El balance de 2024 en muestra un año que se superó sin grandes sofocones, en una gestión que logró algo que debería ser habitual, pero que en esta provincia parecía una quimera: el regreso a la normalidad.

No hubo prácticamente paros convocados por gremios estatales, ni tampoco movilizaciones masivas ni cortes de ruta, y las clases se dictaron dentro del calendario estipulado, mientras la provincia pudo hacer frente a sus deudas sin tomar nuevos préstamos.

Dicho así, no parece una locura, y tampoco es algo “histórico” como le gusta definir a cada paso a la comunicación del gobierno. Pero comparado con el pasado reciente, es mucho.

En su primer año como gobernador, Ignacio Torres logró hacer frente a un escenario de cuentas en rojo y ordenar el frente interno, con un inicio -casi debut- en pleno verano, en el que debió afrontar un fuertísimo frente externo, en una disputa con el gobierno nacional de Javier Milei que tuvo un enorme rebote en la escena política argentina a fines de febrero.

Hoy parecen ya lejanos aquellos días, pero la intensidad fue altísima y marcaron a fuego el temple de Torres: encaró una respuesta por demás osada -incluyendo un discurso sentado en la Banca 28 en la Legislatura- ante un gobierno central recién electo con amplio respaldo popular, y sin miramientos a la hora de salir a atacar con ejércitos de cuentas en redes sociales, que incluyeron cruces memorables entre funcionarios.

Ignacio Torres habla en pleno centro de Comodoro en febrero de 2024: el día que amenazó a Nación con "cerrar la válvula".
Archivo ADNSUR

Pudo salir mal, y fue un tubo de ensayo para el resto de los gobernadores, porque el joven de 35 años desde una provincia chica como Chubut, fue el primero que se le plantó a un presidente al que nadie todavía le había sacado la ficha. Fue una experiencia inédita para todos que se terminó resolviendo sobre todo con “músculo político”, pero ayudado por una decisión judicial que terminó siendo un salvavidas.

Nación no estaba dispuesta a dar marcha atrás, y fue el fallo del juez Hugo Sastre el que puso un freno, y que dio oxígeno a la situación. No fue la solución definitiva ni mucho menos, pero abrió un canal de negociación que costó muchísimo, y que terminó anunciándose recién 8 meses después, con un acuerdo de desendeudamiento que fue inédito.

Sociedad estratégica a la fuerza

El final de la historia es que Chubut acordó devolver el dinero haciendo las obras que el gobierno federal tiene frenadas en la provincia. Cuando se planteó, parecía una idea alocada, y terminó aplicándose porque la vía judicial no dejaba muchas opciones y porque terminó aportando también una solución a la Casa Rosada.

Claro que en el medio se exigieron muchas muestras de apoyo, y Torres revirtió la mirada que había, pasando de un joven atrevido a un colaborador estratégico, jugando fichas con sus legisladores que aprobaron medidas claves para Milei. El gobernador y el presidente nunca tuvieron contacto mano a mano, pero sí el chubutense tuvo acceso a referentes como Santiago Caputo y Guillermo Francos.

El resultado fue una convivencia a los tirones: el discurso de Torres siempre navegó en la ambigüedad, a veces elogiando medidas y otras criticando. Nadie puede decir que el gobernador chubutense es opositor, pero mucho menos es un aliado incondicional, sino que más bien es un socio.

Guillermo Francos y Santiago Caputo, los dos interlocutores de Nación que sellaron acuerdos políticos con Torres.
Ilustración ADNSUR

Lo que se estableció durante 2024 entre los Ejecutivos de Nación y Chubut fue una sociedad estratégica y momentánea, en la que ambos gobiernos salieron ganando, y ambos debieron ceder en parte. Es una relación que se resuelve día a día, nada está cerrado previamente, y requiere un “toma y daca” permanente.

Todo lo anterior, tuvo un corolario extra si uno repasa el año: Ignacio “Nacho” Torres se convirtió en un nombre que se instaló en la escena política nacional. Logró un término del que se enorgullece, porque como animal político que es, fue su objetivo: la centralidad.

