Una presentación en la Feria Internacional del Libro de Comodoro y un título a esa charla fueron los disparadores para la edición de “Las primeras 100 Manzanas”. El cuadernillo inaugura una colección que recientemente lanzó Lupat, la asociación civil no gubernamental y sin fines de lucro impulsada por los investigadores y docentes Graciela Ciselli y Marcelo Hernandez

El texto fue presentado la última semana en la previa del 123° aniversario de Comodoro, un momento ideal teniendo en cuenta lo que trata: la planificación inicial del pueblo y la grilla territorial que dio vida a lo que hoy es el centro de la ciudad. 

Los docentes e investigadores, Graciela Ciselli y Marcelo Hernández, lanzaron una colección de cuadernillos donde rescatan la historia de los inicios de Comodoro.

Ciselli y Hernández, el último martes dialogaron con ADNSUR sobre la publicación y en una rica charla donde, además, contaron parte del proceso de investigación en distintas instituciones nacionales, explicaron cómo fueron los inicios fundacionales del pueblo que hoy está cumpliendo 123 años. 

“Esto nació como idea de cuadernillo en una Feria del libro. Dimos una charla y presentamos un libro que nos llevó cinco años hacerlo y que empezamos a escribir en 2015”, explica Ciselli. “Era un libro gigante y dijimos ‘vamos a ponerle a la charla un título sobre lo que vamos a hablar’ que son las 100 manzanas fundacionales, pero nos pasó que nos empezaron a preguntar por el libro de las 100 manzanas y ese fue el disparador para este primer texto de la colección”.

La colección en un principio planifica un total de 8 cuadernillos. Sin embargo, el número final podría variar dependiendo de los temas que vayan surgiendo. El segundo ya fue publicado bajo el título “Migraciones en Comodoro Rivadavia”. Luego llegará otro dedicado al tren y más tarde al petróleo, las colonias pastoriles y la Gobernación militar, todo con una lógica temporal y narrativa. 

A diferencia de otras publicaciones como “Comodoro, la construcción de una urbanidad multipolar, 1901 - 1955”, esta colección busca salir del lenguaje académico y llegar a todas las edades y públicos, tratando de profundizar la historia de las ciudades más importantes de la Patagonia. 

Así, “Las primeras 100 manzanas” ofrece una lectura rápida, contextualizada para entender el momento y la época, algo fundamental al momento de saber: ¿por qué hoy Comodoro es una ciudad sin plaza central, con una avenida principal que se desaparece en uno de sus márgenes y con tierras ganadas al mar a pesar de tener tanto terreno por ocupar?

Al respecto, Ciselli, explica: “Algo que hay que entender es que no es una ciudad colonial, es una ciudad productiva del siglo XX marcada por el proceso de modernización del país que quiere romper con un mundo colonial. Comodoro nace como un puerto agroexportador, una ciudad que está intentando liberarse de la nación, que está apretada por el movimiento de obras públicas y el ferrocarril”.

“¿Pero por qué 100 manzanas? Porque así se piensa la ciudad desde el momento de la fundación. Cuando vienen a plantar la grilla de 10x10 se encuentran con el cerro y el mar. Con esa planificación el centro cívico tendría que estar en lo que hoy es San Martín y Alsina, y es imposible pensar hoy que sea el centro de la ciudad, pero dentro de la cuadrícula era el lugar perfecto”.

Comodoro en el inicio de su historia. Foto: Fototeca Municipal.

El concepto de cuadrícula o grilla es clave para entender el resto de la historia. Como agrega Hernández, “había que armar el pueblo y mandaron a un ingeniero para traer la grilla de 10 manzanas por 10 manzanas. Pero no es algo que se pensó para acá, para todas las ciudades se piensa así y acá se buscó aplicar ese modelo. Entonces muchas ciudades de la Patagonia tienen ese formato con dos avenidas anchas que se entrecruzan”.

La teoría de las 100 manzanas está avalada por documentos oficiales y crónicas de la época. Según cuenta el libro, cuando el Gobierno Nacional decidió fundar Comodoro entre Punta del Marqués y Punta Borja, designó al ingeniero Policarpo Coronel para efectuar la “Mensura y subdivisión del pueblo de Comodoro Rivadavia”. 

La tarea contó con instrucciones precisas documentadas el 26 de abril de 1901. Las actas indican que el ingeniero debía elegir el terreno para levantar el pueblo en base a dos condiciones: “la existencia de un fondeadero para el atraque de buques y para la carga y descarga de mercaderías y relativamente abrigado de los vientos” y la facilidad para la obtención de agua, que también estaba resuelta por un manantial ubicado en la zona, indica el libro.

Policarpo Coronel finalmente llegó a Rada Tilly el 16 de mayo de 1901 en el transporte Guardia Nacional, sabiendo que tenía seis meses para cumplir su tarea.

“El problema fue que cuando bajó del barco se encontró a la derecha con el cerro Chenque, a la izquierda el mar y arriba la loma”, indica Hernández. “Habrá pensado ‘acá no podemos poner esta grilla’ y la tuvieron que modificar. Dijeron ‘el centro de la ciudad allá arriba no puede ir’ y por dinámica quedó el centro cerca del puerto, pero no hay muchas ciudades que tengan el centro al lado del puerto, no es algo muy común. Comodoro tiene esa dinámica porque el pueblo comenzó a poblarse desde la costa hacía la loma”, detalla el docente.

