La bioconstrucción, una tendencia que crece y aliviana costos del techo propio en Comodoro
Por ahorro de gastos, pero principalmente por una mayor conciencia ambiental, crece el interés por edificar en base a saberes ancestrales y sustentables mediante materiales menos industrializados. ¿Una solución al problema habitacional?
Para enfocar adecuadamente este informe, hay que partir de una aclaración importante. No se trata de una propuesta de “viviendas baratas”, sino de reflejar una alternativa constructiva desde un vínculo diferente con el entorno, alejado de las urgencias que impone el consumismo extremo.
Para entender ese vínculo, hay que hablar de “permacultura”, que según una definición de alguien que la pone en práctica, ofrece un enfoque radical en la producción de alimentos, la renovación urbana, el agua, la energía y la contaminación.
La permacultura integra la ecología, el paisaje, la jardinería orgánica, la arquitectura y la agroindustria en la creación de una forma rica y sostenible. Utiliza tecnología apropiada, dando altos rendimientos con bajos consumos energéticos, logrando un recurso de gran diversidad y estabilidad. Los principios del diseño son igualmente aplicables a los habitantes urbanos y rurales; fue ideada por Bill Mollison y David Holmgren (1978)
Gabriela Melo, a quien pertenece la explicación antes reseñada, lleva más de 20 años de trabajo como maestra mayor de Obra en Comodoro Rivadavia y desde 2012 se inclinó por la bio construcción, un concepto enmarcado en aquella definición, por lo que decidió iniciar una capacitación con algunos de los principales referentes de esta actividad en el país: Jorge Belanko y Marcos Aresta fueron, entre otros, sus maestros.
“Ahí me hizo un ‘click’ la cabeza sobre forma constructiva y fue impactante ver cómo se puede construir algo con materiales que están al alcance de la mano –relató la bio constructora-. Nos enseñaron desde cero y desde que entré en esto, fueron surgiendo obras. No es lo más común y no es que todo el mundo hace casas de barro en Comodoro, pero van saliendo proyectos y es cada vez más la gente que se interioriza y quiere construir con estas formas”.
Construir en forma más armoniosa con el ambiente
¿Qué busca la gente que se interesa por esta alternativa?, fue la primera pregunta para la especialista, quien se apasiona sobre un tema al que dedica su profesión y tiempo también para capacitar a quienes se interesan por esta modalidad, a través de la realización de talleres frecuentes.
“Hay de todo, pero pienso que es gente más conectada con la conciencia ambiental, con esto de tener cierto compromiso con tratar de reducir nuestro impacto, como seres de consumo. Cuando vamos a construir desmontamos el terreno, sacamos matas y árboles: ese impacto siempre existe y nunca va a ser cero, pero podemos atenuarlo. Cuando la persona empieza a cuestionarse el uso de los recursos y los residuos generados, es ahí donde aparece la alternativa de la bio construcción”.
Hacer casas con barro puede ser una opción en busca de reducir el impacto, pero Melo aclara que esto no implica despotricar contra los materiales tradicionales. “El cemento es un gran material y lo necesitamos, porque podemos hacer bases y columnas, es decir lo seguimos utilizando. No se trata de ir de un extremo al otro, sino de encontrar un equilibrio”, sostiene.
El camino de la auto construcción
Inevitablemente, el prejuicio lleva a preguntar por los motivos de abaratamiento de costos, en tiempos de alta inflación y donde los precios de la construcción marcan un poco el termómetro caliente de la economía en general.
“Ese factor también es importante cuando aparece un cliente o clienta con la idea de hacer una casa de barro, pero siempre trato de ser realista, en éste y en todo tipo de construcción –afirma la especialista-. No es que una casa te va a costar la mitad de precio con esta modalidad, por el hecho de usar tierra, arena, bosta de caballo y otros elementos naturales, pero el ahorro podría ser de un 20 por ciento, para dar una aproximación”.
Sin embargo, el ahorro puede pensarse no sólo por el lado de los materiales, sino también a través de la mano de obra. Ahí viene la otra parte del concepto, que es la auto construcción, en los casos en que el cliente esté dispuesto a aprender y a utilizar sus manos en el moldeado de su hábitat familiar, ya sea desde cero o al momento de pensar en agregar un espacio a la vivienda:
“Siempre recomendamos, porque somos gestores en todo el país de esta modalidad, que esa auto construcción, si los clientes tienen tiempo y quieren hacerlo, sea asistida por un profesional. Es necesario que la gente se capacite antes, pero además que durante la construcción sean asistidos porque nos han llamado mucho la atención, nuestros maestros, a partir de que en nombre de la bio construcción se están haciendo muchas macanas. Hay cosas mal hechas, con filtraciones de agua, con paredes fisuradas”.
Melo insiste en que todo material tiene ventajas y contras, mientras que toda técnica, como tal, debe primero ser aprendida, a partir de los ciclos de prueba y error, ya que “son técnicas ancestrales que hoy estamos recuperando”. Si se está dispuesto a invertir ese tiempo previo, entonces al ahorro en costos de materiales se suma el de la mano de obra. Pero por todo lo que transmite el concepto de bio construcción, vale insistir es que es mucho más que una mera cuestión de pesos.
