El martes 11 de junio a las 11,30 de la mañana, Mirna Maidana salió de la escuela 795 donde trabajaba como auxiliar administrativa para volver a su casa, distante apenas a 8 cuadras, en la zona norte de Rawson. No sabía, jamás podía preverlo, que allí la estaba esperando hace tres horas quien terminaría con su vida: Pablo Fernando Moyano, un remisero llegado hace menos de un año proveniente de la provincia de Río Negro, a quien había conocido por Tinder dos meses antes.

Mirna llegó a las 11,35 a su casa en la calle Elder Vaughan 228 del Área 16, de donde había partido a su trabajo más temprano a las 8. Allí la estaban esperando, y ella no lo sabía. Media hora después de que se había ido a la escuela, Moyano había entrado a su domicilio con una llave propia. A ningún vecino le pareció algo extraño, porque ya lo habían visto antes.

Cuesta creer que Mirna le hubiera dado la llave, porque había comentado a los más cercanos que tenía miedo y se sentía “hostigada”. Quizás el hombre, que conocía todos sus horarios, también sabía dónde la escondía, o se había hecho una copia. El hecho es que allí la esperó toda la mañana, aguardando su regreso de la jornada laboral.

Escuela 795, donde Mirna trabajaba por la mañana.

Mirna llegaba a ese horario antes del mediodía para almorzar y descansar un rato antes de dirigirse a su otro trabajo como auxiliar en la escuela Politécnica 702, donde ingresaba a las 14,30. Pero ese martes nunca más volvió a salir de su vivienda.

La reconstrucción posterior de los hechos, indica que a las 12 del mediodía, se vio salir a Moyano del domicilio de Mirna para entrar al patio el vehículo que ella había dejado estacionado en la calle.

Todas las pruebas recolectadas dan cuenta que, en ese breve lapso de 20 minutos, a plena luz del día en una casa de barrio rodeada de vecinos, Moyano había abusado sexualmente de ella, la había golpeado en la cabeza muchas veces con un objeto contundente, y luego le había clavado en todo el rostro y el cuello un elemento punzante, hasta degollarla.

Si este nivel de monstruosidad no fuera ya increíble, la investigación muestra que luego la víctima fue atada de manos y pies, y que Moyano le desvalijó la vivienda, llevándose dos televisores, ropa, un canasto azul con distintos objetos, un bolso matero, un termo rojo, una minipimer, un ventilador, cortinas, sábanas, y alimentos como fideos y arroz.

Luego de semejante vejación, Pablo Moyano dejó a Mirna atada, desangrándose, se subió al auto de ella con las pertenencias que había sustraído, y se fue a la pensión donde vivía en el barrio Corradi de Trelew. La frialdad de la conducta del asesino en las horas siguientes es aún más asombrosa.

Todo se descubre

Como Mirna vivía sola, ya que estaba separada y ninguno de sus tres hijos residía en la ciudad, pasó un tiempo hasta que se generó la alerta. La primera señal de preocupación sobre su desaparición se dio en su lugar de trabajo: debió haber ingresado a las 14,30 en el turno tarde de la escuela Politécnica, pero nunca llegó.

La inasistencia sin previo aviso, algo raro en ella, sumada a la falta de respuesta a los llamados y mensajes a su teléfono -que daba apagado- hicieron que se generara una alarma. Lo extraño era que había reuniones previstas con padres y ella era muy responsable en su trabajo, por lo que sus compañeros empezaron a preocuparse.

Escuela Politécnica 702, donde Mirna trabajaba por la tarde.

Un profesor de la escuela de la tarde y una colega de la otra escuela donde trabajaba Mirna por la mañana, se comunicaron y fueron hasta su casa en el área 16. Pero vieron todo cerrado y les llamó la atención que no estuviera su auto. Como Mirna había sufrido un pico de presión la semana anterior, el siguiente paso de sus compañeros fue comenzar a recorrer los centros de salud, las clínicas y el hospital, no sólo en Rawson, sino en Playa Unión.

Después de dos horas de búsqueda sin resultados, se dio aviso a la policía. Un patrullero fue hasta la casa a las 17, vio todo cerrado y como no pudo irrumpir, siguió la búsqueda y las consultas con allegados. Hasta que desde la escuela se dio aviso a la única hermana de Mirna, Cynthia, quien llegó al lugar con un cerrajero.

Cuando se logró abrir la puerta a las 18, los primeros en ingresar a la casa fueron los agentes policiales, quienes se encontraron con un cuadro dantesco: sangre por toda la habitación y un cuerpo desfigurado. Por ese motivo, inmediatamente impidieron a los familiares más cercanos acceder al interior, para evitar el impacto de ver a su ser querido en esas condiciones.

La casa donde vivía Mirna y fue escenario del crimen.

Solamente permitieron al cuñado de Mirna tomar vista, con la horrible misión de tener que identificar el cadáver. Algunos de los primeros policías que comenzaron a procesar la escena se descompensaron: nunca habían visto algo semejante.

