Rancho Patagónico, un refugio para viajar en el tiempo
A poco más de 300 kilómetros de Comodoro, y sobre una de las pocas rutas de ripio que quedan en la Patagonia, llegamos a un escenario que nos transporta a épocas más antiguas... No solo por la belleza cercana e imponente del bosque petrificado que tiene el árbol más grande del mundo, sino por la magia de transitar y experimentar la vida cotidiana de la manera que lo hicieron los viejos pobladores de estas tierras.
A este enclave natural en medio del macizo del Deseado se puede llegar desde Jaramillo, a través de la Ruta Nacional Nº3 y luego por la 49, y desde Pico Truncado, siguiendo por la Ruta 12. Podríamos mencionar las casi 11 mil hectáreas de Patagonia por las que se extiende, pero el verdadero tesoro de este lugar no se mide en kilómetros, si no en años. En millones de años.
Es que Rancho Patagónico propone viajar en el tiempo atrás, muy atrás. Tanto, que nos encontramos con un clima mucho más cálido y húmedo que el actual -porque la cordillera de los Andes aún no había surgido- y nos cruzamos con enormes dinosaurios deambulando por un extenso bosque de araucarias y coníferas donde los árboles podían rondar los 100 metros de altura y superar los 3 mts de diámetro.
Millones de años -y condiciones muy particulares- fueron necesarias para que ese escenario cambiara y se convirtiera en lo que es hoy: el bosque petrificado que conserva el árbol más grande del mundo, un tronco con una extensión de 47 metros.
Hoy el paisaje es muy diferente, pero majestuoso con muros de piedra y valles erosionados, y pleno de animales como choiques, tucúquere (un enorme búho), guanacos, piches, zorros grises y muchos otros, que nos observan entre matas de calafate, molle, algarrobo patagónico, duraznillo y otras autóctonas de la Patagonia.
Rancho Patagónico invita a retroceder algunos años, ya no midiendo el salto en eras geológicas, como en el caso del bosque petrificado, sino en décadas... y situarnos en el 1940 para experimentar la cotideaneidad de esos pobladores que vivieron y consolidaron el desarrollo de este lugar.
Nos recibe un rancho típico de los '40, de pisos alisados, con un frente de adobe -como las primeras construcciones en Patagonia- otra parte de chapa y otra de cemento, tal como se hacía antaño cuando se iban ampliando las viviendas a lo largo del tiempo. El edificio fue restaurado manteniendo los materiales usados en esa época, y sin agregarle elementos que corresponden a años posteriores. La calefacción es a leña, al igual que su cocina, y los fogones están presentes en cada habitación de la casa, incluidos los dormitorios.
"El mundo va tan acelerado que está bueno un cable a tierra, volver a las cosas simples, a encontrarse a uno mismo, con su familia, con su pareja", sintetiza Nelson Mazquiarán, que reconoce que "se enamoró del lugar" y que de ese amor a primera vista surgió la idea de compartir la posibilidad de descansar y desconectarse en un lugar donde "el protagonista sea la naturaleza, la belleza desconocida que tenemos en Patagonia".
El rancho cuenta con tres habitaciones y puede albergar unas 12 personas. Ofrece alojamiento a grupos de amigos, familias, parejas y hasta solitarios que quieran experimentar la inmensidad del paisaje. En cualquiera de los casos, las reservas son exclusivas y no compartirán el espacio con otros huéspedes. "Quienes reserven, sean una pareja o una familia, tendrán la casa para ellos solos, no ingresarán otros huéspedes aunque haya habitaciones disponibles", explica Mazquiarán.
Además, pueden optar por contar con la ayuda de un matrimonio de pobladores locales para que los espere con suculentas comidas "como las de la abuela", o experimentar por sí mismos el encanto de la cocina a leña.
Reunirse en la mesa y reencontrarse, con el otro y con uno mismo, dejarse rodear por el silencio, sumergirse en un océano de estrellas, caminar por los mismos senderos que recorrieron los antiguos pobladores, algunos refugiados alemanes, y -mucho más atrás en el tiempo- gigantescos dinosaurios.
Volver en el tiempo, replegarse hacia el pasado, para redescubrir lo que tenemos oculto a plena vista.
Podés encontrar más info del Rancho Patagónico acá
CÓMO SE FORMÓ EL BOSQUE PETRIFICADO DE JARAMILLO
En esa zona, hace 150 millones de años, se desarrolló un gran bosque de araucarias junto con especies de pinos, helechos, cicas y benetitales semejantes a palmeras (hoy extintas). El paisaje era muy diferente al actual. La Cordillera de los Andes no existía como tal y en su lugar se extendía el mar. El clima era más cálido y húmedo. Tras el cambio de las condiciones ambientales producidas por los vulcanismos, este ambiente quedó sepultado bajo capas de ceniza y otros sedimentos.