En el barrio Codepro había una casa y en esa casa había un galpón de bloques rústicos. Era un depósito: dos mesas centrales y una luz fuerte se destacaban del caos que las rodeaba. Entre humo, componentes, plaquetas y estaño dos chicos trabajaban todas las tardes para que la señal pudiera escucharse. La voz del flaco Spinetta les hacia compañía: “Toda la vida tiene música...hoy”. Y fue allí, entre esas 4 paredes repletas de cajas, estanterías, desorden y puchos que se cumplió el sueño de una radio propia.

Fuente Charly Pelicón

Pablo Lukievicz y Enrique “Charly” Pelicón llegan a la entrevista con ADNSUR minutos antes del horario previsto. Recién salían de su trabajo y se los veía entusiasmados porque por en un rato iban a sintonizar en sus recuerdos a la “96.7 Eco Radio, donde el rock and roll respira”.

Los orígenes de la 96.7

La Eco Radio salió al aire por primera vez en el año 1989, en principio tenían otro dial y era la 96.3. 

Ellos querían escuchar música que prácticamente en la ciudad no sonaba. Capovilla tenía un programa en la FM Alfa, pero no les alcazaba y fue así que le dieron forma al proyecto.

“Dijimos: "vamos a ponerle al barrio nuestra música”. Con Chiche sabíamos de electrónica y comenzamos a construir un equipo muy chico para salir a varias manzanas alrededor. Pusimos un cassette de los Doors de 90 minutos y recorrimos el barrio con el walkman para ver hasta dónde llegaba. Todo el tiempo tratábamos de mejorar la potencia, nuestra antena era un caño de cortina”, recordó Charly.

Se juntaban todos los días a la salida del trabajo y pasaban entre 4 y 5 hora diarias haciendo experimentos: soldaban, probaban conexiones, veían que se quemaba y seguían adelante, era un gran desafío.

Pablo recordó la amistad que los unía desde muy chicos, todos se conocían de la escuela. Cuando surgió la radio ellos tenían unos 23 años y estudiaban Ingeniería Electrónica con Fabián Arienti en La Plata. Fue Charly quien los sedujo con este proyecto. Ese año había viajado a La Plata a un congreso de FM clandestinas, se hospedó en el departamento de sus amigos estudiantes y les habló sobre el equipo que armaban con Chiche.

En vacaciones de verano los futuros ingenieros volvieron a Comodoro y nunca más se fueron. Se sumaron a la radio junto a otros amigos: Ignacio Stankewitsch y Claudio Sola y fue allí donde comenzó la gran aventura. 

“Al principio no nos escuchaba nadie y no nos importaba, luego salimos a grafitear paredes y solo poníamos 96.3, el boca en boca comenzó a correr y de a poco llegamos a más gente”, contó Charly.

Fuente: Charly Pelicón

Pablo y Fabián se sumaron al equipo en la operación y semi producción. Ellos escuchaban mucha radio pero no habían estudiado nada relacionado con el tema.  Hacían lo que se les ocurría, eran muy creativos. Al tiempo cambiaron la antena por una más potente y se mudaron a Salta 250, atrás de la casa de la mamá de Charly y de apoco comenzaron a profesionalizarse.

“Comenzó acercarse gente más grande que nosotros en esa época, ellos eran profesionales que querían hacer programas de Jazz, de Blues, nos traían música que no habíamos escuchado nunca”, contó Charly. La radio se agrandaba de apoco.

Fuente: Calderón

Valeria Artigas es docente de música y en los inicios de la radio realizó algo así como una pasantía ya que estudiaba Comunicación Social. Para ella son recuerdos imborrables:

“Con José Sayago pasábamos las noticias. En aquella época los diarios llegaban a la tarde y para tener los titulares y leerlos temprano había que estar suscriptos a una agencia de noticias, cosa que la Eco no hacía en ese momento. Mi papá se levantaba muy temprano y escuchaba la radio de Buenos Aires y me anotaba todos los titulares, entonces yo los llevaba a la Eco y ahí los leíamos con José”, contó Valeria entre carcajadas.

Fuente: Calderón

Una radio creativa

Santiago Sánchez es un periodista y docente, el comenzó su carrera radial en la Eco y recordó:

“Ellos potenciaron el uso del lenguaje sonoro, hasta ese momento acá la radio era hablar por micrófono, pero lo de Eco fue mucho más completo porque la identidad no solo pasaba por la música, pasaba por la estética, tenía que ver con una postura ideológica y una forma de decir las cosas”

Lo que hicieron con las publicidades fue único en aquellos tiempos, las dramatizaban, se comunicaban valores y simbología. Ellos lograron que las publicidades se incorporaran al uso cotidiano da gente y afirmó:

“Si a la gente de esa época le decís "El sordo de torre 3" se les van a venir a la mente un montón de situaciones”.

