Los modelos climatológicos para los meses de julio, agosto y septiembre anticipan temperaturas promedio por encima de lo normal, lo que se mantiene en perspectiva hasta diciembre próximo.

Paralelamente, las precipitaciones se prevén también por debajo de lo habitual, tomando como referencia las medias de los últimos 30 años, tanto para el área de Comodoro Rivadavia como para la zona cordillerana en general. 

El escenario de este invierno se presenta similar al de 2021, aun cuando este año ya hubo nevadas  en la cordillera, mientras que 12 meses atrás debió postergarse la apertura de la temporada oficial de La Hoya por falta de nieve.

Este año, La Hoya ya tuvo nieve para abrir su temporada en forma anticipada en junio, mientras el año pasado debió suspenderse por falta de nieve.

En efecto, la cantidad de precipitaciones en mayo de este año fue de 73 milímetros para Esquel, frente a sólo 47 del mismo mes del año pasado. El promedio histórico para ese mes es de 65 milímetros.

Sin embargo, aun cuando puede haber precipitaciones en determinados momentos, los datos climáticos no son alentadores. Según precisó el profesor Walter Maza, investigador y docente de la Universidad Nacional de la Patagonia en la cátedra Meteorología y Climatología, las proyecciones a partir de julio podrían replicar el riesgo de sequía, como se verifica en los últimos 12 meses, tanto para la cordillera como para la zona de Comodoro Rivadavia. 

“Al visualizar que hay precipitaciones, uno tiende a pensar que está lloviendo más. Normalmente los meses de invierno son los más lluviosos, en la Patagonia en general, pero esto no quiere decir que esas precipitaciones sean mayores a lo normal”,  explicó, consultado para este informe exclusivo de ADNSUR.

“Como pronóstico, desde julio a diciembre las precipitaciones van a estar por debajo de ese promedio histórico, pero no quita que en algunos sectores pueda haber algo más de lluvias o nieve. De hecho, en los últimos días ha nevado cerca de Comodoro, al igual que en Esquel”.

Un dato llamativo es que en la urbe petrolera, la cantidad de lluvia caída en mayo fue de sólo 5 milímetros, contra 31 del mismo mes del año pasado y 37 que refleja el promedio de los últimos 30 años.

El especialista añadió que en el quinto mes, los índices de sequía para Chubut fueron moderados, cuando deberían ser bajos, mientras que la proyección de los próximos 10 días, es decir hasta mediados de julio, se mantiene en similares términos.

“Si miramos a la zona cordillerana de la provincia, en cuanto a precipitaciones, todavía no se logra recuperar cierta normalidad”, lamentó. 

Datos de precipitaciones en Comodoro Rivadavia, Esquel y Bariloche, para los últimos dos años, versus el promedio histórico de cada ciudad. Elaboración: Walter Maza.

Otra zona observada por el especialista, para contar con una referencia para la región patagónica, es la de Bariloche. Este año tuvo precipitaciones de sólo 50 milímetros en mayo, contra 81 del año pasado, mientras que el promedio habitual para ese mes es de 130 milímetros. 

Julio a diciembre con posibles sequías

La proyección de datos climatológicos hace temer un escenario de estrés hídrico similar al de la primavera y verano pasados, ya que al mantenerse la misma combinación de factores, es decir con temperaturas por sobre lo normal y precipitaciones por debajo, el impacto podría notarse nuevamente en una baja extrema del lago Musters, que recién en las últimas semanas ha comenzado a recuperar su nivel.

“No podríamos decir exactamente lo que va a pasar –aclaró Maza-, pero mayores temperaturas, cruzadas con menores precipitaciones, ya nos ha dejado un mes de mayo menos lluvioso de lo habitual. Esta alerta se mantuvo para junio y para los primeros 15 días de julio, es decir por debajo de lo normal, en el período que debería ser el más lluvioso del año, entre los meses de mayo y agosto. La tendencia es a que sea algo similar al año 2021, aunque no podemos afirmar que se repita exactamente igual”. 

