Yazmín Cárdenas, la joven que encontró su vocación de enfermera en el Cuartel de bomberos de Rada Tilly
“Soy de las personas que puede decir que arrancó con esto desde chica”, dice Yazmín Cárdenas. A la joven siempre le gustaron las sirenas y las luces de la emergencia, y cuando cumplió 16 años solo tenía un deseo: ser bombera. Con autorización de su mamá, ingresó al Cuartel de Rada Tilly sin imaginar que en un accidente de tránsito iba a encontrar la profesión que eligió para su vida, la enfermería. Historia de una chica que encontró su traje en el ayudar al otro.
Febrero. Verano. Altos de la Villa. Yasmín estaba terminando la escuela secundaria y la de bomberos cuando la emergencia llamó a un accidente de tránsito sobre la Ruta Nacional N° 3, en el tramo que une Rada Tilly con el último barrio de la localidad. Era de noche y la unidad de rescate salió hacia el lugar sabiendo que había heridos. El choque había sido frontal y de gran magnitud.
Yazmín recuerda que, en el camino, con sus camaradas se iban dividiendo las tareas y ella atinó a agarrar el bolso de trauma para atender a quienes estaban en el vehículo volcado. Llegaron y comenzó la acción. Un ir y venir rápido, fugaz, para ayudar a quienes habían sufrido el accidente. Esa noche, ella decidió que quería ser enfermera.
Yazmín Cárdenas (27) es la enfermera - bombero de Rada Tilly. La joven trabaja en La Salita ―el Centro de Salud René Favaloro― y presta servicios en el Cuartel de la localidad.
Admite que siempre vio su futuro con un traje puesto, pero nunca imaginó que el ambo de enfermería y el mameluco de bomberos la iban a acompañar en su día a día.
“Mis papás se ríen. Me dicen ‘vos te sacás el ambo y te pones el mameluco, te sacás el mameluco y te pones el ambo’. Esos eran mis trajes al final”.
Yazmín cuenta que de chica siempre se imaginó “con un traje, sea una bata o un ambo, siempre me imaginaba con eso”. Quizás por eso, cuando tuvo que iniciar la universidad al terminar la escuela 718, decidió estudiar técnica - química. Aunque luego de un tiempo sintió que no era por ahí y dio el batacazo.
Lo cierto es que a Yazmín siempre le llamaron la atención las sirenas y las luces de la emergencia, desde chica, y a los 16 años decidió que quería ser bombera. Estaba cursando Noveno año cuando les pidió autorización a sus padres para poder ingresar al cuartel. A ellos no les gustaba mucho la idea. Sin embargo, su madre accedió y comenzó a asistir.
“A mí siempre me había gustado, pero mis papás siempre estuvieron en contra. ‘Es peligroso, vas a ver cosas feas’, me decían y para los 16 años lo único que les pedí fue si me podían dar la autorización, porque mi único deseo era poder entrar al Cuartel. Mi mamá dijo, ‘dale, yo te doy la autorización, hacemos todos los trámites y vemos: si te gusta, buenísimo, y si no, no pasa nada’ y así empecé con autorización de mis papás y del jefe del cuerpo activo”.
En esos tiempos de cadete era ir y venir a la guardia, “ver cómo se manejaban, el movimiento” y estar a disposición, hasta que en el último año del Secundario arrancó la Escuela de Bomberos.
La joven recuerda en detalle aquel año de doble escolaridad. En la semana asistía a la 718 y el fin de semana al Centro de Formación Profesional 652.
Fue en ese ínterin que comenzó a descubrir su vocación. Los accidentes de tránsito despertaban en ella algo diferente a lo que le sucedía en un incendio y así poco a poco fue metiéndose más en ese mundo de rescate vehicular y atención a la víctima.
Pero ese accidente lo cambió todo, tanto que dejó la carrera que había empezado y comenzó Enfermería para especializarse.
A la distancia, Yazmín admite que ingresar a Enfermería la ayudó a ver de otra forma su trabajo de rescatista. “Estaba bueno porque pude empezar a ver a las personas de una manera más integral, más el trato humano con la persona que a veces se pierde en este ínterin de sacarlo rápido para que llegue la ambulancia. También empecé a darme cuenta qué es una situación de estrés, que somos la primera persona que va a atenderlo y somos eso, los ojos, la voz de esa persona en ese momento”.
En 2018, Yazmín finalmente se recibió de técnica, el paso intermedio de su objetivo final. Con ese título tuvo su primera posibilidad laboral en una empresa que prestaba servicio de medicina laboral. Era chofer y enfermera en turno noche. Así combinaba sus tres actividades en simultáneo. Sin embargo, la pandemia lo cambió todo y al quedarse sin trabajo decidió buscar una oportunidad en el emblemático lugar que tiene la salud en Rada Tilly: la histórica salita.
“Comencé en mayo del 2020, en plena pandemia. Ya estábamos usando barbijo. Fue una muy buena experiencia. Agradezco muchísimo el acompañamiento de las enfermeros y enfermeros que estaban en ese momento, porque es mucho más complicado pasar del privado a un público, porque en el público se hace muchísimo más. Entonces fue pasar a hacer de todo, justo en La Salita, donde va toda la gente de Rada”.
Para Yazmín, como para todos los enfermeros, la pandemia marcó su carrera. Era enfocarse en la gran demanda de inmunizar a cientas de personas cada día para disminuir la cantidad de contagios de Covid y achicar la cantidad de muertes. “Laburamos para eso”, dice con orgullo.
La última semana, la joven finalmente se recibió de licenciada en Enfermería en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, un camino largo lleno de obstáculos, donde trabajó, estudió y, además, fue voluntaria.
Casualmente la fecha fue cerca del Día de la Enfermera, por lo que este año no fue una efeméride más para allá.
Por supuesto, la joven está agradecida del camino recorrido, y reconoce que “el apoyo de los compañeros fue fundamental para lograrlo”, tanto en bomberos como en La Salita.
“A veces me ponía a estudiar acá y era como ‘bueno, Yazmín está en el quincho estudiando, no pasa nada’, total estaba ahí y si pasaba algo bajaba y salíamos. En el trabajo también tenían la consideración de que si llegaba a tener una salida antes y no alcanzaba a llegar a horario, me pasaban la guardia más tarde y ellos me bancaban, así que estoy agradecida, porque esto es algo muy lindo y una responsabilidad muy grande, me llena en lo personal y emociona realmente porque estamos para ayudar, estamos para eso”, dice con orgullo y emoción la enfermera que encontró su oficio en un cuartel de bomberos, siempre para ayudar a otros.