Su hija tiene epilepsia, necesita subir de peso, toma una leche que sale más de $60 mil cada lata y no tiene trabajo
Jesica habló con ADNSUR y explicó que Alma, su hija de 5 años de edad, "está con un tratamiento nutricional para recuperar peso", debido a que en pocos meses bajó más de 10 kilos. La menor tiene epilepsia refractaria con convulsiones que pueden llegar a 10 veces diarias, por lo que se le dificulta poder trabajar porque necesita de mucho cuidado.
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Su hija tiene epilepsia, necesita subir de peso, toma una leche que sale más de $60 mil cada lata y no tiene trabajo
Jesica, es mamá de Alma, una nena de 5 años que tiene epilepsia refractaria y retraso madurativo. “Está con un tratamiento nutricional, por medio de sonda, toma una leche especial para recuperar peso y es muy cara. En pocos meses perdió 10 kilos, explicó la joven.
Según señaló, cada lata de esa leche cuesta $63.000 (Vital RR) y la necesita cada un día y medio, mientras que para brindarle los cuidados que la niña necesita, se le hace difícil sostener un trabajo y esto convierte a la situación económica en un escenario complejo.
“No tengo trabajo y tampoco puedo trabajar por su condición, ella convulsiona dos o tres veces en el día, pero puede llegar a diez o más”, señaló respecto al estado de salud de la menor.
“Ella hace cinco a seis tomas, cada día y medio consume una lata. En el Hospital Regional la nutricionista me dio la planilla para retirar la leche en farmacia, indicó 44 latas en total y de esas sólo me dieron dos porque no hay y no llegan", relató Jesica, y agradeció la ayuda de una fundación que la ayudó a conseguirlas en el último tiempo.
En tanto, continuó detallando “las sondas nasogástricas salen $35.000, necesita un tipo de curitas que van pegadas en la cara. Alma está en este momento con puntos en la cabeza, porque en una convulsión se abrió y le hicieron tres puntos. Le hemos hecho un casquito casero pero no sirve mucho”, comentó.
“Las autoridades me dieron una ayuda económica de $15.000, el alquiler me sale $100.000, no puedo trabajar. Lavaba acolchados hasta que se me rompió el lavarropas, planchando también en mi domicilio porque no puedo dejar a Alma y tampoco tengo ayudante terapéutica”, relató.