Atrapado en 17 horas

Desde que se descubrió el cadáver de Mirna en la tarde del martes, pasaron apenas 17 horas hasta las 11 de la mañana del miércoles, cuando Pablo Moyano fue detenido por la policía al regresar a su morada, la pensión de la calle Costa Rica en Trelew.

En un intenso trabajo contra reloj, la Policía Científica y la Brigada de Investigaciones cruzaron toda la información y rápidamente concluyeron el mismo martes a la noche que no había ninguna duda de la autoría.

Por eso la primera versión que se dio públicamente -de manera intencional- fue sobre un supuesto motivo de robo. Si ya trascendía que los investigadores sospechaban de la pareja, se corría el riesgo de que Moyano se fugara y saliera de la provincia.

La reconstrucción posterior, con testimonios, imágenes de cámaras de seguridad y el apoyo de perros entrenados, muestra una conducta asombrosa por la frialdad y la falta de conciencia de los hechos.

Luego de asesinar a su pareja, Moyano arribó en el propio auto de la víctima cargado con las cosas que le había robado aproximadamente a las 13 -apenas una hora después del crimen- a la pensión de Barrio Corradi. Como si estuviera de mudanza, le pidió a un vecino que le ayude a bajar los electrodomésticos y que se los deje conectados en su departamento. Quería tener habilitado Netflix para poder disfrutar series en la tv que era uno de los “souvenirs” que se había llevado de la casa de la víctima.

Lógicamente tenía que deshacerse del vehículo de Mirna, enorme prueba que lo incriminaba, por lo que se dirigió a Gaiman en horas de la tarde aproximadamente a las 14,30. Allí dejó el auto en la zona de chacras cercana a la cancha del club Argentinos del Sur, sobre la calle Morgan, y luego caminó hasta la plaza central del pueblo.

Así era detenido Pablo Moyano en la mañana del miércoles 12 de junio.

En la plaza de Gaiman, Moyano tomó un colectivo interurbano y volvió a Trelew, donde tenía prevista una nueva cita con otra mujer, con la que pasó la noche. La misma señora se presentó luego en la comisaría y contó que incluso habían tenido sexo. Los titulares del crimen ya estaban en los medios locales e incluso nacionales, y Moyano seguía en su rol de conquistador y galán.

Como el último registro de su celular lo ubicaba en la habitación de la pensión de la calle Costa Rica hacia las 23,30 de ese martes, la policía había obtenido una orden de allanamiento de la justicia para detener al principal sospechoso en la mañana del miércoles.

A Moyano, tanta tranquilidad y haber borrado el hecho de su mente, le jugó en contra. Fue detenido sin tener que buscarlo, ya que él mismo volvía lo más relajado a su habitación a las 11 de la mañana del miércoles cuando lo abordó el personal policial. Regresaba al mismo sitio donde tenía todas las pertenencias de la mujer con la que estaba saliendo y a la que acaba de matar unas horas antes.

Una historia fatal

La reconstrucción de los investigadores indica que Moyano, de 55 años, es oriundo de San Antonio Oeste y estaba radicado en Trelew desde octubre del año pasado. Era remisero en la parada ubicada en diagonal al Ministerio de Educación en Rawson, donde era “franquero”, es decir, cubría los francos del resto.

Moyano tiene dos hijas, y por versiones de allegados a Mirna, le había dicho que quería empezar a trabajar en la pesca y quería instalarse en su casa. Aparentemente tenía un plan, que era dejar la pensión donde residía, y convivir con la mujer, sin pagar alquiler, y aprovechándose de su doble ingreso laboral.

Pablo Moyano en la audiencia de control de detención (Foto Daniel Feldman)

El caso de Mirna, una persona querida por sus colegas, de excelente relación con su ex marido, acaba de volver a radicarse en el área 16 en la casa de siempre de la familia, luego de haber vivido un tiempo en Playa Unión. Pero -como puede pasarle a tantas mujeres- corría el riesgo de ser vulnerable, porque vivía sola.

Ninguno de los tres hijos del único matrimonio que tuvo Mirna, reside en Rawson. Ezequiel (32) había viajado a Italia hace un mes, donde buscaba radicarse. Las mujeres, Guadalupe (30) y Victoria (25), viven en La Plata: una es licenciada en Ciencias de la Educación y la otra estudia Medicina.

Los padres de Mirna habían fallecido tiempo atrás, por lo que era una mujer que vivía sola, y estaba indefensa. En las redes sociales intentó rearmar su vida buscando una pareja, y tuvo la enorme mala suerte, imposible de prever, de encontrar a un perfil de un violento que acabó con su vida.

Mirna Maidana vivía sola y conoció a un asesino en redes sociales.

Mirna había comentado a sus contactos que había cosas raras en Moyano que no le habían gustado y que quería cortar la relación ya desde hace un par de semanas. De ninguna manera estaba dispuesta a alojarlo en su casa. Había sido una relación fugaz que había comenzado en marzo por Tinder y había seguido por Instagram.

