El documental que denuncia la faena de 200 mi caballos por año en Argentina para exportar a Europa
Tras una investigación de 3 años, la película “Cinco corazones” muestra de dónde salen las toneladas que se venden a la Unión Europea. El film muestra imágenes reveladoras de lo ocurrido en lo que llaman "los campos del horror en Ezeiza", el robo de caballos, la faena equina, la complicidad de las autoridades y el cruel negocio de la sangría de yeguas.
BUENOS AIRES - La faena equina tiene una práctica en Argentina de más de 100 años. Pese a que su consumo interno está prohibido, Argentina es el principal exportador de carne de caballo. Muy pocos lo saben.
Las redes comerciales de esta sangre roja, y oculta, cubren el 60% de los mercados de Europa donde que se consume. 200.000 equinos se faenan por año para exportar a la Unión Europea. ¿De dónde salen estos caballos? ¿Por qué sabemos tan poco de esta industria argentina?
A partir de esas preguntas, el documental Cinco Corazones -se estrenó el 29 de septiembre en su web oficial- busca ejercer presión sobre la inmediata prohibición de la faena equina y su modelo de exportación.
A través del relato de un camino cruel, investigado durante 3 años y narrado por la actriz y defensora de los derechos de los animales Liz Solari, exhibe la realidad detrás de la vida de los caballos argentinos que sufren maltrato animal desde que nacen hasta que mueren. Nunca salen del sistema. También muestra la labor en nuestro país de las ONG Fundación Franz Weber, Tierschutzbund Zürich (TSB) y Animal Welfare Foundation (AWF), para impedirlo.
La principal denuncia: no existe un registro oficial de criaderos de caballos para el consumo de carne. Esto, aseguran, da lugar a practicas culturales, deportivas y actos de corrupción, dentro de un negocio que tiene como base el maltrato animal.
El sistema de exportación: la doma, el polo o actividades como la tracción a sangre (prohibido en la Ciudad pero habitual en Provincia y el interior del país), son las principales acciones en donde, luego que concluye la vida útil de estos animales, se los entrega para que sean transformados en producto de consumo externo.
"Es importante que los argentinos sepan qué sucede en realidad con el caballo, un animal tan representativo para nuestra ADN cultural, pero es también clave que los consumidores europeos sepan qué hay detrás del alimento que llevan a sus platos cada día", dice a Clarín Martín Parlato, director de Cinco Corazones y fundador de la productora Posibl.
Los caballos son comúnmente relacionados con la libertad y la nobleza. "Pero en el documental queda demostrado que sí hay algo que no tienen los caballos argentinos, es libertad. Tampoco son acompañados por una sociedad a la altura de esa nobleza que ellos representan", apunta.
El film muestra imágenes reveladoras de lo ocurrido en lo que llaman "los campos del horror en Ezeiza", el robo de caballos, la faena equina, la complicidad de las autoridades y el cruel negocio de la sangría de yeguas.
¿Qué es la sangría de yeguas? Para Parlato, lo más atroz que vio mientras producía este documental.
"Es el punto máximo de maltrato. Es un negocio millonario que forma parte de un círculo vicioso mediante el cual se busca preñar a yeguas y, durante los 40 y 130 días de gestación, provocarles un aborto para poder extraer de ellas hasta 10 litros semanales de sangre que contienen la hormona PSMG o Gonadotropina."
La extracción esta hormona tiene otro fin comercial. Es exportada a para inseminar cerdas, forzar también sus embarazos y así elevar el ritmo de la producción alimenticia de granjas de cerdos. "Miles de yeguas anualmente son forzadas a vivir esta situación múltiples veces y una vez que sus cuerpos no resisten más, son enviadas a faena a un frigorífico para ser exportadas como carne de exportación gourmet a los países europeos", subraya.
Por esto, las ONG que aparecen en el documental realizaron una denuncia penal contra la empresa Syntex SA, que tiene sus instalaciones en Provincia.
¿Por qué puntualmente debe prohibirse la faena equina? Para Alejandra García, responsable de la Fundación Franz Weber en Argentina y Santuario Equidad, por motivos éticos.
"No hay nada bueno dentro de las paredes de los mataderos de caballos. La industria lo sabe, por eso es tan difícil que te dejen ingresar a ver y grabar todo el proceso desde que el caballo llega al frigorífico, hasta que ingresa a la sala donde colgado de una pata y aún consciente es degollado", dice a Clarín.
Pero también asegura que hay motivos que tienen que ver con la enorme informalidad de un negocio que se nutre de caballos robados. "Lo que además plantea un problema de seguridad enorme para quienes convivimos con caballos", agrega.
Abolir la faena equina, entonces, junto con evitar estas muertes atroces, traería más alivio económico que pérdidas. "Habrá más seguridad en las zonas rurales donde hoy el abigeato es el pan nuestro de cada día, y no causaría un daño económico al país, si lo que se quiere es poner el foco sólo en el negocio."
¿El Gobierno mostró apoyo a la prohibición de la faena equina? "No nos consta aún qué posición tendrá con respecto a esta propuesta", responde el director. Pero no pierde la fe. "No cerramos las puertas, ya que dentro del gobierno sabemos que hay funcionarios y políticos sensibles ante las situaciones de abuso que sufren los animales. Necesitamos que se aúne esa sensibilidad a la valentía de legislar aboliendo una práctica cruel".
Se calcula que esta industria mueve 60 millones de dólares al año. "Si lo comparamos con otras industrias que exportan sus productos, vemos que no está entre las que más divisas generan, más bien al contrario", cierra García.
En Argentina hay cuatro frigoríficos habilitados por Senasa para faenar equinos. El resto lo hace de forma clandestina. Ahí llegan los caballos desde los campos de acopiadores que hay por todo el país.
Un acopiador -como el acopio de Santiago Templees, Córdoba, que muestra el documental- es la persona que junta caballos hasta que tiene la cantidad para llenar un camión y trasladarlos al matadero. Los acopios son los lugares donde los animales robados se “blanquean” e ingresan a este circuito que hace casi imposible volver a encontrar los que fueron robados. La ausencia de datos oficiales, también, impide poder salvarlos.