Las proyecciones climáticas no son certezas, pero advierten un escenario esperable. Para Walter Mazza, es difícil atribuir estas alteraciones, de los dos últimos años contrastadas contra las tres décadas anteriores, específicamente al cambio climático: “No hay evidencias ciertas, ya que para esa inferencia se debería realizar un estudio no solamente a 30 años, sino desde 1850 hasta la fecha”, respondió el académico local, quien sin embargo no desconoce los alcances del fenómeno que atraviesa el planeta y la necesidad de accionar para disminuir las emisiones de dióxido de carbono y el calentamiento global.

En el mapa de la región patagónica, los colores amarillos a naranja reflejan índice de sequía moderado durante los últimos 12 meses. Elaboración: Walter Maza en base a datos NOAA.

También indicó que hay probabilidades de persistencia del fenómeno conocido como La Niña, que significa que las aguas del pacífico ecuatorial se encuentran a temperaturas más bajas de lo normal (‘El Niño’ es la denominación para el fenómeno contrario, es decir de aguas más cálidas de lo normal). 

Del mismo modo, Mazza aclaró que la sequía no es directamente atribuible a esa circunstancia, que también se había dado el año pasado, ya que para corroborarlo sería necesario una vinculación a lo largo de no menos de 30 años. "Es un factor más a tener en cuenta, pero no podemos establecer una causalidad directa con la sequía -aclaró-. En dos años, es imposible saberlo".

Los indicadores del cambio climático en Comodoro

Independientemente de las proyecciones para el próximo invierno y lo que puede esperarse de la primavera y verano, es oportuno repasar las perspectivas que ofrece el último informe de Naciones Unidas a través del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), con alcances específicos para la región de Comodoro Rivadavia.

En ese informe se advierte la necesidad de que coordinar acciones para evitar que la temperatura del planeta suba 2 grados centígrados en las próximas décadas, mientras que gran parte de ese incremento lo alcanzaría  hacia el año 2030. En tanto, desde la época pre industrial el incremento ya acumula algo más de 1 grado.

“El último informe IPCC tiene alcances focalizados por regiones, por lo que es posible trazar algunas proyecciones para la zona de Comodoro Rivadavia, pero además hay efectos que ya se pueden observar en nuestra zona”, dijo por otra parte Diego Distel, coordinador del Plan de Acción Climática Local, de la Subsecretaría de Ambiente de Comodoro. 

“Tenemos aumento de temperatura, al igual que en todas las partes del planeta. No es mucho para el cuerpo humano, porque puede ser de medio grado o un grado, pero la flora sí lo nota, porque va a tener más evapotranspiración. Sumado a las sequías, esto aumenta el estrés hídrico de las plantas”, indicó el especialista. 

El plan de acción climática para Comodoro Rivadavia está disponible en el sitio de la Subsecretaría de Ambiente de la ciudad.

A esto se suma de por sí el accionar humano, con urbanizaciones, caminos o explotación petrolera, según reseñó. En tanto se trata de plantas con una función importante en la fijación del suelo, en el plan climático se han definido zonas de reserva de patrimonio natural y paisajístico ambientales. 

“Falta definir bien los usos y la idea es reservarlas por ejemplo para actividades como el ciclismo, running o senderos turísticos. No serían intangibles, pero sí con un aprovechamiento sustentable y ordenada”, precisó. 

Otro de los alcances observados, enumeró Distel, son los que refleja la estación local del Servicio Meteorológico local. Los datos desde el año 1958 reflejan que en cuanto a lluvias, las de mayor intensidad, con más de 50 milímetros por día, ocurrieron en la última década. 

Las actividades de paisajismo y senderismo son algunos de los usos a definir para áreas protegidas en la ciudad, como acciones de adaptación al Cambio Climático.

“Ya se está viendo un aumento en la probabilidad de ocurrencia de eventos de lluvia extrema”, añadió, lo que se relaciona con la catástrofe climática de 2017  y otras lluvias extraordinarias de los años 2013 y 2011. 

El informe internacional refleja que, en caso de no alcanzarse la meta planetaria de evitar la elevación de la temperatura en 2 grados, la región tiene proyecciones de aumento de la sequía agrícola y ecológica para mediados del siglo 21. 

