Venden 300 cubanitos por día en Ruta N°3 junto a sus tres pequeños hijos: la historia de superación de Roberto y Liliana
Son una pareja joven de Bahía Blanca que llegaron hace 5 años a Comodoro Rivadavia buscando mejores condiciones laborales y de vida. Hoy venden más de 300 cubanitos por día y hasta han llegado a 600 diarios. Un ejemplo de la constante búsqueda de autosuperarse siempre.
Todos los días desde las 17 horas y hasta las 20 despliegan una mesa al costado de la Avenida Libertador y ruta 3 -en la calle lateral de la Administración de YPF en K m 3- y ofrecen cubanitos artesanales rellenos de dulce de leche a los cientos de automovilistas q transitan por allí. "2 x 100 pesos", dice el cartel de cartón escrito a mano alzada que se cuelgan del cuello con una piola. Son carismáticos, simpáticos en el trato y quienes observan la escena desde afuera se preguntan a qué artilugio echan mano para volver siempre con las manos vacías a rellanar más cubanitos.
"Hace tres años que estamos vendiendo acá, siempre con respeto y la gente compra. A veces se vende todo y a veces no se vende nada", explica Roberto a ADNSUR, que dice que en promedio llega a vender unos 300 cubanitos diarios. Aunque el récord fueron 600 en un día.
Tienen 28 y 27 años, están casados hace 15 y tienen tres hijos que todos los días los acompañan como observadores en la tarea de rellenar, embolsar y ofrecer el producto "con el mayor de los respetos", dice Roberto. Ellos juegan, corren y entre todos cuidan a la bebe que espera en su butaca en el auto familiar.
Roberto reacondicionó la boca de una máquina de churros y con eso rellena con dulce de leche los cubanitos que compran en grandes cantidades. "Preparamos el dulce y enseguida los ponemos en bolsas por el tema de la tierra y el viento o algún insecto”. Cuando el tiempo y el bolsillo acompañan preparan rellenos de crema, crema de frutilla y ahora van a incursionar con la crema de limón.
“Por ahora no tenemos carro, pero estamos juntando plata para comprar uno y el día de mañana estar en un lugar mejor", desea.
No tienen un trabajo formal, “pero sí estable”, aclara. “Porque venimos todos los días, con lluvia, viento o calor”. Tiene estudios de idioma y Marketing pero cuenta que no tiene la oportunidad de trabajar de eso entonces “directamente lo hago trabajando en la calla y ahí es la mejor manera de hacer lo que yo estudié. Es el único ingreso que tenemos trabajando en familia”. Liliana, su esposa, además ofrece trabajos como modista y lavado de acolchados, frazadas, sábanas, almohadas, alfombras que hacen en su propia casa de barrio Laprida.
VIVIR AL DÍA
Cuando llegaron a la ciudad, Roberto comenzó a trabajar juntando cajones de verdura en “La Saladita”: “Me pagaban 100 pesos las 8 horas de trabajo. Después me pagaban 200 pesos si llevaba los productos de la señora hasta la casa y la ayudaba. Pero como los 200 pesos no me alcanzaban para comer les pedí que me dieran un poco de verdura para hacer una sopa para los chicos. Me daban una bolsa de verdura y cuando llegaba a la casa solo había tres zapallitos buenos y el resto todo podrido. Jugaban con la necesidad de uno", lamentó.
Además, el joven trabajó en panaderías y restaurantes de la ciudad. “No es fácil vender acá, nosotros estamos con los nenes y hay gente que llama a la policía porque dicen que los nenes están siendo explotados. Los nenes no venden, yo les enseño cómo trabajar, a ganarse el dinero. Antes de llevarlos a robar y enseñarles a robar prefiero que vean como el padre se gana día a día trabajando. Siempre trabajé y no me gusta pedir nada, me gusta hacer las cosas por mí mismo”, concluyó Roberto.
Para comprar: 291 4476807 / En Facebook como “Lavandería Lily” - Calle Acapulco 591 barrio Laprida