La decisión anunciada por el municipio de Comodoro Rivadavia para avanzar en la micro medición del consumo de agua plantea un debate en torno a una de las medidas que, en conjunto, pueden contribuir a atenuar la grave crisis hídrica que atraviesa la región. Un conjunto de instrumentos en el que también se analizan opciones como la desalinización de agua de mar, para el mediano y largo plazo, pero que en lo inmediato interroga sobre qué otras acciones se ejecutarán, ante la gravedad de un problema en el que está en juego la subsistencia de tres ciudades chubutenses y una santacruceña. 

Cuando se habla del “debate” que genera la medida se vincula con las quejas de aquellos sectores que manifiestan su oposición a este tipo de instrumentos, por una cuestión de costos o por temor a que el servicio se encarezca.

Sin embargo, cuando se observa la precariedad en la que se encuentra hoy el abastecimiento de agua para una región que involucra a unos 300 mil habitantes, que podrían ser más dependiendo del próximo censo, parece un contrasentido que el sistema no se haya aplicado desde años atrás. 

El lavado de vehículos y veredas con agua de red, las cañerías externas y domiciliarias sin reparación o el volcado de 40 millones de litros de efluentes generados con agua potable, sin reutilización, son algunos de los indicadores de la necesidad de revertir hábitos de consumo y políticas públicas orientadas a atenuar los efectos del cambio climático.

La retracción del lago Musters pone en riesgo la subsistencia de la región.

En efecto, si la situación ha llegado al extremo de que uno de los conductos que integran el sistema ha quedado fuera de funcionamiento, nadie podrá alegar que el problema lo tomó por sorpresa. Es que el mismo drama estuvo a punto de ocurrir en marzo de 2017, hasta que la catástrofe climática provocada por más de 400 milímetros de lluvia en 10 días hizo olvidar aquella amenaza, durante algún tiempo, dejando en cambio otras urgencias que todavía están en lista de espera de resolución.  

Los paliativos que no llegaron

No se hicieron, ni entonces ni ahora, las obras paliativas para evitar llegar a la situación límite actual. Se alegó en febrero de 2017, desde el ámbito del gobierno provincial, que no contaba los fondos necesarios para una obra paliativa, que era el corrimiento de la boca del acueducto viejo hacia una zona más interna del lago, para evitar que quedara expuesto en épocas de sequía. Por entonces, el proyecto tenía un costo de 30 millones de pesos, según declaraciones oficiales de aquella época.

Semanas atrás, el intendente de Sarmiento, Sebastián Balochi, celebró en su discurso de apertura de sesiones que aquella obra no se haya realizado, convencido como está, según evidencia en ese discurso y en otras apariciones públicas, que "en Comodoro el agua se derrocha". La actitud del funcionario refleja hasta qué punto el problema ha estado (y sigue) lejos de ser afrontado como una cuestión de Estado, por todos los municipios involucrados y el gobierno provincial en conjunto, en busca de consensos técnicos sobre lo que debería hacerse, de qué manera y con qué objetivos.

Esa obra, la del corrimiento de la toma, no hubiera implicado extraer mayor caudal del lago, sino solamente evitar que el problema llegara al punto en que se encuentra hoy, con el caudal reducido. En cualquier caso, la gravedad de la sequía ya no sólo amenaza al acueducto viejo, sino también el funcionamiento normal del “nuevo”, según quedó reflejado días atrás, cuando fue necesario reducir ese caudal y reprogramar los cortes de agua para reponer reservas.

Otro de los paliativos en los que se busca avanzar, para el próximo verano, es la colocación de bombas electro sumergibles, para poder captar la misma cantidad de agua que venía tomando el sistema. Pese a que Provincia había asignado fondos para ese proyecto en agosto del año pasado, cuando declaró la emergencia hídrica, el convenio se activó finalmente el viernes 18 de marzo, pese a los reiterados anuncios del ministro Gustavo Aguilera, de Infraestructura, de que el proyecto se iniciaría antes de que en este verano se llegara al punto crítico. 

El gobernador Mariano Arcioni y la presidente de la SCPL, Anabella Cardillo, firmaron el convenio para la instalación de bombas electrosumergibles el viernes 18 de marzo.

Si todo va bien, las bombas adicionales deberían estar en funcionamiento para el verano 2023, a fin de evitar que se repita el escenario actual. Sin embargo, esa “aspirina” estará lejos de resolver la enfermedad. Formará parte del conjunto de medidas que se requiere afrontar, entre las que incluye la obra del azud del lago Fontana, que también demandará varios años de ejecución, una vez que se concrete la apertura de la licitación y el inicio de la obra, previsto para los próximos meses. 

En ese contexto, la medición del consumo de agua en Comodoro Rivadavia, que tampoco podrá hacerse de un día para otro, sino en forma paulatina como se ha previsto, formará parte del compromiso ciudadano para el cuidado del recurso. Servirá también para determinar cuál es el consumo real domiciliario y cuánto es lo que se pierde por rotura o mal estado de las cañerías, o incluso hasta por problemas en su operación. 

Tan lejos… y tan cerca de Ciudad del Cabo

No se trata de plantear exageraciones, pero hay situaciones que reflejan que la falta de agua es un problema en distintos puntos del planeta. La experiencia de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, es una de las más marcadas por el flagelo: en 2018, habían puesto fecha al “día cero”, en el que la ciudad quedaría definitivamente sin agua. Sería el 22 de abril de aquel año, cuando ya la distribución estaba reducida, desde varios meses antes, a 50 litros por persona y por día.

