En menos de dos meses se conocerán en Chubut los resultados preliminares del primer ensayo clínico que apunta a saber los beneficios que tiene el consumo de cannabis medicinal en pacientes que sufren dolor crónico. Se trata de un proyecto que nuclea a la ciencia, la salud y una pyme que siembra y cultiva semillas feminizadas en un enorme predio del Golfo Nuevo, con más de 2000 plantas en crecimiento.

El proyecto titulado “Fitopreparados de variedades medicinales de Cannabis como coadyuvantes en medicina general: composición química, eficacia, y dosificación”, es encabezado por investigadores del CeNPat (Centro Nacional Patagónico), que depende del Conicet, y especialistas del Hospital Andrés Isola de Puerto Madryn, y apunta a que el cannabis medicinal “sea una opción terapéutica, segura, medida y accesible en toda la provincia”.

DE LA MILITANCIA A LA SALUD

La iniciativa comenzó a gestarse hace varios años, pero tomó impulso real y concreto con dos leyes que permitieron que haya una apertura y una mayor socialización sobre el uso del cannabis con fines terapéuticos: la ley provincial N° 17.350 de 2017 y la ley nacional 27.350 de 2020.

Su génesis se dio en el medio de ese proceso con el trabajo de diferentes especialistas que venían militando el uso del cannabis y apoyando a entidades como la Asociación de Madres Cultivadoras de esa ciudad. 

Irene Mac Karthy (43) era una de esas militantes. La farmacéutica graduada en la Universidad Nacional de La Plata, por ese entonces ya asistía a aquellas madres que pedían ayuda para no ser judicializadas y buscaban una respuesta para sus hijos, y una vez que fue sancionada la primera ley encontró un marco para seguir avanzando. 

“A mí siempre me pareció un desperdicio desde mi formación profesional que el cannabis no sea una opción válida para la gente, porque el cannabis se usa desde hace miles de años”, dice a ADNSUR desde Puerto Madryn. “Entonces cuando salió la primera ley me empezó a surgir decir ‘tenemos que poder hacer algo con esto’, plantear algún tipo de opción terapéutica o generación de evidencia para que eso ocurra. En ese camino nos encontramos con Rolando González José diciendo ‘pensemos si hay alguna forma de armar un proyecto de investigación’. En ese momento no le vimos la vuelta, porque la primera reglamentación de la ley era muy restrictiva, pero no nos dimos por vencidos y ocurrió que cada vez más personas de nuestro alrededor requerían información: saber qué hacer, cómo podían hacer para acceder al cannabis como una opción terapéutica. Y ahí conocimos a Gregorio y Mariana y empezamos a tratar de ir por un lado o por el otro para que sea una opción terapéutica segura, porque uno no sabe la procedencia del cannabis, del aceite, de las flores y cómo fueron cultivadas. Entonces poder encontrar un formato regulado, saber de dónde vienen las flores, cómo se cultivan, de dónde viene la composición, es fundamental porque depende de eso saber si va a funcionar o no en el paciente”.

El grupo fue trabajando de a poco, aún en la clandestinidad, con plantaciones hogareñas y fuera de la institucionalidad. Sin embargo, todo cambió en 2020 cuando se sancionó la ley 27.350 sobre el Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados.

“Con ese marco regulatorio salimos de la clandestinidad y empezamos a trabajar en el marco del CONICET con el Ministerio de Salud de la provincia de Chubut”, recuerda Gregorio Bigatti, investigador del CeNPat, quien trabaja en la producción y desarrollo de semillas de cannabis en el organismo científico. “La verdad es que veníamos trabajando desde mucho tiempo atrás con un grupo de médicas y sus pacientes, ayudando a las mamás, desarrollando algunos preparados, pero después de 2020 planteamos la posibilidad de hacer ensayos clínicos con estos preparados que son de planta completa. No son purificados como los que se usan en Estados Unidos que son aislados, tienen THC que es lo que abre el sistema cannabinoides. Así empezamos”.

Parte del equipo de trabajo que lleva adelante los ensayos clínicos sobre cannabis medicinal.

EDUCAR, INVESTIGAR Y ALIVIAR

El proyecto de investigación del CenPat tiene tres aristas: trabajar para que el cannabis pueda ser usado en todo el ámbito de la salud pública de Chubut; realizar investigaciones científicas y hacer asesorías y transferencias de conocimiento hacía empresas públicas y  otros gobiernos, como en la actualidad sucede con Tierra del Fuego.

En ese marco fue que el organismo firmó un convenio con el Ministerio de Salud de Chubut para realizar un ensayo clínico en el Hospital Andrés Isola de Puerto Madryn. Este tenía por objetivo estudiar los efectos del uso del cannabis medicinal preparado en la ciudad en pacientes que sufren de dolor crónico. 

Para realizar el ensayo se convocó a médicos del primer nivel de atención y se los capacitó en torno al tema. Luego se convocó a sus propios pacientes, aquellas personas que sufren un dolor crónico puntual que se haya extendido por más de tres meses y que no se haya podido resolver con medicamentos.

