Cuenta Mara Capdevilla que el primer sitio que conoció cuando vino a vivir a Comodoro Rivadavia fue Cabo Dos Bahías. Acostumbrada a las sierras cordobesas, las montañas y los ríos, la deslumbró la infinidad del mar, la naturaleza virgen y el imponente paisaje de la Patagonia. “A mí me encantó y quedé enamoradísima”, confiesa a ADNSUR. “Me pareció increíble el paisaje que tiene, la roca emergiendo de la costa marina con colores rojizos y ocres, la inmensidad del mar y del cielo, creo que no tiene comparación. Eso lo hace único al lugar”, recuerda.

Por ese entonces Mara tenía sólo 26 años y quería dedicar su vida al turismo. Una amiga que vivía en esta ciudad fue su pasaje a la Patagonia; la venía a buscar para que juntas fueran a trabajar a La Rioja. Sin embargo, su amiga estaba embarazada y no podía acompañarla. Ella decidió quedarse y la Patagonia se convirtió en su casa.

Por estos días, Mara hace su vida cerca de Cabo Dos Bahías. Vive en Camarones, donde tiene un restaurante y es la concesionaria del camping que el Club Náutico de Comodoro tiene en Caleta Sara.

Mara junto a su marido, con quien comparte la pasión por este bello lugar de la Patagonia.

UN REFUGIO NATURAL A POCOS KILÓMETROS DE COMODORO

Caleta Sara se encuentra a 30 kilómetros de Camarones, en el interior de la reserva provincial Cabo Dos Bahías, y forma parte del Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral, que fue creado en 2009 mediante una ley en el Congreso de la Nación.

Ella asegura que tiene un amor especial por el lugar. En 2004, tuvo por primera vez la concesión del camping del club comodorense y administró el lugar junto a su padre, quien hoy descansa en el mismo, ya que, cuando falleció, Mara decidió depositar sus cenizas en la caleta.

“Tengo un amor especial por Caleta Sara, es un refugio natural hermoso, una entrada de mar angosta donde entran los veleros, donde salen las embarcaciones para pescar y es el lugar donde empezó la Fiesta Nacional del Salmón. Ahí empezó todo, con esos pescadores que iban a pescar a pulmón”, dice con emoción en la voz.

Por ser una reserva natural, Caleta Sara no cuenta con energía eléctrica ni agua corriente. Por esa razón, tal como dice Mara, “el agua es oro”.

Acá se cuida muchísimo el agua, al igual que la energía que se provee a través de un generador que está encendido a partir de la tardecita hasta las 11 de la noche. Luego se enciende el cielo, porque ver el cielo sin contaminación lumínica es un espectáculo inolvidable.

El encanto de Caleta Sara es la naturaleza misma. Ese cielo del que habla Mara, el contacto con la naturaleza y la desconexión con la ciudad. Internet no existe en ese lugar remoto de Chubut.

La buena noticia es que, al haber un camping, el turista puede acampar en el lugar e incluye carpa, auto y fogones, o bien alquilar un contenedor donde, además de baño, tendrá cuchetas con colchones.

Los servicios son básicos: agua potable para bañarse o consumir, asadores, un quincho rústico y un horno de barro, algo que hace más pintoresco este refugio, que está rodeado de guanacos, peludos que deambulan por el sector, y aves que te pueden robar las migas de pan.

El otro atractivo es la playa, una costa serena, casi sin oleaje, que, cuando baja la marea, exhibe la arena que la hace más atractiva, ideal para navegar en kayak o ir a pescar.

Tal como sucede en Cabo Raso, Caleta Sara se caracteriza por tener un turista distinto, que busca tranquilidad y desconexión. “El turismo que llega es el de contemplación, el que le gusta lo agreste. El turismo extranjero suele buscarlo por ser un destino poco conocido, menos contaminado y menos poblado, pero vienen muchos a disfrutar de la Caleta Sara porque buscan eso; lo básico, estar desintoxicados y mucha naturaleza”, dice Mara.

Vecinos de Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn y Trelew visitan la Caleta. También han llegado algunos de Sarmiento y hay mucha presencia extranjera.

Algunos aprovechan para visitar Bahía Bustamante, que se encuentra a 70 kilómetros de Camarones; otros, en cambio, directamente van a la localidad, que es conocida por la Fiesta Nacional del Salmón y donde la familia Perón tiene un museo.

Muchos incluso eligen alojarse en esa localidad e ir a pasear el día a Caleta Sara. A diferencia de la reserva, cuenta con un hotel, un complejo de cabañas con pileta cubierta y quincho que es propiedad de Mara y un camping con vista al mar, el más lindo de toda Argentina, dice ella sin tapujos.

En ese pequeño poblado también hay cuatro locales gastronómicos, y es posible almorzar o cenar, asegura Mara, quien en Alma Patagónica ofrece salmón blanco de mar, pulpo, langostinos y estofado de Cordero, la estrella del lugar.

Es posible disfrutar de un hermoso lugar a pocos kilómetros, desconectarse y conocer un destino atípico, pero no menos atractivo que otras playas de la región. 

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