“Estudié trabajando y aprendiendo, y tengo un problema: tengo muchas ideas que me gustaría hacer, pero me tengo que contener porque ya no puedo manejar todo”. Fernando Roca tiene 82 años y cada mañana se levanta y se va a trabajar a la empresa que tiene hace años. Ya no recorre el yacimiento Cerro Dragón como hizo en sus inicios, pero sigue activo, vigente, sabiendo que la industria del petróleo es parte de su vida.

El último 23 de febrero, Roca fue homenajeado en el marco del Aniversario de Comodoro Rivadavia. Recibió la distinción ‘Cerro Chenque’ por su extensa trayectoria y por el aporte que hizo a la industria de los hidrocarburos. Es que, entre otras cosas, fue uno de los fundadores del IAPG (Instituto Argentino Del Petróleo y Del Gas), Seccional Comodoro Rivadavia, la institución que apostó a la seguridad y la capacitación de la industria en la Cuenca del Golfo San Jorge. 

Roca junto a la comisión directiva del IAPG.
Roca junto a la comisión directiva del IAPG.

UNA VIDA EN EL YACIMIENTO

Fernando llegó a Comodoro en 1960 para trabajar en Pan American Oil. Nació en Barcelona pero a los 11 años vino a vivir a Argentina. Su padre quería escapar de la guerra y en Sudamérica encontró el lugar para vivir en paz. 

Cuenta que recorrieron Argentina hasta que llegaron a Córdoba. Allí terminó la secundaria y comenzó su camino en la ingeniería, sin imaginar que en un rato libre iba a encontrar su destino en el sur de la Patagonia, algo que recuerda con alegría.

“Yo estaba estudiando en la Universidad de Córdoba y en un rato libre empecé a pasear por ahí. Me acuerdo que estaba abierta el aula magna y había gente. Vi que estaban todos los que se habían recibido de ingeniero ese año, y había un intérprete y un americano. Estaban buscando gente para traer a Comodoro”.

Era el 59, el presidente de la Nación Arturo Frondizi había lanzado la Batalla del Petróleo para lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos, abriendo el juego a la llegada de capitales extranjeros. En ese marco, la Standard Oil desembarcó en Comodoro, a través de su subsidiaria Pan American Oil, y comenzó a buscar gente para sumar a la compañía. 

Como cuenta Fernando, “a los empleados de YPF les prometían hasta casamiento para cambiarse de empresa, pero ninguno quería”, así la búsqueda continuó en Córdoba donde él se sumó. 

“Yo me arrimé y dije ‘quiero ir’. El intérprete me anotó, me pidió el nombre y me dijo ‘pero vos no sos ingeniero’. ‘No, pero soy ingenioso’, le respondí. Se rió, y el gringo le preguntó cómo era la cosa, y cuando le contó le dijo ‘anotalo’. Así me sume”.

El 2 de enero de 1960 Roca llegó a Comodoro junto a aquellos ingenieros que habían aceptado la propuesta. Lo primero que hicieron fue ir a sacar el carnet de conducir y luego los llevaron a Cerro Dragón, un yacimiento incipiente que se iba a convertir en el más grande de Argentina. 

Eran otros tiempos, Fernando tenía solo 20 años y la Ruta 26 no era ni la sombra de lo que es hoy. Llegaba solo hasta la zona de El Trébol y la única forma de llegar hasta Dragón era por Holdich, ingresando por Diadema y saliendo por Pampa del Castillo. 

“Tardamos como dos horas en llegar. Allá nos instalaron en una gamela y comenzamos a trabajar. Trabajábamos seis días por dos de descanso. Yo estaba con un americano y había que hacer diferentes cosas. Me acuerdo que nos explicaban como podían, señas más que nada, pero empecé a recorrer todos los sectores. Así empecé”.

Fernando cuenta que un mes después, muchos de los que habían llegado de Córdoba volvieron a su ciudad. No les gustaba la desolación que había en la zona. Él, en cambio, decidió quedarse a pesar que eso le trajo inconvenientes con su familia. Ellos querían que estudie. 

“Estuve cuatro años sin tener contacto con ellos porque dejé de estudiar, pero yo trabajaba bien, nunca tuve ningún problema y cuando un sector ya lo conocía decía que quería cambiarme, porque yo quería conocer toda la industria, quería aprender; y aprendés haciendo las cosas. En Pan American estuve a cargo de lo que era perforación, terminación de pozos, pulling, hasta que llegó la época de Illia y paramos de perforar”.

El sueño de Frondizi, como recuerda Fernando, se evaporó con el golpe militar del 29 de marzo de 1962. Arturo Illia, el nuevo presidente, anuló los contratos y hubo millonarias compensaciones extrajudiciales a las petroleras que habían desembarcado en la zona. Fernando lo recuerda con lujo de detalle. “A los que tenían áreas chiquitas les pagaron para que se vayan, pero a Pan American no le podían pagar, porque era muy grande su inversión, así que pidieron que le den el 20% de la producción y ellos hacían una línea de estaciones de servicio por todo Latinoamérica”. 

