costa mostró su determinación al gritarle al personal de Ceremonial, exigiendo cambios en la disposición de los asientos en las primeras filas, una muestra palpable de su influencia en los detalles del protocolo y la organización.

EL FUTURO EN LA POLÍTICA PROVINCIAL 

Ornella Costa asumió la presidencia de la Fundación Banco del Chubut, un cargo ad honorem que no es remunerado, pero que le da una gran visibilidad. La Fundación se encarga de distribuir parte de las utilidades del banco para financiar proyectos sociales, educativos y de infraestructura en la provincia. Con su nombramiento, Costa dio un paso más en su carrera política, que parece estar dirigida a fortalecer su perfil público y su relación con las organizaciones intermedias de la comunidad.

La designación de Ornella Costa en la Fundación Banco del Chubut es solo el primer paso de un plan estratégico que podría culminar en una candidatura en las próximas elecciones. En los pasillos del poder provincial, se especula con que la primera dama podría presentarse como candidata en alguna de las listas del oficialismo en el futuro cercano. Aunque aún no se ha confirmado nada, su creciente visibilidad y su vinculación con las decisiones clave del gobierno sugieren que su rol en la política de Chubut podría ir mucho más allá de su actual cargo.

El futuro de Ornella Costa en la política provincial está apenas comenzando, pero si algo es cierto, es que esta mujer patagónica de pasado peronista ha dejado claro que no será una figura pasiva. Su influencia, tanto en el ámbito privado como público, está creciendo, y su paso por la Fundación Banco del Chubut podría marcar el inicio de una carrera política que, en el corto plazo, podría dar que hablar en la provincia y más allá.