La cuadrilla original eran 100 manzanas divididas por dos calles centrales de 50 metros de ancho y las siguientes de 20 metros de ancho. Por la superficie de la zona no se respetó su formato inicial, pero sí la idea de una cuadrícula organizada con dos grandes avenidas perpendiculares entre sí que desembocaban en la costa: Rivadavia y Alsina. 

El 30 de octubre de ese año, Policarpo Coronel finalizó su tarea y dos meses después el presidente Julio Argentino Roca, por decreto, aprobó la mensura, refrendada por el ministro del interior Wenceslao Escalante. Así comenzó la vida urbanizada del pueblo de Comodoro Rivadavia, bautizada así en homenaje a un ministro fallecido recientemente.

Vista de la calle San Martín, la artería principal de las 100 manzanas, ante las modificaciones que sufrió la avenida Rivadavia.

LOS INICIOS DEL PUEBLO

Los autores explican que en la manzana 1, 2, 4 y 7 se establecieron los primeros pobladores. Mientras que en la 3 se asentó la Oficina de Correos y Telégrafos. Por ese entonces, no había intendente ni autoridades gubernamentales, hasta que en 1905 el gobierno designó a Pedro Barros como subprefecto marítimo “a fin de que mantuviera la vigilancia de las costas y el mantenimiento de balizas y costas”.

Precisamente, el subprefecto, en una entrevista a la Revista Caras y Caretas dio detalles fundamentales para conocer hoy cómo era el pueblo en 1907. 

Según indicó, en ese entonces había 800 habitantes en 300 casas y ranchos. Comodoro se caracterizaba por su actividad agroganadera y portuaria, y era tan importante que llegó a exportar 1.200.000 kilos de lana y 300.000 de cuerpo, quillangos y plumas de avestruz, frutos finos.

En la misma entrevista cuenta que el ciclo lectivo era desde 1 de septiembre al 25 de mayo y que a veces el viento era tan fuerte que derribaba casas. Otro dato curioso es que definió a Comodoro como “uno de los pueblos más sanos de la república”, lo que provocó que el médico del poblado se vaya del lugar. 

Los dos primeros cuadernillos de la colección fueron presentados la última semana.

LA NECESIDAD DE MÁS TIERRAS

Con el descubrimiento del petróleo la vida de Comodoro creció abruptamente, con importantes firmas que se asentaron con la llegada de más pobladores, nuevos servicios y más instalaciones, entre ellos los muelles y el tren. Así, a mediados de los años 30 ya no quedaban espacios para urbanizar en la grilla y se plantaron alternativas. 

Una de ellas fue la reducción de la Avenida Rivadavia. Según recupera el texto, a fines de 1921 el Consejo Municipal aprobó el proyecto de venta en subasta pública de una franja de tierra en la calle Rivadavia, reservando la municipalidad una fracción para un mercado frente a la manzana 11 y otra de 50x30 enfrente, en la manzana 15, para un hospital.

Mientras que en 1936, el ingeniero municipal presentó un proyecto de ampliación urbana para avanzar sobre la Restinga Sur, incorporando unas 50 manzanas, dos plazas y un parque, además de una avenida costanera que comunicaría la zona sur con la norte. Así quedaría saneada la falta de una plaza para la ciudad. Sin embargo, en 1944 con la creación de la Gobernación Militar en Comodoro, el proyecto cambió.

Una postal de la ciudad en la decada del 40

La ciudad se convirtió en sede de la capital y centro de actividades burocráticas y administrativas, y se modificó su perfil urbano con una ostentosa obra pública construida sobre tierras ganadas al mar que afectaron las primeras 100 manzanas, tal como indican Ciselli y Hernández. 

“El proyecto inicial era maravilloso pero en el 45 cambió el sentido”, dice el docente. “Ya no se hicieron manzanas y se hicieron edificios públicos: el Hotel de Turismo, el hospital, el Colegio Perito Moreno y el Museo, que es donde hoy está el juzgado. En el 55 con el Golpe de Estado cambió la función de algunos edificios y todo eso quedó mirando a la ciudad, pero hay una mirada diferente del proyecto del 45 al proyecto inicial”. 

Los autores cuentan que la Gobernación Militar aplicó diferentes cambios que impactaron en el futuro de Comodoro Rivadavia. Por un lado, continuó nivelando y moviendo tierra de la grilla, como lo hizo con Chenque Chico, donde se construyó el Comando de la IX Brigada Mecanizada y se utilizó esa tierra para ganar tierras al mar donde se construyeron los nuevos edificios públicos. 

Además, se abrieron calles como Ameghino y España para facilitar la circulación hacia las partes altas, se habilitó la edificación sobre la acera norte de la calle Sarmiento, que también se abrió al tránsito, y se habilitó la posibilidad de construir sobre la ladera desde la calle Chacabuco a Máximo Abasolo. Además, en 1953 se pavimentaron 100 cuadras entre Rivadavia y Alsina, la calle San Martín, Ameghino y algunas transversales de la 9 de Julio.

Pero quizás uno de los cambios más sustanciales fue que cambió la forma de pensar el mar. En vez de pensarlo en forma recreativa como sucedía en 1936, se viró a “una ciudad observada”, dice Hernández. Así, los nuevos edificios le dieron la espalda al mar.

Lo cierto es que está es solo una introducción a todo lo que plantea “Las primeras 100 manzanas”, un texto que permite entender con mayor precisión el por qué de una planificación que día a día impacta en nuestras vidas, en una ciudad que debe mirar al mar y reconfigurar su centro cívico, aquellas primeras 100 manzanas que marcaron el inicio de todo.

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