Demanda en aumento
Melo reconoce que, aún cuando no podría hablarse de un ‘boom’, la demanda sobre esta técnica constructiva ha crecido en los últimos años, a partir no sólo de su actividad, sino de otros profesionales que se fueron sumando a esta especialización.
“Aparecen obras aquí o allá y siempre hay nuevos clientes preguntando por esto. No es una explosión, va de a poco, pero hace unos años era impensado. Yo hice mi primer proyecto en Rada Tilly, luego una familia hizo una ampliación con esta técnica y también una casita en Diadema y yo armé un espacio aquí en mi casa”.
Una visión similar es la expresada por el arquitecto Sebastián Ortega, quien se desempeña profesionalmente en Comodoro y también ve un crecimiento paulatino de la demanda.
“Siempre estuve interesado en la arquitectura solar y en los diseños respetuosos con el ambiente, con el uso de la menor cantidad de recursos posibles –ponderó Ortega-. Me interesa el uso de materiales con una baja huella de carbono, por lo que me especialicé en provincia de Buenos Aires con Jorge Belanko y luego estuve un tiempo en cordillera, donde incluso trabajé como albañil y como voluntario en muchas actividades y siempre mantuve ese interés”.
En Comodoro, indicó, “empezamos con algunas obritas, el movimiento ha crecido y hay interés, pero la realidad es que todavía estamos lejos de la zona cordillerana, la provincia de Buenos Aires o el norte del país. Crece, pero a un ritmo tranqui”.
Ortega también aclara que no necesariamente la construcción en tierra es más barata. “Puede ser muy económica si la mano de obra la aporta uno, o a través de grupos de trabajo o ‘mingas’, pero si pensamos en los revestimientos, terminaciones y carpintería, los materiales siguen siendo los tradicionales. No hay una reducción tan significativa en esa parte, que es el costo más significativo. Y si la mano de obra no la pone uno, no hay una diferencia de costos tan grandes”.
Coincide además en que quienes se acercan lo hacen por una conciencia ecológica y por las características de la técnica, como el control de humedad y la aislación térmica que permite el uso de estos materiales.
“Quienes buscan este tipo de vivienda es porque la conocen, porque han vivido o estuvieron dentro de una de estas casas. Hay muchos aspectos vinculados a lo sensible, más allá de lo que uno pueda explicar, porque es necesario vivenciarlo”.
Manos a la obra: materiales de la zona para moldear ladrillos y preparar el revoque
La preparación del adobe, que es un ladrillo de barro, requiere de tierra del tipo arcillosa y también arenosa. Además, una fibra como el coirón, para pensar en una planta de la zona. Y bosta de caballo. La mezcla para el pegado de los ladrillos se prepara con los mismos materiales.
“Hay moldeos de uno, dos, tres o cuatro ladrillos, que se hacen en chapa o madera, que para mí son los mejores –recomienda Melo-. Tiene su sistema de secado y curado posterior, porque deben quedar en un espacio liso, espolvoreado con arena, rotándolos para que sequen bien, porque tienen una contracción muy rápida y se debe evitar el resquebrajamiento”.
Hay también otra técnica para paredes, llamada quincha, que es muy económica. “Yo la hice con pallets, que antes eran descartables y consiste en poner unos bastidores entre columnas (pueden ser de hormigón postes de madera o caños de tubing, etc). Esa pared se rellena con fardo embarrado y luego se hacen los revoques con tierra. Quise armar un espacio bien térmico y acústico, entonces hice una doble pared de pallets”.
Luego, los revoques deben hacerse, como en una construcción convencional, del tipo grueso y fino. La base es la misma, es decir tierra, bosta de caballo, fardo y coirón, que para el grueso debe ser picado y para el fino, debe ser todo el material tamizado, para que quede tan fino y liso como una crema. Se agregan algunos aditivos, que dan propiedades para repeler el agua y soporte la abrasión, para lo que se usa engrudo de harina, o de mandioca, que es superior, según aclara la entrevistada. Aceite de linaza, cenizas de estufas (o de fogón de asados), “lo que da una propiedad tremenda al revoque fino. También uso mucho algo que planté en mi casa, las orejitas, o tunas (nopal), utilizándose la llamada ‘baba de tuna’, que es un material buenísimo para el revoque fino. Una vez terminado, con la pintura, ayuda mucho a repeler el agua y evitar la erosión”.
Características y ventajas
Una de las virtudes de las casas de barro, destacadas por ambos profesionales, es la capacidad de aislamiento térmico, es decir que protegen tanto del frío como del calor, por lo que a partir de un diseño adecuado puede aprovecharse mejor el calor durante el invierno y viceversa, protegerse contra el exceso de temperatura durante el verano.
“Esto se debe complementar con el diseño bioclimático, pensando en el espacio o entorno donde se va a construir –añade Melo-. Hay que considerar la zona donde se construye, desde dónde viene el sol o dónde se pone, cómo incide sobre el terreno y decidir dónde convienen las aberturas más grandes y dónde las más chicas”.
