COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) - El inicio del nuevo período institucional en los gobiernos nacional, provincial y municipal trae consigo la esperanza de que algunos problemas urgentes puedan replantearse y, en función de ello, empezar a resolverse. Sin embargo, una mirada rápida a la historia reciente, pero que comprende tres períodos de gobierno, no permite albergar muchas ilusiones. La duda es: ¿se trata sólo de ineficacia de los gobiernos, o de la incapacidad de la ciudadanía para exigir las soluciones mínimas?.

Esa duda me surgió al observar un informe de ADNSur, publicado en el año 2009, que por entonces anticipaba, muy certeramente: "Sin obras en el acueducto, calculan que Comodoro tendrá cortes de agua cada 15 días”. No sólo se cumplió aquel vaticinio, sino que ha quedado corto, ya que los cortes –valga el juego de palabras- se producen hoy cada una semana. Y cuando no es por falta de reservas, es por la precariedad del sistema eléctrico y de impulsión del bombeo, como lo ocurrido en el corte del último fin de semana.

Es dolorosamente irónico intentar un mínimo ejercicio de la memoria, en tiempos en que la cultura del consumo y del fast food informativo se lo devora todo, favoreciendo así el disimulo de la inoperancia, pero haciendo más grande la frustración frente a los problemas que se repiten sin solución de continuidad. 

Sin ir más lejos, el 13 de diciembre se celebra el Día del Petróleo. No voy a repetir la historia ya revisada por muchos investigadores, de esta región y del ámbito nacional, que han probado fehacientemente de que aquello de que “buscando agua se encontró petróleo” es más bien un mito, ya que había elementos suficientes para saber que lo que se encontraría era el por entonces llamado “kerosén”.  Aunque pocos supieran, allá por 1907, sobre el potencial de esa riqueza, había hombres que estaban al tanto del “tesoro” petrolífero de la región.

Lo que sí es cierto es que durante las décadas posteriores Comodoro Rivadavia ha continuado con poco agua o “casi sin”, según las épocas y las circunstancias. Más allá de que en la década del 20 se expropiasen las tierras de los Manantiales Behr y se transfirieran a Y.P.F., para que entonces la pujante empresa nacional hiciera un acueducto para abastecer al pueblo. Independientemente de que ese abastecimiento se quedase corto en pocos años y por eso, por caso, los baños públicos de la avenida Rivadavia para ducharse, en los años 50… o la exigencia del intendente Antonio Morán a Arturo Frondizi, cuando visitó esta ciudad en el ‘59 y lo puso ante la disyuntiva: “o el acueducto o el puerto, Morán, las dos cosas no se pueden”. Y la opción se inclinó por el acueducto inaugurado en 1966, que en pocos meses empezó a mostrar fallas y a romperse.

Más allá de esa parte de la historia, digo, sorprende observar los sucesos de los últimos 6, 7, 8 años (ya no habrá programa en la tv pública para refritar esta casual mención y enrostrarla como parte del inconsciente colectivo). Porque en aquel informe periodístico se planteaba la necesidad de la segunda parte de la obra del acueducto “nuevo” (que en realidad ya es tan viejo como el cansancio de chocar siempre contra la misma pared), con datos aportados desde la SCPL: el proyecto tenía un costo estimado en 28 millones de pesos en el año 2008, mientras que para 2009 era recalculado en 32 (con un diseño que buscaba incrementar el caudal transportado, que luego sería re elaborado para duplicar esa ampliación). Por lo que si en lugar de aumentar el caudal en 1.200 metros cúbicos por hora, como se preveía inicialmente, se hubiera presupuestado sobre los 2.500 m.3/h, como se contempla en el proyecto que hoy (todavía hoy, siete años después) está en construcción, digamos que el costo en ese momento hubiera significado unos 60 millones de pesos.

¿A qué voy con todo esto? 60 millones de pesos, en el 2009, por ejemplo, es una cifra que contrasta con lo que en ese mismo año recibió la provincia de Chubut por regalías petroleras: 325,7 millones de dólares (según datos oficiales de la Secretaría de Energía de la Nación). Al tipo de cambio de ese entonces, ¿unos 4 pesos?, digamos, significaba unos 1.200 millones de pesos. Comodoro, con el equivalente a un 5% del ingreso por regalías, resolvía el problema. Pero no se hizo. Por entonces el intendente de esta ciudad era Martín Buzzi, que luego fue gobernador de Chubut, a partir de 2011 y acaba de concluir su mandato… sin haber resuelto el problema. Y el gobernador era Mario Das Neves, que hoy es otra vez gobernador.