Conocido por todos

Dentro del universo de los 24 gobernadores, no hay dudas de que “Nacho” (su apodo marca cercanía y familiaridad) logró estar en el top 5 de los más conocidos para la gente, y generar interés. Fue fruto de su juventud, su estilo descontracturado y su manera de comunicar simple, sumado a su estrategia (y su inversión) para estar la mitad de la semana en Buenos Aires y visitar asiduamente los programas de tv porteños.

El gobernador aseguró que Chubut dejó de estar en los títulos nacionales por papelones institucionales y causas de corrupción, y que ahora es vista como un ejemplo por el resto de las provincias. Quizás sea un poco exagerado decirlo de esa manera, pero lo cierto es que su nombre tuvo buena prensa.

Torres sentado en la mesa de Mirtha Legrand, junto a figuras del espectáculo.
Prensa Gobierno Chubut

En un contexto donde hubo una puja permanente por votos en el Congreso entre oficialismo y oposición, Torres logró instalarse como referente dentro de los “aliados” del PRO, pero con impronta propia. No fue un “soldadito” de Mauricio Macri, sino que negoció por cuenta propia y puso sus propias condiciones.

De ahí su estrategia de poner huevos en todas las canastas, con dos senadoras repartidas en distintos bloques y dos diputados también, muchas veces votando de maneras opuestas entre ellos ante el mismo tema. Sacó rédito por todas las ventanillas y de acuerdo al contexto, fue acomodando el discurso: “real politik” al estilo Nacho.

Terenzi, Cristina, Romero y Ávila: los cuatro legisladores del espacio de Torres que fueron votando de manera disímil, pero en general acompañando medidas de Milei.
Ilustración ADNSUR

Los puristas podrán criticarle que es imposible de encasillar, que va donde sopla el viento, y en el archivo seguramente encontrarán contradicciones. A veces daba la sensación que había un Nacho con un discurso en los canales porteños y otro cuando venía a la provincia. Seguramente el gobernador no lo asumirá en público, pero es probable que haya admitido a sus íntimos que es lo que requirió el mapa político actual.

Más que coherencia, Torres aplicó el criterio de resetear su mensaje de manera permanente, algo que no se le puede achacar únicamente a él. La foto de cada momento lo deja claro: basta repasar -por citar sólo un ejemplo- las idas y vueltas de su relación con una de sus mentoras, como Patricia Bullrich, con la que se peleó y se amigó todo el año.

Pragmatismo y látigo

Si su relación con Nación exigió mucho músculo político, el frente político interno -provincial- fue para Torres muchísimo más sencillo, mitad por mérito propio y mitad por incapacidad de la oposición, hoy casi nula en Chubut.

Nadie, ni sus más acérrimos enemigos, va a discutir la afirmación de que Ignacio Torres es la figura central de la política de Chubut, el pivote sobre el que todo gira y que saca varios cuerpos de ventaja al resto. Lo anterior parece una valoración del analista, pero es una descripción.

Sobran los ejemplos para demostrar que esto es así porque lo marca la realidad, y no es terreno opinable: desde su gabinete con figuras “robadas” a otros partidos, pasando por la cooptación de intendentes y figuras hacia su futuro armado político, hasta la manera en que aplicó medidas que hubieran sido imposible para otros gobernadores, que superó sin inconvenientes.

Puso en práctica una política salarial de extrema austeridad, que hubiera provocado fuertes protestas de estatales en otras épocas. Pudo hacerlo porque tuvo a raya a la dirigencia gremial, a la que aplicó una doble estrategia, mezcla de oferta imposible de rechazar sumada a temor ante un gobierno fuerte. Todos protestaban por lo bajo, pero acataron sin chistar.

