“Comodoro Rivadavia, abril 22 de 1922. F:V. Tengo el agrado de comunicares que se ha recibido en esta logia, la siguiente solicitud de ingreso”. Así comienza el comunicado que hace casi 100 años se envió desde Comodoro Rivadavia a Buenos Aires, informando sobre la postulación de un nuevo integrante para la logia masónica de la ciudad.

El documento, un siglo después permite comprobar que en la ciudad del viento y el petróleo alguna vez funcionó una logia, aquella institución que tuvo su origen Europa, entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, y que llegó a Argentina en los años del virreinato de La Plata.

Según indica, en ese abril de 1922, Leslie Robert Inall Lomax, un ingeniero civil anglicano de 30 años que trabajaba en YPF, pidió ingresar a la Logia Estrella Patagónica fundada en 1919.

La institución por entonces era integrada por comerciantes, pintores, contadores públicos, fraguadores, empleados bancarios, entre otros oficios. Aunque casi todos con una particularidad: eran inmigrantes europeos provenientes de Holanda, Italia, España, Serbia y Armenia. También había algunos argentinos y uruguayos.  

Los documentos históricos, indican que la logia funcionó por lo menos hasta 1931. Luego desapareció, coincidiendo con momentos difíciles que tuvo que atravesar la masonería y la vida social y política del país. Sin embargo, un siglo después la Logia Estrella Patagónica 306 vuelve a resurgir de las cenizas, gracias a un grupo de masones que hace siete años se propuso abrir un taller y comenzar a trabajar en los principales objetivos de la orden: el estudio de la verdad, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la ciencia, la justicia y el trabajo,

Estrella Patagónica 306, la Logia Masónica de Comodoro y Rada Tilly que resurgió tras 100 años

LA VIDA DE UN MASÓN

Fabián. S, un trabajador independiente de 52 años, es el maestro que encabeza está logia. Oriundo de Almagro, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hace 12 años llegó a la Patagonia contratado por YPF y nunca se fue.

Por ese entonces,  ya era masón, orden que descubrió cuando tenía 34 años, casi por casualidad. “Yo siempre fui muy apasionado por la historia”, cuenta a ADNSUR sobre cómo comenzó su historia en la masonería.  “Lo heredé de mi papá y en un momento la historia se cruza o se solapa con la masonería, porque hay un montón de próceres que tienen vínculo, los más evidentes San Martín, Belgrano, Mitre, Urquiza; cantidad de próceres o personajes de las letras y las ciencias, como Carlos Durand o Argerich que pertenecieron a la logia que yo me inicie en Buenos Aires. Entonces en un momento estaba trabajando en un proyecto, ayudando a unas personas que tenían familiares que estaban en una etapa terminal, y una persona con la que trabajaba me dice ‘vos serías buen masón”. 

En ese momento Fabián estaba leyendo un libro de García Hamilton, titulado “Don José, la vida de San Martín”, que trata sobre la vida del prócer que liberó Chile y Perú y su derrotero como hombre, militar y masón. Por supuesto, curioso por saber de qué se trataba, preguntó a qué se dedicaba la orden y cómo era posible entrar. 

La idea quedó flotando en el tintero y Fabián siguió su vida. Pero al parecer el camino ya estaba escrito, y en un viaje que hizo por el norte del país comenzó a cruzarse con lugares donde estuvo San Martín, Belgrano y otros próceres que habían sido masones. Así, cuando regresó a la ciudad decidió ingresar a la masonería.

Su ficha oficial dice que el 29 de septiembre de 2004 ingresó la Logia Sol de Mayo N° 8, fundada el 24 de agosto de 1858. 

“Yo tenía el mito de que la masonería era para gente de dinero, gente influyente, y por supuesto, tiene de todo. Desde gente muy influyente, inclusive gente que ha ganado en las últimas elecciones legislativas, hasta médicos y trabajadores”. 

EL SUEÑO DE FORMAR UNA LOGIA

A la distancia, Fabián admite que cuando llegó a la Patagonia la orden no tenía movimiento en la zona. Sin embargo, él quería seguir predicando lo que tanto disfrutaba y poco a poco comenzó a encontrar a miembros de la masonería. Es que como dice “por las actitudes de las personas te podés dar cuenta que pueden ser masones”.

El contacto con otros miembros fue la excusa para formar un triángulo, y así hace siete junto a otros dos maestros de la región creó el triángulo “Libres pensadores de la Patagonia 1108”, el lugar con el que empezaron a soñar con una logia. Aunque para ello todavía faltaba mucho camino por recorrer.

Durante los últimos años Fabián y otros masones participaron de diversos talleres que comenzaron a funcionar en distintas localidades. Y en el último tiempo comenzaron a soñar con su propio logia, sabiendo que necesitaban tener como mínimo 7 maestros para avanzar en este paso de la organización y abrir un espacio que no estaba cubierto. 