Pero volvamos al 2009. Pasaron algunos años y llegó el 2011, cuando supuestamente el alineamiento político entre Cristina Fernández, Buzzi (tras el portazo a su mentor político) y el intendente Di Pierro traería concreciones que, a la vista de lo que sigue ocurriendo, tampoco se cumplieron. Y si bien es cierto que la obra de ampliación del acueducto está en construcción, nadie está seguro hoy (el único gil que suele ir preso, al final, es el tal “seguro”) de que la obra vaya a concluir en octubre de 2016… porque antes se dijo que sería en octubre de 2015. Y antes (otra vez el molesto ejercicio de la memoria) se dijo que en noviembre de 2014 ya estaría avanzado en más de la mitad.

A todo esto, la obra en cuestión, ya en su diseño final con una mayor capacidad de transporte (para sumar 2.500 m.3/h al deficitario caudal actual, de alrededor de 4.800) tuvo un costo de 329 millones de pesos, según la licitación del año 2013. Inflación mediante, el costo final fue de 5 veces más que lo previsto inicialmente (dos ventajas, hubiera tenido, empezar la obra a tiempo: pagarla más barata; y que hoy, con suerte, ya estaría más cerca de casi-tal vez-quizás-a lo mejor- haber terminado).

No hay problema, ésta es una provincia petrolera y por entonces –año 2013-  ya habíamos vuelto a olvidar que el barril de crudo suele ser volátil (atrás había quedado el año 2008, que en julio tuvo su máximo valor histórico de 147 dólares, mientras el día previo a la navidad de ese mismo año caía a 33,36, según la infografía que publicamos en ADNSur en exclusiva). Ese año -2013- la provincia recaudaba 437,6 millones de dólares (el verde ya estaba a 6, así que pongamos unos 2.600 millones de no tan  devaluados pesitos, por entonces). Y si bien es cierto que la obra debe ser financiada por Nación a través del ENHOSA, bien podríamos haber apurado con las reservas en casa (como cualquier hijo de vecino, un Estado puede endeudarse cuando tiene respaldo para responder, esa sería la idea ante una obra de tamaña necesidad), considerando que el gobierno nacional recaudaba varios miles de millones de dólares (unos 30.000, desde 2003 en adelante) por dos vías: pagando regalías, a las provincias petroleras, sobre un precio menor al que regía en el mercado internacional; y a través de las retenciones sobre la exportación, del mismo petróleo que producían las mismas provincias petroleras, entre ellas la principal era y sigue siendo Chubut.

Y entonces, llegamos al 2015, a una nueva celebración del “Día del Petróleo”. Un día como hoy se anunció, en 2012, la ley de hidrocarburos, que asignaría los fondos para la “reparación histórica” de la región sur de la provincia, con Comodoro a la cabeza. Por ese concepto, a la ciudad le ingresaron más de 900 millones de pesos en los últimos dos años y seguirán ingresando –ya que la emergencia económica no toca ese derecho adquirido, según se ha aclarado desde el nuevo gobierno provincial- varios cientos en forma anual (en los próximos ejercicios, mucho menos de lo esperado, por la crisis internacional del crudo, que amenaza con quedarse en forma prolongada).  Y la pregunta es si con parte de esos fondos, que se asignan a obras de infraestructura, no debieran priorizarse para resolver algunas de las graves falencias que sigue sufriendo la ciudad (además de pavimento, parecen más urgentes la falta de agua y de energía, muchachos… después vemos cómo reclamarle al gobierno nacional –ya que la gente de Macri reconoce que no es justo que a esta ciudad le falte el agua y los servicios básicos-).

¿En qué estábamos? Ah, sí, las expectativas que suelen generar los cambios de gobierno y el inicio de nuevos ciclos institucionales. No hay (solamente) ineficacia ni miopía de los gobiernos. Eso no explica la falta de soluciones ni la repetición de los mismos problemas de siempre, creo. O no es la explicación completa.

Tengo la sospecha de que mucho dependerá de nuestro rol de ciudadanos, desde el lugar que a cada uno nos toque, confrontando con el incómodo ejercicio de la memoria. Aprovechando, de paso, uno de los axiomas del gobernador Das Neves al inaugurar su flamante mandato: “vuelvo sin rencores, pero con memoria”, dijo.

En mi caso, no quisiera estar escribiendo una columna, en diciembre de 2019, sobre la falta de agua, el frustrado camino de circunvalación (tan sembrado de “buenas intenciones”) ni la crisis de los hospitales sin médicos ni medicamentos.

Vaya uno a saber, dejemos lugar a la esperanza. En una de esas, hasta el cierre del basural deja de ser  -algún día de estos- una “prioridad” (de las tantas que tenemos) y pasa a la categoría de “hecho consumado”. Con eso y una canilla abierta con normalidad, ya sería un paso… Pequeño, tal vez, para una ambiciosa gestión de gobierno. Pero un gran salto para la región (y la provincia) en su conjunto.

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