Logró mayorías ultra calificadas en Legislatura para sancionar el Código Electoral, para el Presupuesto y para modificar “a gusto y piachere” el Superior Tribunal, por mencionar sólo tres temas centrales de los muchos que avanzó este año. Algún fanático de El Señor de los Anillos que conoce a Torres lo compara con el Ojo de Saurón: cuando te mira, y te apunta, genera miedo y siempre logra lo que quiere.

Torres junto a Menna y Tullio, luego de la aprobación del Código Electoral. Impuso sus condiciones y logró el 94 % de los votos de los diputados presentes.
Canal 12.

Incluso en un par de ocasiones, cuando la oposición -sea figuras del PJ en la zona sur como algún legislador en el bloque de diputados- amagó con querer atacar, Torres fue implacable: no dudó en pegar donde más duele y la respuesta fue al hueso. No dejó asomar la cabeza a nadie que se atreviera a enfrentarlo.

Las figuras de la oposición parecen jugar para él, desde los que están “apichonados” -por algún muerto en el placard- o a los que les faltó capacidad -basta ver el papalón de la renovación de autoridades del PJ o el nulo armado de La Libertad Avanza de la mano del diputado César Treffinger. Lo cierto es que en 2024 Torres la tuvo muy fácil. Hizo y deshizo a su antojo.

Gabinete, punto difícil

Sin dudas lo que más le costó a Torres en su primer año de mandato fue armar su equipo de gobierno, lo que -más que una falencia individual- fue algo lógico y que no es nuevo en la provincia. Ya hemos analizado en varias ocasiones lo que cuesta elaborar un equipo político capaz, leal y comprometido, y esta vez no fue la excepción.

Era de esperar que Torres probara con algunas figuras y en el transcurso de la gestión fuera evaluando el desempeño y decidiendo cambios. Sólo de esa manera podía saber con los jugadores en la cancha, quién servía y quién no.

Lo que sí amerita una crítica es que en algunos casos se demoró demasiado, más de lo necesario, en aplicar los cambios y encontrar el momento. Dudó por demás en reacomodar piezas que ya hacía tiempo mostraban que no estaban funcionando. En un aprendizaje que deberá ir haciendo sobre la marcha, Torres necesita tener una mayor velocidad de reacción en estos temas.

El recambio de mitad de año: Eraso a Gobierno, Meiszner a Economía, Papaiani a Familia, Mirantes a Producción e Ibarra al IAS.
Prensa Gobierno

Como si el perfil implacable que aplica a sus rivales políticos, le costara bajarlo a sus colaboradores, a quienes en varias ocasiones dio “una vida más” de manera innecesaria. Esto, sumado a que su permanencia fuera de Rawson por muchos días, alentó el nacimiento de internas muy fuertes. Hubo rivalidades elevadas entre miembros de su equipo, que en algunos casos -más allá de cuestiones personales- impidieron la ejecución correcta de determinadas órdenes.

Recién en noviembre, Torres terminó de dar a su gabinete un nuevo perfil con una lectura que desde esta columna ya habíamos hecho en febrero, y que tuvo un primer recambio parcial a mitad de año. No obstante, aún permanecen figuras intrascendentes a las que sigue respaldando con una “beca” a pesar de que no han hecho aportes, algo que va en contra del discurso de eficiencia y achique de costos.

Lo anterior no significa que no haya tenido aciertos en varios nombres: basta ver a quiénes dio más poder que a nadie, en los que terminó depositando la mayor confianza, para entender quiénes le cuidaron la espalda.

Guillermo Aranda terminó el año como virtual Jefe de Gabinete.
Prensa Gobierno

Sin dudas, uno de los puntos fuertes de la gestión fueron una serie de medidas como el censo de empleados públicos, la ley de 3x1, el achique de la planta política y la transformación digital en búsqueda de ahorro y eficiencia. Pero a todo este andamiaje le sigue faltando una pata que Torres todavía no se animó a dar: reformular el gabinete.

Hay una idea dando vueltas de bajar de los 8 ministerios y las 10 secretarías que hoy tiene, a una estructura de 5 ministerios y la mitad de secretarías. De este modo, Torres se sacaría de encima nombres que no le suman y armaría un bloque más compacto con la gente más capaz. Una medida que estuvo analizando y que dejó para más adelante.  