“Lo que tenemos es el aumento de las temperaturas y precipitaciones extremas –añadió Distel-. En cuanto al nivel del lago Musters y el caudal del río Senguer, la serie de datos no es muy extensa, además de que hay una gran variabilidad, por lo que no se puede identificar la tendencia”.

De todos modos, el analista admitió que en todo caso lo que se dará es el contraste entre ciclos de sequía, que podrían ser naturales en la historia geológica de la región, para la cordillera y los lagos o ríos que abastecen, con lluvias extraordinarias cada vez de mayor frecuencia, en este caso como consecuencia del cambio climático. 

El objetivo de reducir la emisión de dióxido de carbono

En Comodoro Rivadavia se emiten alrededor de 2,2 millones de toneladas por año de dióxido de carbono, mientras que la proyección hacia 2030 indica que esa cifra podría elevarse a 2,5. En el plan de acción se fijaron objetivos de reducción acordes con los de alcance nacional, por lo que la ciudad no debería emitir más de 1,7 millón de toneladas al inicio de la siguiente década.
Entre las acciones de mitigación contempladas, Distel mencionó el curso realizado la última semana para que los profesionales ambientales se capaciten en el cálculo de la huella de carbono de las empresas locales. 

“Es el primer paso para que después cada empresa, con su huella calculada, pueda fijarse metas de reducción e identificar mejoras –añadió-. Cuando se plantea ‘por qué tengo que hacer algo por el ambiente si no es negocio’, mi respuesta es que en muchos casos, además de preservar el planeta, podemos tener un beneficio económico. Si ahorramos gas, reducimos la emisión de dióxido de carbono y al mismo tiempo el costo de la energía”.

En ese plano, apeló a una imagen típica de talleres y hogares comodorenses, acaso reflejo de la herencia histórico cultural: “En la ciudad es muy común tener las hornallas encendidas, lo que significa dinero quemado y gas que va a la atmósfera. Si tuviera que dar un consejo sencillo y directo, empezaría por pedir: apaguemos la hornalla cuando no se utiliza”. 

Emisiones de dióxido de carbono en Comodoro: en 2018 eran de 2,2 millones de Tn; en 2030 crecerían hasta 2,5 MTn; y la meta es reducirlas a menos de 1,6 MTn en 2030 con acciones de mitigación.

El último punto que podría implicar consecuencias extremas del cambio climático en la región es el del aumento del nivel del mar, que ya registró algunos centímetros des incremento desde la década del 90. 

“Hacia el año 2100, esa suba del nivel puede ir desde los 30 centímetros, en el escenario más optimista, hasta los 80 centímetros en el más pesimista. Si se derrite el casquete de Groenlandia, subiría más de 2 metros. No va a ocurrir en este siglo, no lo veremos nosotros ni nuestros hijos, pero hay una cuestión de justicia y equidad inter generacional: nosotros disfrutamos del beneficio de la energía fósil, pero lo podrían pagar las futuras generaciones”.

Antes del año 2100, el interrogante es para diciembre de 2022

Finalmente, vale recordar que un nuevo ciclo de sequía en la zona cordillerana, o una temporada de alta temperatura en la próxima primavera verano con merma de precipitaciones, reabre el interrogante sobre el abastecimiento de agua durante el próximo verano. 

Mientras hace sólo una semana se pudo retomar el abastecimiento sin necesidad de cortes programados para reponer reservas, el lago Musters todavía debe recuperar alrededor de un metro de nivel para que pueda recuperarse el nivel operativo del acueducto de 1966. 

El lago Musters recupera paulatinamente su nivel. Foto: Hernán Tolosa.

Frente a ese problema puntual, la carrera contra el tiempo de los próximos meses es la obra para la colocación de las bombas adicionales en esa toma, mientras ya se ha comenzado a proyectar un trabajo similar para la toma del acueducto de 1999, según explicó días atrás Ezequiel Suazo, gerente de la SCPL. 

Del ritmo de esos trabajos, que deberían concluirse con fondos aportados por la provincia antes de que llegue la próxima primavera, dependerá que la distribución de agua a partir de la próxima primavera no sea más deficitaria de lo habitual. 
 

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