Luego de varios chats, se habían encontrado en una confitería de Rawson, y durante dos meses -abril y mayo- mantuvieron una relación propia de dos personas que se estaban conociendo. Pero nunca llegó a ser algo serio para la mujer, que estaba dispuesta a cortar de una vez por todas el contacto. Ese “rechazo” habría sido el móvil que despertó semejante nivel de reacción en una mente narcisista.

Según cuentan sus compañeros de trabajo, Mirna les confesó que se sentía hostigada, que presentía que la perseguían. No había dado detalles de quién, pero se la veía nerviosa. Algunas de sus compañeras quedaron tan shockeadas con lo ocurrido, que tuvieron que pedir licencia: no soportan el trauma de no verla en la escuela.

La verdad es que, aunque a los investigadores les suene difícil de creer, Moyano -que llegó el año anterior desde San Antonio Oeste- no presenta antecedentes penales. Aún se están tratando de cruzar datos de años atrás en otros paraderos. Están convencidos de que esta no debe haber sido la primera vez, y se lo está rastreando por otras provincias, como Santiago del Estero.

Rawson Remis, donde trabajaba Moyano.

Luego de conocerse el hecho y el protagonista, en redes sociales de Rawson surgieron versiones de algunas denuncias del último tiempo contra Moyano, por presuntas estafas. Pero nada que hiciera pensar en semejante nivel de agresión y violencia. En principio todo indica que estaba “limpio”. La misma versión que dan sus compañeros de trabajo en la remisería, quienes lo definen como alguien de trato “correcto”.

¿Cómo hubiera podido saber Mirna lo que le esperaba? Era imposible y le pudo ocurrir a cualquier mujer. Hizo lo correcto, porque apenas detectó cosas que no le gustaron -según contó a alguna de sus amigas- intentó cortar la relación. Pero estaba tratando con una mente perversa, que no iba a aceptar esa respuesta.

Pruebas

Desde ADNSUR se transmitió en vivo la conferencia de prensa encabezada por el Ministro de Seguridad, Héctor Iturrioz, quien junto al jefe de policía, Andrés García, dieron detalles generales del crimen y de la detención del único sospechoso, e informaron que desde el punto de vista de los investigadores es un “caso cerrado”. El ministro tuvo un rol clave de contención y asistencia a la familia.

Por su parte, la fiscal general de Rawson, Laura Castagno, describió lo ocurrido a FM El Chubut como “un hecho brutal. La atacó de varias formas: intentó estrangularla, la golpeó y utilizó un arma punzocortante. Cuando abandonó a la mujer, que estaba gravemente herida, la ató de manos y pies para luego cerrar la puerta de la casa. Evitó que la víctima pudiera ser auxiliada”.

Según pudo reconstruir la fiscal, como también verificamos de los allegados a Mirna, ella había intentado cortar la relación con Moyano en mayo porque “era una persona que a ella le generaba temor” y previo al hecho, había expresado a sus cercanos “yo vivo sola y él conoce mis horarios” por lo que le causaba “inseguridad” cómo reaccionaría el hombre.

Héctor Iturrioz y Adrián García en la conferencia sobre el crimen de Mirna.

Las pruebas contra Moyano son absolutamente contundentes: todas sus huellas están en la escena del crimen, tanto digitales, como su ADN y líquido seminal en el cuerpo de la víctima. Los objetos robados estaban en su pieza de Trelew, sus huellas en el auto, y las imágenes de las cámaras de videovigilancia que lo muestran a largo de todo el trayecto.

Se le dictaron seis meses de prisión preventiva y se espera que, ante la contundencia de pruebas, se pueda avanzar lo antes posible en un juicio oral y público, que seguramente será un juicio por jurados: serán los propios vecinos los que podrán juzgar los hechos.

Luego de todo el trabajo de Policía Científica y el abrumador cruce de datos, huellas y evidencia, los investigadores no tienen duda de que se está ante un crimen al que le cabe la pena máxima. Pesan sobre Moyano tres acusaciones, cada una de las cuales -de modo individual- tiene pena de perpetua.

Fiscal Laura Castagno.

Primero el concepto de femicidio: asesinar a una mujer por su condición de mujer; segundo, el abuso sexual seguido de muerte; y tercero, por ser un homicidio agravado, no sólo por la alevosía, sino por ser “criminis causae”, esto es, cometido para asegurar la impunidad: cuando el asesino mata a la víctima porque puede identificarlo.

Otro aberrante femicidio que enluta a una comunidad de Chubut, que tiene muchos puntos de contacto con el crimen que conmovió a Comodoro hace tres años, de Daniela Velasco, también una mujer que había querido terminar una relación y fue atacada a cuchillazos en plena vía pública por su ex pareja, cuando salía de su lugar de trabajo.

Mirna, Daniela, y tantos otros nombres de mujeres víctimas de la violencia que se repiten día a día en Chubut y en todo el país. En algunos casos prevenibles, porque hay avisos previos. En el ejemplo de Mirna, un crimen lamentablemente impredecible, pero que puede dejar una enseñanza sobre las relaciones que se entablan a través de redes sociales: detrás de perfiles edulcorados, pueden esconderse monstruos impensados.

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