Nunca es tarde para aprender: Rubén Giorgio se graduó como abogado a los 76 años
Luego de una vida dedicada a la técnica electromecánica, decidió estudiar el idioma italiano en la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco, sede Trelew. En los últimos años, quiso dar un paso más para recibirse de abogado. Los recuerdos de los abuelos inmigrantes y de los padres se hacen más presentes que nunca. El orgullo por la universidad pública, gratuita y federal.
En una era donde las metas suelen asociarse con la juventud, Rubén Giorgio desafió todos los paradigmas. A sus 76 años, este vecino de Trelew recibió su título de abogado en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (sede Trelew), convirtiéndose en un ejemplo de perseverancia, amor por el aprendizaje y defensa de la educación pública, gratuita y federal.
Su logro no solo es personal, sino también una lección inspiradora para quienes creen que existe una edad límite para alcanzar nuevos sueños.
Rubén nació en 1948 en Zapala, Neuquén. Hijo de un militar, pasó parte de su infancia y juventud en La Plata, donde completó sus estudios como técnico mecánico electricista.
Con el tiempo, la vida lo llevó al sur del país, específicamente a Trelew, en busca de oportunidades laborales.
En la ciudad, desarrolló una carrera profesional en distintos ámbitos. Pero, en la Dirección General de Servicios Públicos, llegó al máximo escalafón permitido por el convenio colectivo antes de jubilarse y emprender nuevos proyectos.
Tras su jubilación, lejos de detenerse, Giorgio exploró diversos intereses culturales. Dictó cursos de filatelia y participó en actividades sociales, comunitarias y políticas. Incluso ocupó posiciones gremiales de relevancia.
Su primer acercamiento a la Universidad de la Patagonia llegó cuando, motivado por sus propias raíces familiares, aprendió el idioma italiano.
Pero su mayor desafío sería la decisión de ingresar a la carrera de abogacía con el único objetivo de aprender y mantenerse activo intelectualmente.
El proceso educativo fue enriquecedor para Rubén, quien disfrutó de cada materia del plan de estudios. Su interés abarcó desde la Sociología hasta la Economía y las Ciencias Políticas, a través de la influencia que estas disciplinas generan en el Derecho y en la sociedad.
A través de su experiencia, Rubén subraya la importancia de estar informado y participar activamente en la vida política, ya que las decisiones tomadas afectan a toda la comunidad.
“Lo hice por satisfacción personal. No hay límites para lo que uno quiere hacer, no importa la edad”, afirmó Rubén.
“La carrera de abogacía es muy completa porque integra el Derecho, la Economía, la Sociología, las Ciencias Políticas y la Comunicación, entre otras”, valoró.
Durante los años de estudio, compartió aulas con jóvenes que tenían la edad de sus nietos e incluso bisnietos, pero también encontró a otros adultos mayores que desafiaban las expectativas y los estereotipos sociales.
Aunque no solía trabajar en grupo por las diferencias de horarios y ritmos, siempre se sintió integrado con sus otros compañeros.
Rubén afirmó el apoyo de su esposa, Delta, quien le permitió dedicarse plenamente a los estudios.
La clave de su éxito fue su curiosidad y el apoyo familiar.
“Mientras pueda caminar, seguiré aprendiendo”, aseguró. El pasado 5 de diciembre, promocionó su última materia junto a dos compañeros, convirtiéndose en uno de los primeros egresados del nuevo plan de estudios de la Universidad.
A pesar de obtener su título, principalmente por satisfacción personal y no por un interés inmediato en ejercer profesionalmente, Rubén se siente motivado a contribuir al ámbito académico y colaborar con las trayectorias educativas de los estudiantes.
Rubén también destaca la importancia de la educación pública. “Es un logro de todos y hay que defenderla. La calidad de nuestra educación gratuita es algo que debemos valorar y proteger”, subrayó.
Ahora, su curiosidad lo lleva hacia nuevos horizontes. Fascinado por la ‘Inteligencia Artificial’, Rubén quiere conocer todas sus características, en lo que se demuestra que el aprendizaje no tiene fin.
Su historia ha resonado - profundamente - en las redes sociales y en los medios de comunicación, lo que provoca un ejemplo de inspiración para que otras personas profundicen sus conocimientos a pesar de una edad solo biológica, pero no actitudinal.
Con esta convicción, no solo alcanzó un sueño personal, sino que también se convirtió en un símbolo de resiliencia y esperanza para todas las generaciones.
Su historia es un 'faro' que nos recuerda que es posible reinventarse y perseguir nuevos objetivos.
No hay edad para el conocimiento cuando hay un ‘motor propio’ arrollador dispuesto a enfrentar nuevos desafíos que nos permiten crecer como personas y como ciudadanos comprometidos con nuestras comunidades.