CAPITAL FEDERAL - "En mi opinión, si uno se lo propone, no hay barrera que no se pueda cruzar. Depende de la discapacidad que se tenga, se desarrollan otros sentidos. En mi caso, puedo tocar un instrumento o practicar deportes", dice Facundo Julián Drujera, un joven de la rionegrina ciudad de General Roca, que hoy cumple 23 años y es todo un ejemplo de lucha, perseverancia y ganas de atravesar las barreras que, para el común de los mortales, podrían parecer imposibles de traspasar.

Facundo nació a los seis meses de gestación. Stella, su madre, percibió el embarazo recién a las once semanas y con sorpresa. No estaba en los planes agrandar la familia debido a los problemas que atravesaba Soledad, hermana de Facundo, quien fue la protagonista de unos de los primeros trasplantes de hígado del país, allá por 1993. Sin embargo, el hogar fue bendecido con la llegada de este bebé que rápidamente se convirtió en ejemplo a partir de atravesar determinadas dificultades físicas. "Perdí la visión al año y medio de vida. Tuve desprendimiento de retina o retinopatía de prematuro. Además, padecí una mala praxis que me dejó sin la totalidad de la visión del ojo izquierdo. Ese ojo es una catarata enorme. Con el derecho puedo ver luces y sombras, gracias a una operación que me hice en Buenos Aires en el 2003", cuenta con un entusiasmo envidiable.

Nacido y criado en la ciudad de las manzanas, no se amedrenta por nada y lleva adelante una vida normal adaptándose a cada circunstancia y desafiando sus propias limitaciones que, en su caso, no parecen tales. Hoy, toca la flauta traversa (integró durante una década la Orquesta Juvenil Municipal) y es deportista (practica atletismo, juegos con pelota y natación). Además, tiene un programa de radio, escribió un libro y suele participar de giras musicales o deportivas fuera de su ciudad.

Fotos: La Nación

"Me gusta decirles a esas personas que creen que no pueden, que, si se quiere realmente, se puede. Siempre vamos a equivocarnos, nos va a costar el doble, o vamos encontrar cosas más difíciles de lo que pensábamos, pero cada día se aprende algo nuevo. Nos pasa a todos. Yo también tengo mis aciertos y mis errores, de los cuales puedo aprender", afirma este joven con una madurez y claridad conceptual que solo pueden darles su intensa vida.

"Hace poco me fui solo y visité a una amiga sin avisarle a nadie. Lo medité desde la noche anterior. Tal vez son cosas muy sencillas, pero por algo se empieza"

En lo cotidiano, reconozco que aún me faltan muchas cosas por aprender. Me pongo muy contento cuando hago algo que siempre quise hacer en la casa y antes no sabía cómo, o aprender a ir a un lugar cercano por primera vez", confiesa, eufórico. "Hace poco me fui solo y visité a una amiga sin avisarle a nadie. Lo medité desde la noche anterior. Tal vez son cosas muy sencillas, pero por algo se empieza. Hasta con lo más sencillo aprendés mucho para después encontrar tu propio mundo. Sé que no estoy solo y que puedo dar mucho más de cada cosa. De las caídas aprendo, soy joven. Y no lo digo solo por mí, sino por todo aquel que pase por una situación difícil o se ponga rótulos o límites. A los no se los pone uno. El no siempre está. Pero antes que él no, que a uno se le cruza, está el sí puedo y el debo ir para adelante sin importar los obstáculos que tenga en el camino. Nada es imposible, siempre y cuando busques la manera y no te quedes de brazos cruzados", dice, casi a modo de enseñanza, sin ánimo de sermones.

EL COSTO DE LA DISCRIMINACIÓN

A pesar de su carácter sociable, tuvo que sortear prejuicios, vacíos, incomprensión y burlas de sus compañeros de colegio. "En la escuela primaria sufrí discriminación. Si bien con mis compañeros nos conocíamos desde el jardín de infantes, no tenían demasiado respeto hacia mí. Se burlaban cuando tenía que hablar y no les caía muy bien mi participación en clase", recuerda, como quien no padece sino que contempla con pena la reacción de quienes no pudieron entenderlo.

