CAPITAL FEDERAL - Las visas Working Holiday de Europa son cada vez más solicitadas por los jóvenes argentinos. Para Francia, por ejemplo, los cupos se agotan desde 2018, y los consulados danés y alemán dosifican los turnos para controlar la demanda. Es que, a pesar de que extrañan la cultura, las costumbres, la familia y los amigos, con lo que ganan llegan a fin de mes, viajan e, incluso, ahorran.

Europa crece como una opción, y, en paralelo, lo hacen a Australia y Nueva Zelanda, que siguen siendo destinos de moda -en 2019 se agotaron en seis meses los 2450 cupos para el primero, y en una hora, los 1000 para el segundo-, detalló La Nación.

Los destinos preferidos son Francia, Dinamarca y Alemania, que también cuentan con un esquema de Working Holiday. El costo de estas visas es nulo o menor respecto de otros países europeos y los cupos, más altos o ilimitados. Noruega acepta a 300 argentinos por año y el permiso cuesta alrededor de 600 euros, cuando en Francia, por ejemplo, hay 1000 vacantes y la visa es gratuita.

Ahora bien, a cambio, los que eligen esa opción muchas veces deben dejar en stand by su profesión. Aunque eso no parece resultar un problema para los ingenieros, psicólogos, arquitectos y odontólogos que, al no tener pasaporte europeo, acuden a estas visas para salir del país.

"Estaba muy frustrado con mi trabajo. Trabajaba hasta 12 horas por día y le tenía que pedir plata a mi papá para ir al supermercado. Acá, en Dinamarca, trabajo la mitad de tiempo, no pido un peso y todos lo meses puedo viajar", dice el odontólogo cordobés Facundo Rueda, de 24 años, quien vivía solo en la ciudad de Buenos Aires y trabajaba en dos clínicas médicas. Llegó a Copenhague en septiembre el año pasado y se instaló en una casa con otros nueve argentinos, gracias a los que "se siente acompañado". Desde octubre, trabaja en un café, 80 horas al mes, y gana 1300 euros (unas 10.000 coronas danesas). Según dice, ahorra la mitad de su sueldo.

"Es caro vivir en la capital. Pago 500 euros por compartir una habitación de dos personas y gasto otros 200 en supermercado, por mes. Aun así, tengo entre 600 y 700 euros de ahorro", cuenta Rueda. En apenas cinco meses de estadía ya viajó a España, Alemania y República Checa, y en los próximos días volará a Inglaterra.

Otra joven de 28 años, Virginia Parejas, también eligió instalarse en Dinamarca, donde trabaja como personal de limpieza y gana 20 euros la hora. "La calidad de vida es muy superior a la de la Argentina. Hay seguridad, puedo andar a cualquier hora por la calle y vivo muy bien siendo empleada doméstica".

Ella es oriunda de Luján y trabajaba como auxiliar de tesorería en una estación de servicio de General Rodríguez. Tenía una hora y media de viaje diariamente, para ir y volver de trabajar. En Copenhague, se traslada en bicicleta.

Tanto Rueda como Parejas sacaron su permiso de trabajo directamente en Europa, para no tener que esperar a conseguir un turno en la Argentina, tarea que, dada la demanda, se vuelve cada vez más complicada. Según datos registrados por YoMeAnimoyVos, una web administrada por el cordobés Bernardo Carignano, que asesora a los viajeros desde 2012 y trabaja con información provista por las embajadas, 2100 argentinos viajaron a Dinamarca el año pasado, con visa Working Holiday.

Ailén -que prefirió reservar su apellido- es psicóloga, tiene 26 años y trabaja para el gobierno de la ciudad. Ahorra, desde hace tiempo, para poder comprar su pasaje a Francia y demostrar que tiene el dinero necesario en su cuenta -cada país exige fondos mínimos que varían entre 2000 y 2500 euros-. Este mes empezará a probar suerte para conseguir un turno en el consulado.

"Es toda una logística, tenés que sacarlo con tres meses de anticipación y habilitan muy pocos lugares por día, que se terminan rápido porque hay mucha gente prendida al sitio", cuenta Ailén. Su intención es viajar por Europa y Asia. "Eso, con un sueldo de acá, no lo puedo hacer -se lamenta- Elijo la visa como medio para un fin. Además, sé que allá está lleno de argentinos. Si no fuese así, no sé si me animaría".

