“¿En qué nos metimos?”, recuerda Cristina Nieva que se preguntó junto a un grupo de vecinos el día que reabrieron el Cine Teatro de Astra. La tierra era el manto del abandono, el paño del paso del tiempo en que las puertas quedaron cerradas, y ahí estaban ellos dispuestos a tratar de darle vida a un lugar que iba a terminar siendo ícono de la autogestión, la cultura y el trabajo colectivo en pos de un objetivo.

Pasaron más de 10 de aquellos días y hoy el Cine Teatro está de festejo. La histórica sala cumplió 100 años de vida y el barrio lo celebró con múltiples actividades, para ratificar la misión con la que reabrió sus puertas: fomentar la cultura y la historia. 

UN POCO DE HISTORIA 

El Cine Teatro se inauguró en 2024. Fue construido por la Compañía Astra, creada en 1912, y transformada en Sociedad Anonima en 1915. La idea era generar un espacio que cumpla una función social en el campamento petrolero. 

Eran otros tiempos. Comodoro era apenas un poblado y la compañía buscaba contener a sus trabajadores con una sala de cine y teatro que también se convertía en salón de baile. Los registros históricos recuerdan aquellas tardes en que se retiraban las butacas y se armaba la pista. La fiesta era absoluta en tiempos de traje y vestidos largos.

A lo largo de la historia, el Cine Teatro de Astra ha sido lugar de diferentes eventos sociales que hacen a la vida del barrio.

El edificio fue construido con ladrillos silicio calcáreo que se fabricaban en la planta que se montó en 1917 en el mismo barrio. Para su producción se utilizaban ostras marinas fosilizadas que eran extraídas del cerro Papagoikop, hoy conocido como La Caracola.

Se trata de una arquitectura de estilo austriaco, con aberturas de madera, compuesta por un hall de entrada, donde está ubicada la boletería; baños de hombres y damas; un pullman; una sala de proyección, situada en el entrepiso; guardarropa; sala de escenografía; y una sala central que conectaba a través de un pasillo con el histórico bar que hasta hace unos años funcionó. Un total de 250 butacas, con un escenario de 7 m x 4 m y camarines de la misma dimensión. 

Mariela Garolini, vecina y colega en ADNSUR, aún recuerda en su mente aquellos sábados de doble función en que junto a sus amigos del barrio disfrutaba de la sala, siendo una niña. “El cine fue parte de nuestra infancia. Mi primera película la vi ahí, mi primera obra de teatro la vi ahí. Los sábados nos encontrábamos en el cine con doble función y todos nos acordamos del ruido de las butacas o el piso. Incluso hacíamos ruido a propósito, porque era como un juego”.

Mariela recuerda con detalles: el sonido de la butaca, el piso, pero también el alambre debajo de los asientos que se utilizaba para guardar sombreros.

El cine era parte de la vida en Astra, pero a mediados de la década del 80, cuando la empresa dejó de administrar el barrio, al igual que otros edificios, cerró.

La sala cuenta con 250 butacas que se pueden sacar, transformándose en un amplio salón. Foto: Coco Páez.

En la década del 90, la empresa vendió sus activos a Repsol, la multinacional de capitales españoles que también se quedó con YPF, y los edificios poco a poco fueron cerrándose. En Comodoro, algunos inmuebles fueron vendidos a la Sociedad Cooperativa Popular Limitada (SCPL) y quedaron en desuso, hasta que en 2013, la comisión directiva de la Biblioteca Popular del barrio decidió que era momento de recuperar el cine, tal como había sucedido con la Administración Central.

UNA RECUPERACIÓN AUTOGESTIVA

Por ese entonces, la entidad barrial, que surgió gracias a un grupo de vecinos -entre ellos Rodolfo Santellán, Alex Ventimiglia, Cristina Farías, Cristina Nieva- ya realizaba actividades culturales en el barrio y decidió que era momento de intentar abrir el viejo cine.

Cristina, actual presidenta de la biblioteca y una de las impulsoras de esta iniciativa, recuerda esos días. “Siempre fue un anhelo reabrirlo. Yo era docente, profesora de geografía y me acuerdo que a veces traía a mis alumnos a visitar Astra, el Museo. La empresa nos recibía en la administración, pero luego quedó cerrado y cuando vimos que este lugar estaba en buen estado decidimos pedirle a la Cooperativa que lo abran. A veces se pedía para algún evento, lo abrían y lo cerraban, y en 2013 hicimos el pedido formal hasta que en 2014 conseguimos el contrato de comodato”.

Cristina Nieva es la presidenta de la Biblioteca Popular de Astra, la institución de vecinos que reabrió el viejo cine.

El trabajo era gigante. El cine estaba en perfectas condiciones, pero había que trabajar en sus instalaciones. En 2015, comenzó la tarea, cambiando la instalación eléctrica, un trabajo caro y complejo que marcó el inicio de todo. 

“La instalación eléctrica era obsoleta, era peligrosa y fue una de las cosas más costosas”, recuerda Cristina. “Se respetó la luminaria y se pusieron dos tableros: uno para la sala y otro para equipos de sonido y luces. Lo hicimos con el programa Invertir Igualdad, que ayudaba a asociaciones civiles. Eran cuatro cuotas, nos pagaron tres y no alcanzó, así que pedimos ayuda al municipio, a través de la Secretaría de Cultura. También hicimos la calefacción central.” 

Como dice Cristina, fue todo a pulmón, con la colaboración de vecinos y, sobre todo, mucha gestión, pero valió la pena, cuenta Mariela. 

“El cine era un objeto de deseo. A mí cada vez que pasaba me daba una cosa como decir, ‘tenemos que recuperar este lugar’, y la verdad que cuando pudimos entrar fue hermoso, porque era como que se había detenido el tiempo. Fue hermoso, sobre todo para los vecinos del barrio, porque fue ingresar a un lugar de nuestro pasado”. 

Reabrir el viejo cine fue una tarea faraónica. Como primera medida se limpió todo el recinto y se inició el proyecto para actualizar todo el sistema eléctrico. Foto: Coco Páez.

Hoy el edificio original está dividido en tres. El viejo bar Astra lo vendió a Carlos Kalpactchieff, la familia que lo atendió toda la vida. La Sala de Escenografía, la misma compañía se lo cedió al Obispado, y el resto del edificio está en comodato a la Biblioteca Popular. 

Durante todo el año, en la sala se realizan actividades y en la previa del centenario, hubo de todo, desde un espectáculo musical a la luz de las velas hasta teatro. Anoche, además, se realizó el acto oficial y se recordó la historia de esta sala que hoy mantiene su vigencia gracias a un grupo de vecinos, un ejemplo de autogestión, amor por el barrio e identidad astrense. 

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