Fue así que apareció la historia de la Logia Estrella Patagónica 306, el espacio que en los primeros años del siglo XX nucleó a masones de la zona, entre ellos el reconocido aviador Casimiro Slapeliz. 

Así, exactamente una semana atrás, 7 maestros de la zona levantaron columnas en un acto en que estuvieron acompañados por integrantes de la Gran Logia Masónica de Argentina.

A diferencia del pasado. Esta vez las puertas no se abrieron en Comodoro, sino en Rada Tilly, la villa balnearia que se encuentra a solo 15 kilómetros de la ciudad petrolera, localidad con la que tiene un estrecho vínculo. 

Al respecto, Fabián explica: “Tomamos el legado de esta lógica, la filosofía de esta logia formada por sus integrantes. Queríamos recuperar la historia de estos hermanos, hombre que hicieron algo por su comunidad, su sociedad y quisimos que ese proyecto no quedé trunco y seguir con la filosofía de ese taller en una época que era todo distinto. Porque en ese momento las acciones filantrópicas eran más difíciles, menos evidentes y requerían de alguna manera apoyo económico. Entonces, bueno, en una época donde hacer filantropía con dinero era una cosa rara, era bastante fácil identificar personas que podían pertenecer a la orden". 

¿Pero qué es lo que hacen los masones? Fabián lo explica de forma sencilla. “Trabajamos la intelectualidad, el conocimiento, el saber, pero no para uno mismo, sino para elevar el conocimiento del otro, porque la masonería es la única institución que nivela hacía arriba. Últimamente estamos viendo que la educación nivela hacía abajo porque se lleva el entendimiento al mínimo, pero en cambio la masonería nivela hacía arriba”. 

Según explica se trata de encuentros de una o dos horas, tres veces al mes, donde se reúnen los 12 integrantes y desarrollan estudios de conceptos. 

Como es una orden discreta, pero no secreta, dice Fabián, todos tuvieron que atravesar el ritual de iniciación, donde entre otras cosas se le preguntan concepto que hacen a la masonería, como por ejemplo libertad, igualdad, fraternidad, ciencia, justicia y trabajo.

En este sentido, Fabián explica que se analiza “mucho la opinión y el conocimiento que tengas sobre esos conceptos”, pero advierte que no son excluyentes. “Sino tenés en claro el concepto de la libertad para la masonería no te vas a quedar afuera, lo vas a aprender”.

Respecto a cómo estudian la vida, el maestro indica que “la masonería tomas conocimientos de dos formas: los símbolos que tienen que ver con los antiguos constructores; y las alegorías, que entre otras cosas, tienen que ver con libro de las antiguas religiones, porque la masonería respeta el pensamiento de las distintas religiones”.

En ese punto, reconoce que la masonería lejos de lo que cree la gente no está en contra de ninguna religión e incluso uno de los preceptos es que los integrantes no pueden ser ateos. Fabián lo explica de la siguiente forma. “Nosotros decimos que el gran arquitecto del universo que es lo que vos quieras creer. Pero no podés ser ateo, tenés que reconocer que hay un principio creador, pero podés creer en lo que quieras. Lo que no podés creer es que esto salió de la nada, sino que esto tiene un sentido, y eso es lo que nos motiva a trabajar para que nuestro pequeño jardín, que es la tierra, sea mejor para todos”.

Fabián cuenta que también creen en la justicia, la ciencia, que a través del trabajo las personas se realizan, en la igualdad del hombre, y despega a la orden de los illuminati. 

 “Tiene que ver con otra cosa. A la gente le llama la atención lo que no está en el plano de lo evidente. Hay personas que le temen a eso y hay personas que investigan, porque una de las primeras cuestiones de la masonería es que tenés que ser respetuoso de lo que sabés y de lo que no sabés. Pero a la mayoría de la gente le gustan las cosas secretas, las cosas que están vedadas”.

Respecto a temas controversiales, como el aborto, la legación de la marihuana, o el propio Covid - 19 que divide aguas a pesar de lo evidente, los masónicos tienen una posición: “La persona tiene tantos puntos de vista como miembros tiene. Lo único que no permite es que vos quieras imponer tus pensamientos. Por eso no estudiamos política partidaria, sino de estudio. Pero para que te des una idea no vas a encontrar un masón que sea musulmán, le haga usar velo a su mujer, la azote y le sirva la sopa fría. Eso no es masón".

Por último, en una organización donde la milicia ha hecho pie, es interesante saber cómo se otorga el mando y las jerarquías. En ese sentido, Fabián asegura que el curso de la vida masónica es como la vida. El aprendiz es un niño, el compañero un joven y el maestro es un adulto y como tal, tiene más responsabilidad que el compañero y ambos tienen más responsabilidad que el aprendiz. Entonces uno ayuda a que se formen, pero no da órdenes como sería la milicia”, sentencia, sobre cómo se maneja está orden que luego de 100 años resurgió, siguiendo el legado de sus pioneros. 

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