Francia está en la mira de muchos porque, a diferencia de Dinamarca y Alemania, el permiso de trabajo es gratuito y el consulado no exige tener el pasaje comprado al momento de sacar la visa -en los otros dos países sí, con lo que, ser rechazado pone en riesgo la inversión en el ticket aéreo-. Pero, por sobre todo, el país ofrece algo que los otros no: recibe a jóvenes de hasta 35 años.

Demanda

"Pensé en Alemania, Dinamarca y Francia, pero las dos primeras te admiten hasta los 30 años y, cuando decidí irme, estaba a dos semanas de cumplir 31, así que opté por Francia. Me vine en mayo del año pasado, justo antes de que se terminen las vacantes", dice Luciana Valenzuela, quien pasó de trabajar en el buffet de una universidad a ser camarera en uno de los restaurantes de Mauro Colagreco, el reconocido chef argentino, en Menton, en el sudeste de Francia, una exclusiva localidad balnearia ubicada en el sudeste de Francia, en el límite de la frontera con Italia.

"La cantidad de visas emitidas por el consulado francés se duplicó desde 2015 hasta el momento. "Pasamos de otorgar 500 a 1000 en cinco años y podemos comprobar que el interés por sacarla aumentó en los últimos dos años", afirma Julien Bouchard, cónsul general de Francia en Buenos Aires.

Según Bouchard, desde 2018 se agota la cuota anual de visa emitible, que era de 900 cupos y se actualizó a 1000, en 2019. "El año pasado el agotamiento de vacantes se produjo para el mes de junio, por eso decidimos introducir un sistema de seis turnos diarios. Nos pareció injusto que la gente que quiera viajar en octubre no pueda hacerlo", explica el cónsul.

La embajada de Alemania también tuvo que dosificar el sistema de turnos. "La demanda ha sido altísima desde el comienzo del programa Working Holiday, en 2016. Los turnos se agotan en pocos minutos. Al principio no estaban limitados, pero tuvimos que reducir las citas a 22 por semana, para garantizar la atención de todos los solicitantes", dice Lena Anna Marie Viebrock, consejera política de la embajada.

Más de 1000 argentinos participan cada año del programa y, según considera Viebrock, "se debe a la buena coyuntura en Alemania y a que es relativamente fácil encontrar trabajo ahí". De hecho, Soledad Álvarez, ingeniera química oriunda de Santa Fe, está recién llegada a Alemania y cuenta que "es más fácil conseguir trabajo que un lugar donde vivir".

Álvarez eligió instalarse en Colonia, una ciudad de un millón de habitantes ubicada a 600 kilómetros al sudoeste de Berlín, porque, según cuenta, allí existe una comunidad latina muy grande: "Tenemos un grupo de WhatsApp de unas 170 personas, todos de habla hispana, y conseguí una habitación a través de ellos".

Expectativa

Rosario Morán viaja a Alemania a fines de este mes. Consiguió finalmente su visa después de intentar, durante varios días, reservar un turno online. Tuvo ayuda de sus padres para poder justificar los fondos. Se instalará en Dessau, cerca de Berlín, donde vive un amigo, y trabajará, según cuenta, "de lo que sea necesario, para mantenerme, viajar y ahorrar".

Morán es arquitecta y busca mejorar su condición habitacional en su regreso a la Argentina, algo que aún no pudo hacer, por motivos económicos: "Quiero traerme la mayor cantidad de dinero posible para poder vender mi departamento de Congreso y mudarme cerca de mi familia o, al menos, remodelar el baño y la cocina, que hace tiempo que necesitan arreglo".

La expansión del coronavirus en Alemania, donde se confirmaron cerca de 80 casos, no es algo que, por el momento, le preocupa a Morán. Ni piensa en que eso modificará su viaje. "Sé que hay algunos casos, pero no me da temor. Tomaré los recaudos necesarios, como lavarme las manos y evitar acercarme a personas con síntomas", dice.

Fuente: La Nación

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