En ese marco, hay muchos aspectos a considerar. Dónde colocar un alero, la inclinación y cómo aprovechar éste para proteger las paredes revocadas en barro contra la incidencia de la lluvia, son sólo algunos.
“El sol cambia de ángulo según la estación del año y esto es necesario tenerlo en cuenta para orientar la casa en el terreno. En verano da más de punta y en invierno en forma más apaisada y eso se debe considerar para el diseño”, explica la proyectista.
Hay técnicas de diseño de calefacción solar pasiva, en la que una pared hacia el norte con una especie de caja de ladrillo o adobe, con un vidrio exterior, genera una cámara de aire caliente, lo que a través de una rejilla permite graduar el ingreso de aire caliente en el invierno.
“Esto no te va a permitir eliminar todo el costo de gas o electricidad para calefaccionar, porque nunca estas cosas te bancan en un 100 por ciento, pero sí ayudan a reducir o aminorar esos costos”, aclaró la especialista.
Ortega también hace referencia a que las características del adobe lo tornan muy recomendable para la zona, aprovechando que en todo el año no se registran grandes amplitudes térmicas, es decir diferencias de más de 25 grados entre la mínima y máxima temperatura de un día.
“Lo que debemos priorizar es la captación solar en los horarios donde el sol de mediodía de invierno tiene mayor radiación, para eso se utiliza el adobe. Y después, es necesario utilizar paredes de baja densidad, para evitar la pérdida de calor”, advirtió.
Otra consideración vinculada al clima y las técnicas constuctivas, como también al modo en que al no considerar el vínculo entre ambos factores puede implicar, al momento de habitar la vivienda, excesivos consumos de energía:
“En los últimos años, en nuestra zona la evolución de la tecnología nos permitió abrir enormes ventanales, que históricamente no era tan sencillo de hacer, pero se mantuvieron costumbres constructivas de no protegerse del sol del norte en el verano. Hoy hay muchas viviendas sobre calentadas y por eso crece el uso de equipos de aire acondicionado, además de lo que afecta el cambio climático; pero el mayor impacto para mí tiene que ver con la no protección del sol del norte, asumiéndonos únicamente como una zona fría”.
Otra ventaja, además de aislar del frío y el calor, es que las paredes de barro logran una humedad óptima para el ambiente, a partir de su porosidad. Cuando hay humedad en exceso, la pared la absorbe. Y cuando el ambiente está seco en extremo, la misma pared devuelve esa humedad contenida. Por eso, la técnica es recomendada para personas con problemas respiratorios.
Una alternativa para mejorar la habitabilidad en sectores postergados
A medida que avanza el informe, surge una idea para plantear a los profesionales, vinculado a una política de Estado para urbanizar sectores sociales que sufren muchas limitaciones para construir su vivienda. ¿Podría pensarse a la bio construcción como una alternativa para realizar viviendas sociales, por ejemplo a la hora de regularizar ocupaciones de tierra?
“Sí, totalmente, es algo que me viene girando hace rato en la cabeza –reconoce Gabriela Melo-. Hay una película que se llama ‘El Barro, las manos la casa’, que es como una biblia de la bio construcción, en la que Jorge Belanko te enseña a hacerte tu casa, prácticamente, porque contiene muchísima información. Hay un pasaje donde el grupo que trabaja en la película mejora una casita, muy humilde, en la cordillera, hecha con cantoneras (rezagos de los aserraderos). Entonces van y con el barro hacen un recubrimiento en la parte interna. Tierra arenosa y arcillosa, algún fardo de pasto, bosta de caballo y listo, con eso se logra una termicidad impresionante, para protegerlo del frío en esa zona”.
El tema fue abordado recientemente en una reunión con funcionarios municipales de Comodoro Rivadavia, en la que se analizó lo inherente al código de edificación y la inclusión de estas técnicas constructivas, que hoy ya cuentan con aprobación municipal.
“Este tema lo planteé y dije que me interesaría trabajar en algo así, de interés de social, para ayudar a personas de bajos recursos, que con una capacitación o talleres podríamos hacer un proyecto para mejorar los espacios. Por eso daba el ejemplo de la cordillera, donde se ve que con poco se puede mejorar este tipo de viviendas”.
Para Sebastián Ortega, la solución de la vivienda de tierra puede pensarse incluso más allá de los asentamientos.
“Cualquier persona que vive en una vivienda precaria podría mejorar sus condiciones de habitabilidad con esta técnica. No es sencillo, porque la persona vuelve de trabajar y tendría que ponerse a construir, tal vez sería necesario armar cooperativas de trabajo, que es una de las características más marcadas de este tipo de construcciones, con gente trabajando a la par, primero en la casa de uno y luego del otro”.
En este punto, el profesional utiliza la palabra ‘minga’ (un vocablo Quechua), como se denomina a estos grupos de trabajo, el significado, vale guardarlo, alude a los pueblos originarios que realizaban una tarea agrícola colectiva, en beneficio no de una persona en particular, sino de toda la tribu. ¿Será posible?
Más información: https://elbuenvivir.net.ar/categoria/tierra/bioarquitectura/