Así, en agosto del año pasado se comenzó a reclutar pacientes que sufrían diferentes patologías, desde fibromialgia, artrosis reumatoidea, neuralgias, procesos migrañosos o dolor oncológico, y en enero de este año se comenzó a trabajar con la rama de dolor crónico.

“Los pacientes que participaron del ensayo fueron 80. La verdad que es un número interesante para poder tener un dato sobre nuestra población porque es el primer ensayo clínico de estas características que se hace en nuestra ciudad, así que también fue un desafío en cuanto a formación y demás”, dice Irene en este sentido. “Ahora estamos en ese transcurrir, tenemos un protocolo que rige la aplicación y la escala de dolor y lo que se va midiendo son varios parámetros a la vez: si la persona duerme mejor, si siente menos ansiedad, si siente cansancio o no, dolor o no. Porque muchas veces el dolor crónico viene acompañado de otras dolencias que son asociadas, entonces uno va pudiendo desglosar los efectos positivos del cannabis sobre la calidad de vida, una medida como más compleja que hablar de dolor como síntomas”.

Irene asegura que “la idea es tener resultados preliminares alrededor de fines de junio”, y adelanta que hay indicios que son alentadores. “Nos pasó que varias personas dejaron o disminuyeron otros medicamentos porque se sentían muy bien. La idea en el inicio no era quitar ningún medicamento sino sumar el cannabis y evaluar si mejoraba algo o no el dolor de la persona. Hay personas que solucionan el dolor con un ibuprofeno pero cuando hay dolor crónico lo más probable que esté sucediendo es que ese dolor esté mal controlado. Es un síntoma súper común en el mundo. Entonces, encontrar una planta medicinal y generar evidencia en su tratamiento a través del cannabis medicinal es muy interesante desde muchos lugares porque es una droga muy segura: no tiene dosis letales, nadie se muere de consumir cannabis como sí puede pasar con otros medicamentos, tiene efectos secundarios reversibles y bastante leves comparados con los efectos adversos que tienen los medicamentos tradicionales. Entonces tiene un perfil muy interesante”. 

En el CeNPat se realiza el realizan los concentrados que luego se convertirán en medicamentos en los laboratorios del hospital público de Puerto Madryn.

DE LA TIERRA AL PACIENTE

Lo mejor de todo este proceso que pretende ayudar a las personas es que la solución se busca en Chubut. Los aceites que son usados con los pacientes son elaborados con plantas que fueron cosechadas en Puerto Madryn, en las tierras de Whale Leaf Farm, donde se hacen clones de plantas y pruebas agronómicas de semillas feminizadas.

La empresa que se encuentra en el Golfo Nuevo trabaja dos de las seis semillas que elaboró Gregorio Biatti junto a un equipo de más de 15 personas que colaboran en el proyecto, desde comunicación, vinculación, jardineros, técnicos.

“En total son seis semillas que hicimos acá y terminamos de estabilizar. Acá en CONICET hicimos todo el desarrollo. Hoy dos variedades se hacen en Puerto Madryn y las otras cuatro están para que alguien las pueda licenciar porque también hacemos la transferencia. Después en el CONICET hacemos los concentrados y la farmacéutica controla el proceso que se hace en el CeNPat y hacen los preparados en los laboratorios magistrales del hospital. Pero esa es la idea, poder hacer aceites del CONICET desde la empresa Cannabis del CONICET y esos desarrollos transferirlos a empresas privadas que puedan producirlo y así generar puestos de trabajo y que las economías regionales se puedan mover un poco”, dice el investigador que hace 32 años está en la militancia del cannabis. 

Las farmacéuticas del hospital son las encargadas de preparar los medicamentos de cannabis que luego llegan a los pacientes para los ensayos clínicos.

El siguiente objetivo es avanzar con un marco regulatorio provincial que pueda extender el marco normativo para poder hacer un uso medicinal del cannabis y que sea realmente accesible al sistema público y a las farmacias comerciales. Y así toda la comunidad tenga acceso a este tipo de medicación en forma controlada y regulada, con un uso adecuado, seguro y eficiente.

“Esto es muy importante”, dice Irene. “Saber la composición del aceite y poder prepararlo a la medida de la dolencia que uno está tratando es parte de la efectividad del tratamiento. Por ejemplo, para el tratamiento de la epilepsia está estudiado que funcionan las cepas que tienen una concentración mayor de CBD que THC, entonces, si uno recibe un aceite ‘X’ que no sabe de qué planta vino la realidad es que uno no sabe si va a funcionar con la epilepsia porque puede que tenga más THC que CBD. Por eso es importante que haya una regulación y un trabajo serio alrededor para que la gente no compre cualquier cosa”. 

El último viernes se dio otro paso en ese sentido. El gobierno provincial firmó un convenio con la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) en Argentina para fomentar la investigación científica, la producción, la comercialización y el empleo en el sector, promoviendo así el crecimiento económico y social de la región. Así, la industria del cannabis crece en Chubut con información científica y ayudando a pacientes, como hace unos años se hacía en la clandestinidad, pero ahora con la regulación y el apoyo del Estado.

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