Se conocieron en el jardín de sus hijos, se hicieron amigas y crearon una fábrica de alfajores en Comodoro
Eva Restaino y Marta Ferreyra se conocieron hace años, cuando sus hijos iban al jardín, y forjaron una amistad. Hace cinco años, Marta realizó uno de los cursos de pastelería que su amiga daba en Muffing&Co, sin saber que sería el inicio de un camino que hoy las vuelve a juntar en "Marea", un emprendimiento de alfajores patagónicos.
“Nos hicimos amigas enseguida”, dice una. “Éramos las mamás que trabajamos y las dos que corríamos como locas para llegar al jardín", agrega la otra. Esta es la historia de Marta Ferreyra y Eva Restaino, dos mujeres de Comodoro Rivadavia que hace unos meses decidieron iniciar juntas un emprendimiento de alfajores. "Marea" hoy crece paso a paso y cada vez más familias aseguran haberlo probado.
Marta y Eva se conocen hace varios años, desde cuando sus hijos iban a jardín de infantes. Como dicen, eran las mamás de sala de 4 que siempre andaban corriendo; combinaban sus trabajos de administrativas en empresas petroleras con su rol de madres. Así se encontraban de lunes a viernes entre guardapolvos y canciones infantiles, y terminaron forjando una amistad más allá del jardín.
El destino parece haber jugado a favor de estas dos mujeres. Tiempo después ambas dejaron su puesto de administrativas; una cuando la empresa en que trabajaba cerró y la otra porque decidió renunciar para poner una pastelería americana, Muffing&Co, que funcionó en el barrio Roca durante un tiempo.
Cuando Eva decidió cerrar el local se abocó exclusivamente a dar clases y trabajar en forma independiente en el rubro. Muchas mujeres se engancharon, entre ellas Marta, quien decidió incursionar en ese rubro que siempre le había atraído.
“A mi siempre me gustó la pastelería porque en mi familia la cocina nos gusta a todos"; dice ella a ADNSUR. Mi bisabuela cocinaba, mis tíos, mis viejos. Somos una familia de cocineros, no profesionales pero a todos nos gustaba la cocina. Y mi madre es repostera, así que cuando la empresa en que trabajaba se fue de Comodoro, me puse a hacer cursos y empecé con Eva”.
Luego de un año de curso Marta empezó a vender como su maestra, en su casa. En su caso se abocaba principalmente a las tortas. Así siguieron su camino: Marta haciendo tortas y Eva realizando cursos y atendiendo el cotillón que tiene en Kilómetro 4.
UN EMPRENDIMIENTO QUE NACIÓ GRACIAS A UN VIAJE
Este año el destino otra vez las volvió a juntar para poner en marcha “Marea”, el emprendimiento de alfajores que no para de crecer.
“Era algo que queríamos hacer", dice Marta al contar cómo empezó todo. "La idea surgió en mis vacaciones. En marzo de 2019 viaje a Córdoba, estuvimos en las sierras y caímos en una casa de alfajores artesanales. Cuando vine acá le comenté a ella y también había estado viajando por la costa, entonces dijimos acá no hay nadie que haga alfajores artesanales; tenés los que realiza una casa de chocolates, pero ninguno que haga exclusivamente alfajores”.
En el Día de la Madre del año pasado, Marta y Eva realizaron la primera venta, una prueba piloto para ver qué aceptación tenía. Con 30 cajas no solo vieron su potencial sino también pudieron ahorrar dinero que les sirvió para hacer las pruebas de laboratorio este año.
Luego de un largo de tiempos de investigación, en mayo de este año comenzaron la producción y desde entonces no pararon, aumentando cada día más la cantidad de cajas que venden.
“Todas las semanas va aumentando la producción, pero hacemos todo nosotras. No tenemos amasadoras, no tenemos bañadoras, entonces lo hacemos a una escala pequeña. Es 100% ciento artesanal. Como venimos la idea es incrementar la producción, pero no queremos perder la esencia del alfajor artesanal: la cantidad de relleno que tienen, los envoltorios, la imagen”, dice Marta.
En la actualidad Marea ofrece seis sabores y el objetivo es seguir creciendo en la región. “Queremos que el producto llegue bien al público, que crezca, pero sin perder la calidad de la materia prima que es toda de la zona, pero además que la relación precio - calidad sea buena”, dice Eva, soñando por qué no, con tener una fábrica en algún momento.