Una es licenciada en Administración de Empresas, la otra es traductora de inglés. Sin embargo, ambas, en el medio de la vida se dieron cuenta de que su pasión también iba por otros lugares y decidieron emprender un camino diferente. Agustina Zuelgaray es sommelier y Analía Berges coaching, dos pasiones que el año pasado unieron para promover una propuesta innovadora.

“Coaching y vino” ya va por su quinto encuentro en Rada Tilly y promete una próxima edición. Se trata de un espacio para conectar, combinando el conocimiento sobre las uvas y el trabajo sobre el ser interior a través del coaching.

Uno de los encuentros de vino y couching

¿VOS SOS SOMELIER?

“Siempre fue un mundo que me encantó”, dice Agustina al explicar cómo terminó convirtiéndose en sommelier. La mujer oriunda de La Emilia, Santa Fe, hace tres años llegó a Rada Tilly, de donde es oriundo su marido. Cuando arribó a estas latitudes ya había estudiado en la Escuela Argentina de Sommelier, sabiendo que toda la vida le había llamado la atención el mundo de las uvas.

“Siempre fui aficionada al vino. Mis abuelos, inmigrantes italianos, tenían su chacrita y hacían su propio vino pisando uvas. Mi tío, en Buenos Aires, también tenía un señor que le hacía vino patero, y cuando me fui a estudiar allá iba a visitarlo y siempre terminaba hablando de grapa o de vinos”. 

Joaco, su hijo más grande, tenía un año y medio cuando Agustina decidió que era momento de estudiar. Ya había hecho varios cursos y sabía mucho sobre el tema, pero sentía que había que dar un paso más y con el apoyo de Gonzalo, su pareja, decidió estudiar para sommelier mientras ejercía su profesión como administradora de empresa. 

Cuando vino a Rada Tilly continuó trabajando en su rubro, hasta que un día la contactaron de la vinoteca Musters y comenzó a hacer catas en la villa balnearia. Precisamente, la hermana de Analía participó de uno de estos encuentros, y de alguna forma terminó siendo el nexo de esta historia. 

Es que la coach se propuso llegar a más gente a través de la disciplina y decidió buscar a alguien para hacer coaching y vino, ¿y qué mejor que aquella mujer que conocía de vista por el colegio de su hija? 

“Estaba buscando alguna manera de hacer llegar el coaching a otro público y dije ‘voy a avanzar con eso’. Mi hermana había hecho una cata con ella, así que le escribí. Nos conocíamos mínimamente del colegio por cruzarnos, nada más que eso, ni charlar, y un sábado a la mañana le mandé un mensaje y le pregunté: ‘¿vos sos somelier?’ Me respondió que sí, y le dije ‘tengo una idea, podríamos juntarnos así te cuento”.

Analia y Agustina se conocián por la escuela de sus hjijos. Eran solo conocidas, pero se animaron a lanzar esta propuesta juntas y el resultado las sorprendió.

La reunión fue en la oficina donde se realizó esta entrevista, y significó el primer paso de esta propuesta que en diciembre tuvo su primer encuentro

Para llevar adelante la charla, Agustina y Analía se propusieron abordar diferentes temáticas, comenzando por los sentidos y el resultado fue genial. 

“Buscamos un temática que queramos compartir y la abordamos desde los dos lugares. En la primera charla, desde el coaching busqué dinámicas, actividades que hicieran a las personas reflexionar sobre qué tan conectados estamos en una época de hiperconexión. Estábamos en la época de las fiestas, entonces con esa temática en mente ella lo empezó a pensar desde el vino y lo integró de una manera magistral, porque lo que hacemos es como un relato a lo largo de la noche”, cuenta Analía.

Analia y Agustina en la previa de una de los cinco encuentros que realizaron.

Agustina explica que el coaching se vuelve el tema central de la cata. En esa primera edición, por ejemplo, jugaron a experimentar cómo a veces uno limita los sentidos a partir de lo que genera, por sí, solo la vista. Y por supuesto, eso también lo llevaron al momento de elegir un vino. “A veces pasa que con la vista eliminan un montón de otros sentidos, como prejuzgamos cuando vemos una etiqueta o cuando pensamos ‘este varietal no me gusta’. Pero tenés que preguntarte por qué no te gusta, porque el vino está muy ligado a la emoción y al momento. Hicimos una prueba de ver qué le pasaba a la gente cuando le anulamos la vista y fue muy interesante, porque veías gente nerviosa, gente que se dedicó a vivir el momento y salieron cosas espectaculares. Estaban todos sorprendidos con tocar, con oler y escuchar, ese descubrir de sentidos que a veces anulás con la vista”.

Agustina y Analía están sorprendidas de la buena recepción que tuvo la propuesta y también la dinámica que encontraron entre sí a pesar de no haber trabajado nunca juntas. 

Hasta ahora realizaron cinco encuentros, pero la agenda continuará durante todo el año.

Hasta ahora llevan cinco encuentros y el último significó el inicio de una nueva charla, esta vez vinculada a la escucha. “Está bueno, dice Analía. “Es un espacio que genera una energía súper divertida, que te permite integrar un espacio de reflexión y donde la gente se anima a abordar determinados conceptos y no lo toma con resistencia”. 

Es que la invitación es pensar, reflexionar, romper paradigmas, y aprender los secretos del vino. “Eso también es parte de la propuesta, y de alguna u otra manera siento que estoy sembrando la semillita, siento que eso es el aporte, generar algo en la gente que viene. Que le sirva para explicarlo en una mesa con amigos, sin tanto tecnicismo, pero acercando conceptos para que uno tenga herramientas para elegir el vino que más le guste”.

Por el momento, Agustina y Analía van paso a paso, sabiendo que continuarán con las charlas durante todo el año, comunicando y educando sobre coaching y vino a través de las disciplinas que descubrieron y que ahora quieren compartir.

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