Finalmente, la fecha se fue postergando, hasta que las sucesivas acciones de concientización y aportes de distintos sectores productivos, que cedieron sus reservas de agua para abastecer a la población, permitieron un doble efecto: seguir contando con aprovisionamiento constante, aun con restricciones; y ganar tiempo hasta que un ciclo de lluvias revirtió la grave sequía que había llegado a la presa del lugar, probablemente hasta su agotamiento. 

“El Día Cero ha sido lo mejor que le ha pasado a Ciudad del Cabo y a toda Sudáfrica”, aseguró tiempo atrás Benoit Le Roy, director de la asociación Water Shortage South Africa y codirector de la organización SA Water Chamber, que nuclea a unas 250 compañías privadas del sector del agua, en declaraciones a diario El País. “Sin la campaña, los grifos se habrían cerrado”.

Ciudad del Cabo. Cualquier parecido con Comodoro, es mera coincidencia. Foto: Getty/El País.

Las acciones incluyeron, también en ese caso, un conjunto de medidas: desde la reutilización del agua de la ducha para descargar en el inodoro, hasta la organización de usos productivos y la instalación de medidores de agua. 

La desalinización del agua de mar

Otra de las líneas en exploración tiene que ver con la instalación de plantas desalinizadoras en Comodoro Rivadavia. 
“La situación se viene analizando desde Comodoro Conocimiento y con la Cámara de Empresas Regionales tuvimos una reunión, en el marco de la Expo Oil&Gas, con representantes de la Embajada de Israel y miembros de empresas de ese país, donde el 100 por ciento del agua que se consume proviene de plantas de ósmosis inversa”, precisó Maximiliano Sampaoli, secretario de Gobierno de Comodoro. 

En Israel hay otra modalidad de uso inteligente, ya que el 95 por ciento de los efluentes cloacales son tratados para el recupero de uso en riegos y otras finalidades. 

“Tenemos prevista una segunda reunión para el mes de abril, para ver si podemos avanzar en un proyecto, con la elaboración de plantas modulares, que se pueden ir escalando progresivamente –describió el oficial-. Hay que analizar la factibilidad técnica y el segundo tema, no menos importante, tiene que ver con la financiación. Trataremos de avanzar en esta línea de trabajo”.

Por ahora, la idea comienza a transitar hacia el ámbito de la investigación. En el sector petrolero, el problema del abastecimiento de agua para la región también comenzó a formar parte de la agenda, según expresaron varios actores de ese sector, que trabajan en la cuenca San Jorge, durante el reciente evento realizado en Buenos Aires. 

“Sabemos que la cuestión de los costos es una traba –dijo uno de los empresarios que viene trabajando también en la transición energética, hacia fuentes no contaminantes-, pero tampoco el sistema actual es barato. Además, la tecnología ha avanzado mucho y hay opciones para investigar”.

Aunque todo suma, es necesario poner en contexto algunos datos. La planta de ósmosis inversa de Caleta Olivia será capaz de producir 500 metros cúbicos por hora cuando esté en pleno funcionamiento. Ese volumen, de 500 mil litros de agua por hora, es importante para Caleta Olivia, que desde el sistema de acueducto recibe unos 480.000 litros por hora. 

Para Comodoro Rivadavia, una planta de la misma magnitud representaría una baja proporción del caudal que consume actualmente, cuando el sistema está en pleno funcionamiento, con alrededor de 4 millones de litros por hora, es decir casid 10 veces más de lo que se entrega a Caleta Olivia.

La planta desalinizadora de Caleta Olivia ya entrega parte del consumo de agua de esa ciudad. Foto: La Opinión Austral.

La historia reciente refleja que la planta de ósmosis inversa de Caleta Olivia se construyó como anexo a la obra de repotenciación del acueducto, con un costo que en ese momento (sobre el año 2015) ascendió a algo más de 50 millones  de pesos para los módulos desalinizadores y su instalación.

Un cálculo rápido, recordando tiempos en que el dólar cotizaba cerca de los 10 pesos, permitiría determinar que el costo aproximado fue de 5 millones de dólares. 

Por pura deducción matemática, podría pensarse: si Comodoro se abastece hoy con 4 millones de litros por hora, para cubrir todo su consumo con agua de mar necesitaría al menos 8 plantas como las de Caleta Olivia, es decir unos 40 millones de dólares. 

No es imposible, aun sin olvidar que debe resolverse también el consumo energético de este tipo de plantas, que es el problema por el que en Caleta Olivia aún no funciona a pleno. Lo importante es comenzar a analizar las posibilidades para apuntalar la distribución de agua.

En todo ese contexto, la medición del consumo no hará que llueva, ni volverá a llenar las fuentes de agua ni generará automáticamente los millones de dólares que se necesitan (que por otro lado, en esta región se producen para toda la provincia a partir de regalías petroleras que volvieron a superar los 300 millones de dólares por año). 

Pero sería un comienzo, apenas una gota de agua en el lago, valga la metáfora. Y parafraseando a la Madre Teresa, "el lago también sería mucho menos, sin esa gota".  

ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer