Comenzó vendiendo neumáticos en un garaje y se metió de lleno en un rubro "de hombres", mientras luchaba contra un tumor
Trabajó en Cabaña, en Ele, y también en una empresa prestadora de servicios petroleros. Sin embargo, luego de la pandemia, Claudia Toledo decidió que era momento de jugársela y montar su propio emprendimiento: una gomería premium en el barrio industrial de Rada Tilly. Lo que no imaginaba era que, previo a la apertura, iba a atravesar un cáncer cerebral que hizo tambalear todo. Esta es la historia de una mujer que se animó a incursionar en un mundo de hombres y enfrentó un tumor con entereza y convicción.
“Este emprendimiento fue el motor que me hizo pasar por un tratamiento oncológico”, dice Claudia cuando recuerda los inicios de “Toledo Equipamientos y Servicios”, el local que lleva su apellido y que decidió inaugurar luego de la pandemia y durante un tratamiento oncológico.
La emprendedora admite que su camino en el rubro de los neumáticos comenzó casi por casualidad. Desde muy joven, trabajó en relación de dependencia en diferentes rubros. Sin embargo, luego de la pandemia, decidió que era momento de crear su propio emprendimiento.
Por ese entonces, venía de trabajar en una empresa de servicios petroleros y quiso crear su propio negocio: un local de venta de neumáticos con diferentes servicios.
Los inicios fueron en su garaje, en Rada Tilly, sin conocer mucho el rubro, pero con la convicción de que era lo adecuado. “Empecé con nada. Tengo todo retratado en fotos, pasito a pasito, desde el inicio en casa. La gente me contactaba por WhatsApp, tenía dos o tres cubiertas, después se hicieron siete, después se hicieron diez, hasta que un día dije: ‘chau, ¿qué hacemos?’ porque me sentía incómoda atendiendo desde casa. Yo quería ofrecer un servicio, pero de esa forma era imposible", recuerda.
Por ese entonces, se dedicaba a vender neumáticos y a derivar el servicio de instalación a dos negocios de Comodoro Rivadavia y Tilly. Sin embargo, con la idea de crecer, comenzó a buscar un local para poder instalarse.
La emprendedora admite que tenía miedo, no sabía cómo le iba a ir y tenía que cubrir grandes costos. Sin embargo, con el apoyo de su familia, decidió animarse y poner una gomería que marcara la diferencia en el mercado. “Quería que fuera todo lindo, y donde se disfrutara la espera del servicio o de comprar algo”.
Así comenzó la búsqueda del local, hasta que un día una de sus hermanas le dijo que estaban por construir locales en la zona industrial de la villa balnearia. Cuando fue, se encontró con una platea de cemento y un proyecto de edificación a tres meses.
“Me dijeron: ‘Si te interesa, vas a tener que esperar tres meses’, y acepté, pero al final fueron 8, que me sirvieron para ir acomodando, porque tenía que empaparme. Sinceramente, es un rubro donde tenés que aprender muchísimo, entonces buscaba en internet información sobre los neumáticos. Los distribuidores me decían: ‘Despreocupate, que la pregunta más tonta te la vamos a responder porque todo se aprende de cero’. Entonces fue aprender de bicicletas, de motos, de autos, de camiones, todo un curso rápido.”
Con la llave del local en mano, llegó el momento de acondicionarlo. Era necesario mandar presupuestos y vender de día, aprovechar la tarde para pintar y arreglar cada rincón del lugar. Lo que nunca imaginó es que, justo antes de la apertura, le darían un duro diagnóstico.
"Venía teniendo un problema auditivo y, como íbamos a abrir las puertas del local, me sentía incómoda teniendo que estar preguntando dos veces lo que me decían los clientes. Entonces dije: ‘me voy a poner audífonos’, pero, haciéndome unos estudios, me descubrieron un tumor en la cabeza, en el sector izquierdo, en una zona complicada. Me quedé muda. Estaba en medio de la apertura del local, ‘¿cómo sigo?’, me pregunté."
Mientras organizaba su negocio, Claudia pasó por una intervención en Fleni y un tratamiento oncológico en Comodoro. “Fue difícil”, cuenta. Sin embargo, siempre pensó en salir adelante.
"Fue una situación muy estresante, porque por un lado era lindo, la apertura de algo que venía amasando, pero por otro no sabía si iba a seguir viva. Entonces venía, abría los portones, hacía de cuenta que no pasaba nada, me iba a Cabin a hacer el tratamiento y volvía para acá”.
A la distancia y ya de alta, admite que nunca hizo reposo; era ir, volver y estar en actividad todo el día, pero siente que eso la salvó. “Me lo guardé tanto que cuando arranqué, este emprendimiento fue el motor que me hizo pasar un tratamiento oncológico. La gente que me conocía me decía: '¿por qué no vas a descansar?’, ‘¿por qué no vas a relajarte un poco?’. En ese momento estaba mi hermana atendiendo en el local, pero me puse muy positiva, dije: ‘de esta, salgo’ y creo que fue la garra que le metí lo que me ayudó, porque cuando estás con un tratamiento oncológico es fundamental mantener la cabeza con una mentalidad positiva. Creo que es esencial agarrarse a los proyectos, a algo que te estimule a pensar positivo, porque, obviamente, dependemos de Dios, pero sé que ayuda mucho salir de la casa, del ambiente donde uno tiene la cabeza pensando en eso. Yo lo pasé a un segundo plano, puse toda la garra acá adentro y me ayudó muchísimo.”
La emprendedora está convencida de que “por algo se dieron las cosas en simultáneo”. Después de un tratamiento de un año, recibió el alta y superó la enfermedad. Hoy su emprendimiento sigue creciendo, no solo con flota liviana, sino también pesada, tanto de Comodoro como de Santa Cruz y de viajeros que recorren la Patagonia.
Por supuesto, sabe que se trata de un rubro de hombres, pero asegura que se siente como en casa. "Muchos me preguntan: ‘¿dónde está tu jefe?’ y piensan que es un hombre. Pero cuando les digo que soy yo la dueña, se ríen, se sorprenden. A las mujeres, en cambio, les gusta porque se sienten cómodas", cuenta. "Pero la verdad es que se nota cuando hay una mujer en el lugar, por las plantas, la limpieza, el detalle estético", dice entre risas. "Acá vienen muchas mujeres, muchas abuelas. A veces nos reímos porque quizás no es nada urgente, pero quieren venir a visitarnos, charlar un rato y está bueno porque se vive un clima muy familiar."
Ya recuperada, Claudia siente que su negocio es una recompensa a todo su esfuerzo. "Creo que esto es un premio a lo que vengo haciendo a lo largo de mi vida. Si me tengo que retrotraer a cinco años atrás, no me hubiese imaginado en este rubro. Pero la verdad es que me siento cómoda y quiero seguir avanzando", dice orgullosa y agradecida a quienes confiaron en ella cuando su negocio era solo un garaje.