Pablo y Charly se miran constantemente y se ríen a carcajadas, a veces parecen sorprendidos del tiempo que pasó y de la huella que dejó la radio. Trabajaban, creaban y se divertían. 

“Los jingles los hacía Andrea Alberelli, fantásticos jingles y después estaba Nacho Villanes, él era Narciso Roca Barben al que todos escuchan pero no lo ven, era un locutor fantástico, actor, hacíamos las publicidades y te ponía voz de manzana si querías”, relató Pablo.

Ellos pensaban todo como si fueran para la Tv y luego trataban de que las personas al escuchar las publicidades pudieran imaginarlas, fue así que lograron una verdadera imagen de radio.

Las bandas de rock

La 96.7 fue fundamental en la difusión de las bandas de rock locales. Era el dial que les daba cabida, tocaban en vivo en los estudios de la radio y eso no pasaba en ningún otro lado.  Para los 113 Vicios, por ejemplo, fue fundamental.

Recital de Los Piojos - Fuente Coco Paez

La radio transmitía todo el día el rock que les gustaba a ellos. Los Piojos fueron una clara evidencia y es por eso que a Comodoro le llaman la “capital piojosa”.

“Los Piojos acá metían 4000 personas y 2500 en Quilmes, Buenos Aires. Fue así que sacaron el disco: “Tercer arco" y a nosotros nos mandaron la copia del CD un mes antes que salga a la venta. Viajábamos a Capital y nos íbamos a la Distribuidora Belgrano Norte con el muchacho de los Piojos y nos regalaban CD de todas las bandas. Comenzamos a tener una llegada que nos recontra favoreció”, recordó Pablo y agregó:

“Teníamos una cláusula y se la decíamos a las bandas de Buenos Aires: si ustedes vienen a tocar acá, tiene que tocar si o si con una banda local, eso no se negociaba. Tratábamos de hacer lo que queríamos y a veces nos dábamos contra la pared”.

Trajeron bandas emblemáticas, como “Memphis La Blusera”, “Pappos Blues”, “Bersuit Vergarabat”…

Calderón

Papeles en regla

Una de las preguntas que surgió en la entrevista fue ¿ustedes eran una radio clandestina? Y la carcajada de los dio sonó a dúo, la respuesta fue: “Éramos legales, teníamos un Permiso Precario y Provisorio”, y luego hicieron gesto con el brazo hacia arriba, como que estaban de fiesta: PPP, cantaron ambos y siguieron riendo.

Esto también requería de ciertas exigencias, por ejemplo, cada vez que pasaban un tema, alguien tenía que locutar en nombre del tema. Reconocieron que eso lo hicieron solo un tiempo: “Imaginate que todo el día pasábamos la misma música, lo hicimos solo un tiempo para cumplir y fue así que nos comimos un juicio que luego ganamos”, relató Pablo.

El fin de la Eco

La transmisión duró 10 años y en 1999 llegó el fin. Todos le dedicaron muchas horas de trabajo y a eso se le sumaba el contexto familiar de cada uno. Los tiempos comenzaron a cambiar y ellos comenzaron a aburrirse. 

“La gente en lugar de poner un kiosko ponía una radio y los potenciales clientes no valoraban el trabajo artístico que hacíamos, preferían pagar publicidades más baratas sin tener en cuenta la calidad. Todo lo que englobaba a la radio en el sentido estrictamente cultural se diluyó”, dijo Pablo.

“Es difícil imaginarnos qué hubiera pasado si siguiéramos en el aire, tal vez hubiéramos evolucionado para otro lugar”, afirmó Charly.

La Eco tuvo un recorrido muy importante y fue parte de la identidad del rock de esta ciudad petrolera. Allí se decían cosas que a veces otros no se animaban a decir. De un galpón en lo que alguna vez fue el barrio Codepro, pasaron por la calle Salta, luego llegaron a la Rawson, pasaron por la Chacabuco y cerraron sus puertas en la Urquiza.

Al momento de preguntarles él porque del nombre, Charly explicó sin mucho misterio:

“No sabíamos qué nombre ponerle y a Ignacio se le ocurrió Eco ya que lo relacionó con el fenómeno físico del sonido que sale, rebota y se repite. La realidad es que con ese nombre el logo también se nos hacía más fácil a la hora de diseñarlo”.

Y así fue que el eco de aquel dial no paró jamás y hoy rebota y permanece en la memoria de aquellos jóvenes de la década del 90.

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