Muchos hogares caen en la trampa de guardar sobras de comida en ollas y meterlas en la heladera, pero esta práctica común puede ser una bomba de tiempo para la salud. 

Los expertos advierten que este hábito puede llevar a intoxicaciones alimentarias y otros problemas graves.

El problema radica en que las ollas no están diseñadas para preservar los alimentos de manera segura. A diferencia de los contenedores herméticos hechos específicamente para almacenamiento, las ollas permiten la entrada de aire, lo que facilita la proliferación de bacterias dañinas.

Según un estudio publicado en la revista Environmental Sciences Europe, el principal peligro radica en los alimentos ácidos que, al almacenarse en ollas, pueden provocar la transferencia de metales como el aluminio al contenido. Estos metales pueden llegar a niveles peligrosos, superando los límites seguros de ingesta.

No se deben guardar ollas con comida en las heladeras
Foto: GY5Mas

"La exposición prolongada a estos metales puede tener efectos tóxicos, afectando la salud neurológica y ósea", explica el informe.

Pero eso no es todo. La Organización Panamericana de Salud (OPS) también advierte que las ollas no ofrecen el sellado hermético necesario para preservar los alimentos de manera segura. "A diferencia de los tuppers o contenedores de plástico diseñados específicamente para la conservación, las ollas permiten la entrada de aire, lo que puede llevar a la contaminación cruzada y facilitar la proliferación de bacterias que pueden causar intoxicaciones intestinales", señala el organismo.

Otro aspecto crítico, según la OPS, es que introducir una olla caliente en la heladera activa una distribución desigual de la temperatura dentro del recipiente. "Esto provoca que el centro de los alimentos permanezca caliente por más tiempo, un entorno ideal para la reproducción de bacterias patógenas", advierte el informe.

Los expertos recomiendan almacenar los alimentos perecederos en contenedores herméticos diseñados específicamente para la conservación de alimentos y mantenerlos refrigerados a una temperatura entre 0 y -8 ºC. Además, su tiempo de conservación no debe superar los cinco días. En el caso del pescado fresco y la carne picada, el plazo se reduce a apenas dos días.

Con información de Los Andes, intervenida con IA, editada y redactada por un periodista de ADNSUR

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