A dos años de la muerte de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado a patadas por un grupo de rugbiers a la salida de un boliche, sus padres estuvieron en la escena del crimen para rendirle homenaje. 

Familiares, amigos y vecinos acompañaron a Graciela y Silvino, los padres de Fernando, con carteles pidiendo Justicia y reclamando una condena a perpetua para los ocho imputados que se encuentran detenidos a la espera del juicio en su contra.

El acto se realizó en la puerta del boliche Le Brique, que permanece cerrado desde el crimen de Fernando. Comenzó con la lectura de una carta: “Basta de violencia y que se escuche en cada rincón del mundo".

"Queremos que nuestro mensaje llegue a cada familia desde lo moral, lo espiritual, lo humanitario y lo solidario. Y, finalmente, así como en la primera marcha, queremos que este pedido de Justicia por Fer se extienda y pueda alcanzar al pedido masivo de Justicia de cada víctima de la violencia que parece no tener fin”, continuó.

Luego, distintos representantes de distintas religiones leyeron mensajes para pedir Justicia por el crimen y reclamaron que se frene de una vez la violencia.

Más temprano, Graciela y Silvino habían estado en la puerta de Le Brique: “Desde el primer momento que llegamos acá, el lunes a la mañana, fue difícil. Es como venir a buscar a Fernando, como cuando vinimos la otra vez. Pedimos a los jueces que sea una justicia ejemplar y que paguen los culpables. No la estamos pasando bien, hace dos años que estamos así, sacando fuerzas de todos lados”, afirmó Silvino.

“Queremos estar fortalecidos para que cuando llegue el juicio estemos de pie. No es nada fácil, cada día que pasa lo extrañamos más a Fernando. En este momento que se cumple un año más de su asesinato y con la fuerza de nuestros amigos que nos cuidan tratamos de seguir adelante. Queremos llegar a una justicia justa”, agregó.

En tanto, su madre reflejó la angustia que atraviesa cada día desde aquel 18 de enero de 2019, cuando mataron a su hijo de una manera tan brutal. “No hay día que no deje de llorar a mi hijo, lo mataron de una manera cruel. Estar en este lugar donde estuvo con vida por última vez es muy fuerte para mí. Traté de ser fuerte y llegar acá para poder seguir pidiendo justicia. Es lo que más deseo para que pueda descansar en paz. Cuando llegué acá vi esa imagen de cuando lo patearon sin piedad, no le tuvieron compasión. Hasta el último momento lo llamaron negro de mierda. Cuesta mucho entender que un chico de la misma edad de él haya llegado a hacerle eso”, detalló Graciela.

Pocas horas antes de la llegada de los padres al lugar donde ocurrió el asesinato, algunas personas comenzaron a dejar flores y recuerdos en el santuario creado sobre el árbol donde sucedió la golpiza. 

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