En sexto grado todo cambió. Facundo se mudó de colegio y fue acompañado por compañeros más comprensivos con quienes lo pasó mejor. Fue en la Escuela Especial N° 12 donde conoció a sus verdaderos amigos, con quienes aún mantiene una férrea amistad. Además, como cualquier joven, no se priva de conocer chicas ni de llevar una vida social activa. Su familia es su gran puntal: "Tengo unos padres que siempre se preocuparon por darme todo y tres hermanos, Sole, Agus y Tomás, con quienes estamos muy unidos, aunque tenemos nuestras diferencias, como todos. Ellos me apoyan, me impulsan a seguir adelante sin bajar los brazos".

HERENCIA MUSICAL

Fue Luis, su padre, quien lo introdujo desde chico en la afición por los pentagramas. Clásicos, Queen (es fanático de la banda), Vangelis, Tina Turner, Astor Piazzolla y sigue la variopinta lista de nombres. Se dio todos los gustos: desde cantar en el coro de la Escuela 12 a pisar grandes escenarios con notables intérpretes: "Una vez canté con León Gieco en Cipoletti y con Alejandro Lerner en el escenario del Club del Progreso y en la Fiesta de la Manzana", recuerda, emocionado. Los artistas que pisaban General Roca conocían la historia de aquel niño, hoy todo un hombre, y no se privaron de tenerlo en escena en sus shows en el Alto Valle.

La década que pasó integrando la Orquesta Juvenil de General Roca, le permitió realizar giras por diversas ciudades y llegar con su arte a Chile. Y, como toda estrella, grabar un CD que registrara el repertorio.

COMPETIDOR TODO TERRENO

También la Escuela 12 fue la que le inculcó la pasión por el deporte. "Al principio no encontraba el entusiasmo, pero con el tiempo lo fui disfrutando. El verdadero amor llegó a los 12 años cuando conocí el atletismo, con las primeras carreras de 50 metros y lanzamiento de pelota de softbol, logrando el primer lugar. Integré giras provinciales y las delegaciones de los Juegos Evita", detalla, con orgullo y agrega: "En los Juegos Evita participé en cinco ocasiones logrando dos terceros puestos a nivel nacional en salto en largo y tengo más de 40 medallas obtenidas en pruebas como carreras de 80, 100 y 200 metros. Además de lanzamiento de bala, salto en largo y natación".

La última medalla en el agua la logró en la ciudad de Alem en 2015 en un campeonato nacional en el que recorrió 25 metros libres. Llegó a competir en cinco disciplinas diferentes en una misma semana. Hoy su entrenamiento está abocado a los juegos con pelotas. Está claro que nada es imposible para él. Incluso, colabora en la Fundación de la Asociación de Ayuda al No vidente (Aanovi) desde el año pasado.

RESILIENCIA

Facundo es un ejemplo de resiliencia, esa posibilidad hoy aplicada a los seres humanos, pero proveniente de la física, que refiere a la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas y salir adelante fortalecido. Superó obstáculos durísimos, aunque él les reste gravedad. Sin embargo, lleva una vida tan o más activa que cualquier persona sin su discapacidad visual. "Mi vida es muy linda. Nunca me faltó nada. Soy positivo y cuando me pongo mal por algo porque en el momento no le encuentro explicación, tomo distancia y al tiempo me río y me pregunto por qué me hice problema".

Facundo no vive en una ilusión ni en un mundo ideal. Tiene sus bajones y en esos golpes encuentra el motor para volver a la superficie con más fuerza. "He pasado por momentos difíciles. A veces, he sentido que retrocedía. Eso me llevaba a aislarme. Pero como busco el lado positivo, salgo adelante".

La música de Demi Lovato ha sido un estímulo en momentos de baja estima. Tal es su admiración que pudo obsequiarle, en el Luna Park, un ejemplar de su libro en el que narra sus vivencias. "Gracias a Demi me siento fuerte como un guerrero", sentencia. Queen es otra de sus grandes pasiones musicales. Tanto como River Plate o ir a escuchar grandes conciertos de rock en Buenos Aires junto a su padre. Y, como si toda esta actividad no fuese suficiente, además es periodista y ejerce su profesión en radios locales.

No hay límites para este joven que se maneja con computadoras y celular. Cuenta con un lector de pantalla que habla y le verbaliza lo que él acciona. Y utiliza el sistema braille en las partituras de música.

"Siempre vamos a tener obstáculos en el camino, solo hay que encontrar la fuerza y el valor para superarlos", concluye, con lo que es su declaración de principios, una suerte de máxima filosófica con la rige su intensa, ejemplar y feliz vida a orillas del Río Negro.

Fuente: La Nación

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