Fernando todavía estaba en Pan American Argentina Oil Co cuando conoció a Marta Colciago, su primera mujer y con quien tuvo a su única hija, Andrea. “Yo tenía un problema. Hablaba algo de francés, catalán, italiano, pero no sabía inglés. Entonces tomaron una profesora en Buenos Aires que tenía familia en Comodoro para que viniera a enseñarme. La verdad encontré un modo más fácil: me casé con ella y se acabaron las cosas. Ella me daba los papelitos escritos”, dice entre risas, recordando con humor cómo empezó su vínculo con Marta, la chica con la que se casó en 1964. 

Fernando Roca, el hombre que hizo de la industria del petróleo su vida y con 82 años sigue trabajando

UNA EXTENSA TRAYECTORIA EN EL PETRÓLEO

A lo largo de su vida, Roca pasó por diferentes empresas. Luego de Pan American vino Quitalcro, que lo sumó cuando incorporó dos equipos de perforación eléctricos para perforar en el Tordillo, en lo que fue el primer contrato externo a YPF. 

En esa firma estuvo un tiempo hasta que se asoció con los hermanos González que querían comprar equipos de pulling para ponerlos a trabajar. Él estaba en el mismo proceso y terminó comprando un equipo en Estados Unidos, que luego convirtió en seis. “Le dije al presidente de Saipem ‘compré un equipo nuevo, me lo entregan el mes que viene. Te lo doy y me llevo toda la chatarra que tenés de equipos’. Me llevé eso y con eso armé seis equipos y los puse a trabajar para YPF”.

Durante varios años estuvo en Técnica Patagónica hasta que el negocio dejó de funcionar, y decidieron vender la firma y disolver la sociedad. 

Luego llegaría su paso por CAPSA, en los inicios de la Compañía Argentina de Petróleo. Con orgullo cuenta que en esa sociedad le ofrecieron ser gerente, pero él prefirió trabajar en los talleres y la perforación. Así, tuvo el gusto de perforar el primer pozo de la empresa que en un inicio se denominaba Austral, hasta que una intimación de la línea aérea de entonces obligó a cambiar el nombre. 

Durante tres años, Fernando formó parte de CAPSA hasta que decidió irse y recibió un llamado de un grupo estadounidense que quería traer equipos a Comodoro. “Cuando me llamaron dije ‘voy a hablar con ellos, los voy a conocer y ver qué quieren hacer’. Así que me fui a Estados Unidos y traje equipos de workover. Ellos querían hacer perforación, pero les dije ‘empecemos por el medio’. Ahí yo era un socio chiquito, otro socio era Yabrán, pero en una reunión me peleé con él y dije ‘no trabajo más, busquen otro gerente’ porque las cosas que no me gustan no las tolero. Pero me acuerdo que a la tarde me llamó el jefe grande y me dice ‘Yabrán no está más en esta sociedad, su parte es tuya”. 

Iceberg se creó a finales de la década del 70 y formó parte de un grupo empresario que tuvo otras empresas, como Ocasa y transporte de caudales. Por eso el nombre, dice Fernando: “lo que se ve es chiquito pero lo que está abajo es muy grande, y esto era muy grande”.

La empresa funcionó hasta que dejó de ser rentable y decidieron vender, la operación más difícil de su vida, asegura Fernando.

Cuenta que durante 9 meses persiguió a un americano que estaba interesado en comprar. Sin embargo, la operación nunca se concretaba hasta que decidieron poner un ultimátum.

UN EMPRESARIO DEL PETRÓLEO

Hombre de negocios y con experiencia en la industria, Roca finalmente se asoció con un contratista que les llevaba agua a los equipos y comenzó a construir equipos para intervenir los pozos no productivos. “Fabriqué 14 y empezamos a producir con los pozos que estaban fuera de servicio, pero llegó un momento que en Santa Cruz estábamos produciendo a YPF 2500, 2800 metros cúbicos secos”. 

En la actualidad, mantiene Mansilla e hijos, sociedad que funciona en el barrio Industrial con otra subsidiaria. Con orgullo cuenta que llegaron a tener más de 320 empleados, pero que en la actualidad son 70, no solo trabajando en la construcción de equipos, sino también en la disposición final del cambio de aceite de los mismos a través de una tercera empresa que adquirieron. 

Con 82 años asegura que no tiene pensado dejar de trabajar y tampoco de andar en moto, su pasión de toda la vida, junto al buceo y el mar. 

Roca aún recuerda sus tiempos de rotario, como presidente del Rotary Club Comodoro Rivadavia Oeste y los primeros años del IAPG, la institución que nuclea a las principales empresas petroleras de la zona y trabaja en capacitaciones para la industria. 

Fernando Roca, el hombre que hizo de la industria del petróleo su vida y con 82 años sigue trabajando

Por supuesto, por estos días no trabaja tanto como antes y pasa sus tardes junto a María Elisa Barrionuevo, aquella jefa de contrato de YPF con la que se reencontró hace 8 años gracias a las salutaciones que ella solía hacer en cada cumpleaños. 

Es que su vida pasa y pasó en torno al petróleo, ese recurso tan importante que permitió el desarrollo de Comodoro Rivadavia, la ciudad donde Roca terminó trabajando y estudiando aquel día que decidió dejar la universidad para venirse a la Patagonia a buscar petróleo.

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