“Cuando empecé era chino básico, un montón de información, una ensalada rusa en mi cabeza, pero dije: ‘no, ya estoy acá, hay que bailar”, dice entre risas Dora Díaz, una mujer que recientemente Aporte, empresa de la firma Forte, sumó a su equipo de trabajo, para que a futuro evalúe el desempeño de nuevos estudiantes como inspectora de soldadura.  

Podría tratarse de una mujer más de las tantas que comienzan a incursionar en el rubro del petróleo. Sin embargo, su caso es totalmente atípico. Dora es licenciada en Trabajo Social, fue directora de la Casa del Niño de Comodoro Rivadavia y tiene un máster en Gestión de Calidad y Seguridad en Medio Ambiente; un curriculum muy interesante que empieza con un antecedente que la define: antes de todo Dora fue empleada doméstica, pero quiso estudiar.

SUPERARSE DÍA A DÍA

La historia de esta pequeña pero gran mujer comienza en Sarmiento, la ciudad donde nació. Allí pasó su infancia y adolescencia, hasta que a los 14 se vino a vivir a Comodoro Rivadavia.

En la ciudad del petróleo se casó y tuvo hijos, pero su vida tuvo un giro rotundo cuando falleció su marido. Lejos de quedarse esperando ver qué hacer, Dora supo que era momento de terminar aquello que no había podido hacer de chica, y se anotó en la escuela.  

“Empecé a estudiar y no paré más”, dice a ADNSUR. “Fue hace 25 años. Cuando murió el padre de mis hijas trabajaba de empleada doméstica, pero pensé ‘siento que puedo hacer algo más con mi cabeza, no solamente limpiar’. Tuve una infancia difícil, así que quise terminar la primaria. Me faltaban dos materias y en la 83 me prepararon una mesa, después fui al Perito Moreno en la nocturna y después a la universidad, e hice toda la licenciatura en cinco años, Además, hice maestrías para complementar el conocimiento”, agrega con humildad.

Dora en su vida ha trabajado en muchas cosas, incluso fue directora de la Casa del Niño, y trabajó en el Hogar Ancianos Pablo VI, pero en un momento se cansó de todo y quiso volver a darle un giro a su vida.

“Hice varias cosas, pero llegado un momento dije voy a desarrollarme en otro ámbito laboral que no sea el humanístico, que era en el que ya estaba. Así que de tanto estudiar el mercado encontré que me gustaba la soldadura. Investigué y llegué a Aporte. Empecé a estudiar y no paré. Hace dos años que empecé”, dice con orgullo.

La historia de Dora Díaz, la mujer de Comodoro que fue empleada doméstica, se graduó de Trabajadora Social en la Universidad y hoy es inspectora en soldaduría

ENTRE CHISPAS Y ELECTRODOS

Diego Andrés Segovia, es inspector de soldadura y está a cargo de la coordinación y certificación de Aporte, empresa de Forte vinculada a la industria petrolera, que desde 2013 a través de una escuela forma en soldadura a personas que quieran insertarse laboralmente, como también a aquellos que quieran desarrollar tecnologías nuevas.

Cuenta que de un total de 500 personas por año que asisten a los cursos de soldadura, certificaciones de soldadura, amoladores, y certificaciones de amoladores, solo 10 son mujeres por año y una de ellas es Dora.

“Generalmente son mujeres que le gustan hacer cosas en la casa o que han puesto talleres mixtos donde necesitan la soldadura de por medio o manejar la amoladora. En el caso de Dora, ella está en un programa muy interesante que es inspector de soldadura, que dura un año. Es un área que apunta a la supervisión, porque todo proyecto debe estar supervisado por alguien que debe tener conocimiento en soldadura. Ahí tenemos la representación del IAS (Instituto Argentino de Siderurgia), que son los líderes del mundo de la soldadura en Argentina, y ahí surge la posibilidad de realizar esta capacitación”.

Dora por el momento debe certificar el nivel 1 para seguir avanzando. Una vez que lo haga y tenga mayor experiencia en soldadura podrá rendir rendir el nivel 2, tal como especifica la norma IRAM. 

Segovia aclara que en el caso de ella se trata de un proceso de inducción que apunta a que sea quien evalúe a los futuros estudiantes. Es que la empresa quiere tener en su staff gente que sobre todo tenga ganas de enseñar. 

“Nos gusta brindarnos a quienes vienen a aprender, entonces cuando encontramos esa visión, se da mucho más natura la inserción a la empresa”, dice con orgullo.

Dora admite que ahora para ella ya no es chino básico hablar de soldadura. “Vas aprendiendo día a día. Ahora ya manejo los códigos. Creo que es muy importante en este rubro ser disciplinado y es una de las cosas que me favorece porque hay que leer muchísimo y son normas en inglés. Es muy amplio, no terminás nunca de aprender, hay normas que están establecidas, así que eso es muy interesante porque se busca mucho la calidad del desempeño, la tarea y del trabajo realizado, y eso me parece muy significativo. Pero ahora lo que quiero es trabajar en el área y seguir preparándome, porque acá aparecen conocimientos nuevos que si o si tenés que manejarlos”, dice con entusiasmo. 

La entrevista está por llegar a su fin. Ya son cerca de la una y Dora debe bajar al taller. Se la ve feliz y tiene un motivo. Es que como dice "se puede trabajar en cualquier rubro, cualquier área donde uno se sienta feliz de hacer eso. Hay veces que la gente trabaja por un sueldo, pero eso no sirve mucho, porque la persona termina asqueada y lo hace a desgano, pero que lindo es elegir algo y decir esto me gusta y lo voy a hacer con todas las ganas”, sentencia esta mujer que eligió estudiar y superarse, demostrando que nunca es tarde para seguir aprendiendo.

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