En el frío viento de las Islas Malvinas, entre el rugido de los cañones y el silencio de la historia, hubo mujeres que cargaron con el peso de una guerra.

Sus nombres rara vez aparecen en los libros, pero su coraje tejió un legado invisible.

Eran instrumentadoras quirúrgicas, enfermeras, comunicadoras, empleadas logísticas: desde sus roles, desafiaron prejuicios y estereotipos para servir a su país.

Silvia Barrera fue instrumentadora quirúrgica del buque hospital 'Almirante Irizar'.
Silvia Barrera fue instrumentadora quirúrgica del buque hospital 'Almirante Irizar'.

La Guerra de Malvinas suele narrarse como un conflicto de hombres, pero decenas de mujeres argentinas también estuvieron allí. Algunas vestían uniforme militar; otras, la vestimenta apropiada para las tareas sanitarias.

Todas compartían un mismo destino: ser testigos y actrices de un capítulo donde la Patria se defendía con el alma y el corazón.

Entre ellas, las enfermeras fueron las guardianas de la vida. En los buques, se adaptaron "hospitales móviles" en cercanías de Puerto Argentino, donde atendieron a los soldados heridos.

"Éramos puentes entre el dolor y la esperanza", evocó María Marta Lemme, quien también se desempeñó en el buque Almirante Irizar. 

La historia de Liliana Colino, la única mujer militar que cumplió funciones en evacuaciones aeromédicas desde Puerto Argentino hasta el hospital reubicable de Comodoro Rivadavia a partir del 21 de mayo de 1982.
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Las radioperadoras transmitían mensajes cifrados bajo presión; las cocineras improvisaban con raciones escasas; las técnicas mantenían equipos de comunicación en funcionamiento.

"Tuve tres grandes crecimientos en mi vida", indicó la veterana de guerra María Marta Lemme mientras mira las fotos de esa época: "Ir a la guerra, criar a mi hija y conocer el mundo", afirmó.

“Fueron tres formas distintas que, en tres momentos diferentes, me hicieron crecer más rápido de lo que hubiera deseado. Sin embargo, no reniego de mi experiencia”, destacó.

“Era una escena dantesca”. Son las palabras con las que la veterana de guerra, Norma Etel Navarro, rememoró la noche del 13 de junio, donde, después de una larguísima cirugía, salió a cubierta del buque hospital Irizar, fondeado en la Bahía Groussac, frente a Puerto Argentino.

La artillería argentina iluminaba el rostro de la instrumentadora, que estaba iluminado por el fuego cruzado de quienes combatían por un archipiélago ubicado al sur del sur y frente a sus ojos. 

El estallido de las bengalas mostraba brevemente sombras y luces de combate y muerte, con las voces de los heridos apagadas por el estruendo de los morteros.

Mural que recuerda a las heroínas de Malvinas.
Mural que recuerda a las heroínas de Malvinas.

Al ser la de más edad y experiencia, María Angélica Sendes se convirtió en la coordinadora de este grupo de seis mujeres que habían viajado casi 3.000 kilómetros al sur a prestar ayuda.

 “Fue un honor estar ahí, la experiencia más triste de mi vida, pero aún así, enriquecida por el compañerismo de toda la tripulación de la que también nosotras formamos parte.”

Marta Beatriz Giménez partió rumbo a la zona de Malvinas como comisario naval del buque ‘Canal de Beagle’ de la Marina Mercante para desempeñar todo tipo de tareas de apoyo y logística.

La discriminación fue una hermana no deseada. Al regresar, algunas enfrentaron burlas o incredulidad. "¿Mujeres en la guerra? ¡Imposible!", les decían. Otras ocultaron su pasado para conseguir trabajo. El silencio fue su armadura.

En el tramo final de la guerra, había 90 heridos en el buque hospital y les tenían que practicar tres curaciones por día a cada uno de ellos. "Nos decían que era importante es ver a mujeres argentinas porque estamos viendo a nuestras madres, esposas, novias o hermanas", revelaron las enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas.
En el tramo final de la guerra, había 90 heridos en el buque hospital y les tenían que practicar tres curaciones por día a cada uno de ellos. "Nos decían que era importante es ver a mujeres argentinas porque estamos viendo a nuestras madres, esposas, novias o hermanas", revelaron las enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas.

En 2023, un grupo de veteranas dio una charla abierta en San Rafael. Frente a un auditorio lleno, rompieron el silencio. "Queremos que sepan que existimos", dijo emocionada Elena Quinteros mientras proyectaba fotos de su juventud en las islas.

Su lucha actual no es con el enemigo, sino con el olvido. Organizan encuentros, publican libros y piden que se incluya su rol en los programas escolares.

"La historia está incompleta sin nosotras", insiste Carmen Burgos, fundadora de la Asociación de Veteranas de Malvinas.

Hoy, las veteranas argentinas son abuelas, artistas y activistas. Algunas, como Laura Delicia, se dedican a acompañar a familiares de caídos.

'Martita' Lemme fuiste mi mejor psicóloga en ese momento. Fuiste mi hermanita porque me ayudaste muchísimo. Gracias mi Veterana de Guerra", exclamó el combatiente Robert Tanquia quien recibió su atención como herido de guerra.
'Martita' Lemme fuiste mi mejor psicóloga en ese momento. Fuiste mi hermanita porque me ayudaste muchísimo. Gracias mi Veterana de Guerra", exclamó el combatiente Robert Tanquia quien recibió su atención como herido de guerra.

"Ellos también son mis hijos", dice mientras abraza a una madre que perdió a su hijo en el Crucero ARA General Belgrano.

El Museo Malvinas inauguró una muestra itinerante llamada "Ellas también estuvieron".

Incluye objetos cotidianos: un espejo roto que usaban para señales, un botiquín con restos de medicamentos vencidos, un diario donde se lee: "Hoy salvamos a tres. Mañana intentaremos salvar más".

En las escuelas, su mensaje es claro: "La patria no se defiende solo con fusiles sino con humanidad".

Durante un taller en Córdoba, las enfermeras enseñaron a los estudiantes cómo se hace un torniquete. "Esperamos que nunca lo necesiten", susurró una de ellas.

En 1982, Doris West tenía 52 años, era enfermera del ELMA Formosa cuando sufrió un ataque -por error - de un avión argentino el 1° de mayo de 1982 luego de cumplir tareas logísticas en la rada de Puerto Argentino.
En 1982, Doris West tenía 52 años, era enfermera del ELMA Formosa cuando sufrió un ataque -por error - de un avión argentino el 1° de mayo de 1982 luego de cumplir tareas logísticas en la rada de Puerto Argentino.

A 43 años de la guerra, su legado es semilla. Las Fuerzas Armadas argentinas ahora integran a más mujeres en roles estratégicos, un cambio que ellas iniciaron. 

"Abrieron el camino para que mi hija pueda ser oficial sin que nadie la subestime", agradece una joven cadete.

Las Malvinas siguen en el corazón argentino y en cada bandera ondea también el nombre de estas mujeres. 

No llevan medallas, pero su valor está grabado en la tierra que pisaron y en las vidas que salvaron. Como escribió una de ellas: "Fuimos invisibles, pero éramos la luz en la oscuridad".

BAUTIZARON A UN PUENTE PEATONAL DE CÓRDOBA COMO 'ENFERMERAS HEROÍNAS DE MALVINAS'

Con más de 8.000 votos registrados en su página web, el concurso “Mujeres Puente” coronó a las ‘Enfermeras Heroínas de Malvinas’ como ganadoras del concurso impulsado por el Gobierno de la Provincia de Córdoba y la Municipalidad de Córdoba para bautizar el puente que une el Parque Las Heras-Elisa con la ex Plaza Austria, inaugurado en 2023.

"Fuimos invisibles, pero éramos la luz en la oscuridad": historias de las mujeres que sirvieron en Malvinas
Prensa del Gobierno de Córdoba.

La votación tuvo 13 postulantes que representan a mujeres líderes en salud, educación, deporte, derechos humanos, política y otros ámbitos, quienes promovieron transformaciones positivas en la comunidad.

“Las mujeres fueron valientes enfermeras que respondieron al llamado para brindar ayuda humanitaria a los soldados que lucharon por el país en las islas del Atlántico Sur durante el conflicto de Malvinas”, se valoró en el comunicado oficial.

El listado de las Veteranas de la Guerra de Malvinas. ¡Gloria Y Honor a todas ellas!
Ministerio de Defensa de la Nación.

Las mujeres que sirvieron en la Guerra de Malvinas fueron mucho más que testigos: fueron protagonistas de un capítulo que la historia tardó demasiado en reconocer. Su valentía no solo se midió en los quirófanos improvisados o en los mensajes cifrados enviados bajo presión sino también en la lucha posterior contra el silencio y la indiferencia.

Hoy, su legado es visible en cada homenaje, en cada testimonio recuperado y en cada joven que descubre que la guerra no fue sólo cosa de hombres.

 Las veteranas de Malvinas siguen escribiendo su propia historia, no con fusiles, sino con memoria. Y en cada bandera argentina ondea, junto a los nombres de los caídos, el reconocimiento que tanto tiempo les fue negado.

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