Año electoral y peligros

Todo el repaso previo deja a las claras que el balance de 2024 para la gestión de Ignacio Torres fue positivo: resolvió con éxito el problema de la deuda heredada sin tener que recurrir a nuevos endeudamientos, y a nivel educativo, logró un ciclo lectivo que -más allá de algunas excepciones puntuales- fue normal.

Las encuestas dan a Torres tan alto nivel de aceptación, que ese logro puede convertirse en uno de sus grandes peligros: creérsela. Cierto tono de sus últimos discursos, en los que se nota algún nivel de grandilocuencia al hablar de cosas que ocurren “por primera vez en la historia” o ministros que son “los mejores de la historia”, dan un cariz fundacional al mensaje que no le hace bien.

Ya ha habido ejemplos en el pasado reciente de gobernadores con éxito popular que afirmaron estar refundando la provincia, y perdieron el rumbo. Torres debería mantener los pies en la tierra y seguir el camino trazado, por más elogios que reciba de los aduladores que nunca faltan cerca del poder. Su gran desafío personal es no pecar por soberbia, porque nunca es buena consejera en política.

El gobernador saluda a los chicos que lo abrazan, una imagen habitual. Goza de gran respaldo popular, y eso puede marear.
Instagram Nacho Torres.

Como tema pendiente a resolver le quedan dos enormes agujeros en las cuentas públicas, también heredados: la obra social y las jubilaciones. Ambos dependen del ISSyS, donde se llevó adelante un período de intervención que no dio buenos resultados, pero luego se llamó a elecciones y se designó a nuevas autoridades.

El déficit de la obra social Seros se resolverá en 2025 con mayores aportes tanto de empleados como de la patronal, una solución paulatina que permite salir del barril sin fondo que implicaba para el Tesoro. Algo similar seguramente se deberá pensar para la Caja de Jubilaciones, que no para de generar una sangría que va en aumento en las arcas de Economía.

A lo largo del año hubo muchos anuncios de estrategias regionales con gobernadores de la Patagonia que hasta el momento no parecen haber rendido sus frutos. Se trató de un buen intento político de pegar un grito desde el sur, que tuvo a Torres como abanderado y que por el momento no tuvo demasiado eco, aunque habrá que ver si la demanda por una nueva ley de coparticipación ve un resultado cuando se avance en lo firmado en el Pacto de Mayo.

Torres reunió a todos los gobernadores de la región en Puerto Madryn, con una agenda de la que luego no hubo grandes novedades.
Prensa Gobierno Chubut.

Se aproxima un año electoral en el que Torres tendrá el desafío de mostrar un rotundo triunfo en su territorio, que sería un éxito redondo si logra colocar las dos bancas en juego para su espacio. Entre otros factores, eso dependerá de qué figuras elija para su lista de candidatos, donde deberá tener un ojo en las encuestas y otro en sus acuerdos políticos internos.

De todos modos, no hay dudas de que Torres es el gran elector para la gente, y que se pondrá la campaña al hombro, algo en lo que ha demostrado una enorme habilidad. El único problema en materia electoral, sería tener que resolver una posible alianza entre el PRO y LLA a nivel nacional de la que se está hablando mucho: una sociedad que parece imposible a nivel local entre Torres y Treffinger.

Al gobernador no le favorece en absoluto una sociedad en Chubut con La Libertad Avanza, no lo necesita y confunde a su electorado. Incluso hasta le conviene dividir esas aguas, y seguramente hará lo posible por diferenciarse si es que hay una “bajada de línea” en este sentido.

Nacho Torres termina 2024 con un “aprobado” en el boletín. Tiene aún mucho camino por delante: devolvió la normalidad a Chubut, y ahora el próximo paso será hacer crecer a una provincia estancada hace décadas. Si lo logra, ahí sí quedará en la historia.

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