La épica travesía del catamarán Gandul: un libro que revive sueños y aventuras
El sábado 11 de enero a las 19 horas en la Real Libros, Gustavo Díaz Melogno, el navegante que cruzó el Atlántico en el catamarán Gandul, junto a un grupo de jóvenes comodorenses, presentará su libro “Gandul a fuerza de sueños.”
El Gandul, el primer catamarán construido en Comodoro Rivadavia y por comodorenses, zarpó un 23 de febrero de 1992 desde la costanera local rumbo a España. Pasaron casi 32 años de aquella hazaña, de la cual participaron 12 jóvenes y Gustavo Díaz Melogno, el gestor de una epopeya que aún hoy se mantiene viva en la memoria de la ciudad.
“El Gandul era un barco fabuloso, cargado de pecados de juventud”, relató Gustavo en una entrevista con ADNSUR.
La palabra gandul es un adjetivo, para algunos descalificativo, que significa vago, perezoso, ocioso. La historia de por qué se llamó así el épico barco construido en Comodoro la podrá contar Gustavo Díaz Melogno en la presentación de su libro, el sábado 11 de enero a las 19 hs en la librería Real.
¿Quién se animaría a decir que aquel catamarán de madera, construido a fuerza de voluntad y de sueños, transportaba a un grupo de vagos que solo buscaban evadirse de las responsabilidades que tal vez los anclaban en la ciudad?
Para quien tenga la costumbre de mirar el vaso lleno, la experiencia del Gandul fue todo lo contrario. Aquel grupo de jóvenes que estuvo un año completo construyendo un barco bajo el mando y los planos de Gustavo aprendió que el esfuerzo y la constancia eran factores fundamentales para cumplir sus objetivos en la vida.
“Fue el momento en donde todos confluimos y nos encontramos. Hicimos posible lo que no era fácil, ni previsible. No importó quién fue el aprendiz o el maestro; todos teníamos una razón para aventurarnos y aprendimos de la experiencia. Así conseguimos lograrlo, y el universo conspiró para dejarnos pasar”, expresó Gustavo Díaz Melogno.
Las páginas del “Gandul a fuerza de sueños” intentan compartir aquella experiencia. Desde el momento en que Gustavo pegó un cartel en el Club Náutico Comandante Espora que invitaba a construir un barco y a viajar en él a cambio de trabajo, hasta el día en que llegaron al Puerto de Palos en España.
Cada tramo fue una aventura, desde las reparaciones hasta la adaptación de los navegantes que convivían como una gran familia, junto a la de Gustavo, conformada por Ofelia García, su esposa, y sus hijos Ignacio y Facundo, dos pequeños en ese momento que apenas comenzaban la escuela primaria.
Racionar el uso del agua potable y la comida en altamar, respetar turnos de guardia de navegación y cocina, bañarse en alta mar o en la cubierta bajo la lluvia, estudiar y tener los nervios necesarios para afrontar una tormenta. Todas estas anécdotas serán compartidas en la charla del sábado 11 de enero a las 19 horas en la Real Libros.
“Sé que fuimos afortunados. Tuvimos la suerte de que se diera, y a la distancia tenemos que ser conscientes de que, aunque no lo hubiéramos logrado, valía la pena intentarlo. Porque eso es lo que cuenta. La persistencia es un gran valor; el resultado final depende de muchos factores, y no todos están en nuestras manos”, culminó Gustavo Díaz Melogno.