CAPITAL FEDERAL - Durante la adolescencia llenamos los espacios de nuestra habitación con objetos y elementos que nos motivan. Posters de fanáticos, ositos de peluche, corchos que desbordan de fotos, entre otras cosas.

Sin embargo, todos ellos tienen fecha de caducidad como la adolescencia misma.

A continuación, una lista de los elementos que deberías quitar de tu hogar si ya superaste los 30.

1- Sábanas con dibujos animados:

Los calzoncillos con mensajes o las medias con dibujitos pueden resultar chocantes, pero nada supera la impresión de encontrar una cama con sábanas que contengan dibujos animados, algún héroe de cómic, o corazones.

2- Un corcho con fotos

Los paneles de corcho formaron parte del paisaje de nuestra infancia. En ellos pegamos imágenes de nuestros amigos, notitas de esos compañeros que nos gustaban, recortes de nuestros ídolos y nuestros actores favoritos. Pero con la madurez se impone un orden: si tienes fotos de amigos, enmárcalas. Si tienes recortes de prensa, archívalos. Si tienes notas y cartas de adolescencia, mételas en un sobre.

3 Tu colección de botellas y latas de cerveza

La colección que nos divirtió durante la juventud, no puede quedar en la estantería pasados los 30.

4 – Muñequitos de Lego a la vista

Los muñecos que armamos con los LEGO durante la infancia constituyen un tótem cultural. Sin embargo, pasados los 30 dejemos esos bellísimos juegos para las habitaciones de los más pequeños.

5- Orlas colgadas de las paredes

El orgullo por haberte graduado en el instituto y por haber terminado la carrera puede durarte para siempre, pero la orla colgada de la pared no debería perdurar pasados los 30.

6-Tu colección de trofeos de adolescencia

Con ellos pasa como con los títulos: es estupendo tenerlos, pero no es nada bonito presumir de ellos.

7 – Peluches en el salón (o en cualquier sitio que no sea la habitación del niño)

Que guardes con cariño a tu osito de peluche, que durante las noches más frías y largas de tu infancia te ayudó a dormir sin miedo, es tierno y bonito. No obstante, que esté expuesto en el sillón de tu living comedor es inquietante.

8 -Letras gigantes formando palabras

Una letra o dos a lo sumo de un viejo letrero luminoso que compramos en una casa de antigüedades puede dar mucho encanto a tu hogar. Pero acabemos con las palabras “Love”, “Home” o “Family”.

9 – Libros titulados “1000 cosas que deberías…”

Este tipo de libros se agradecen en la adolescencia. Nos hacen descubrir películas, ciudades, obras de arte, personajes importantes de la historia… pero pasada esa etapa lo mejor que puedes hacer con ellos es donárselos a otro adolescente para que hagan lo mismo con él.

10- Premios de plástico con premios de broma “Al mejor primo”. “Al mejor abuelo”. “Al mejor papá”.

Fue algo muy divertido durante la juventud, pero pasado un tiempo, lo mejor que puedes hacer con ellos es guardarlos.

11- Retratos de ti mismo en un tamaño superior a una foto mediana.

A menos que seas Beyoncé o David Bowie, un retrato gigante de ti mismo para recibir a las visitas únicamente conseguirá que abran un debate sobre las dimensiones de tu ego y tus problemas de autoestima.

12- Bufandas de tu equipo de fútbol colgadas de las paredes

No tiene ningún sentido usar algo feo y que junta polvo como elemento decorativo.

13- Botellas de alcohol vacías expuestas como trofeo

Aquellas botellas que guardaste porque te generan un buen recuerdo, es preferibles tirarlas pasada una cierta edad.

14- Objetos graciosos en el baño

Cuando llegas a la vida adulta, tus sentidos necesitan paz y tranquilidad cuando haces tus cosas en el retrete.

15- Lucecitas

De niño evitaban que te asustaras cuando apagaban la luz, pero cuando llegas a los 30 es mejor acabar con ellas y apreciar la oscuridad.

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