La vida de Raúl y Claudia dio un giro inesperado cuando perdieron a su hijo Nahuel, de tan solo 15 años. El dolor y la tristeza parecían abrumarlos por completo, pero en medio de esa oscuridad, encontraron una luz que les devolvería la esperanza. Decidieron emprender un nuevo camino, volcando todo su esfuerzo y pasión en la cocina, y hoy cautivan a todos con sus deliciosas pastas de ají. Esta es la inspiradora historia de cómo superaron el peor de los golpes y construyeron un éxito inesperado.

Lo que empezó como una alternativa para tratar de cambiar la dura realidad que estaban viviendo tras la partida de su hijo, se convirtió en un gran proyecto que crece a pasos agigantados. En pocos meses lograron posicionarse como uno de los productos más vendidos en las ferias y llegan a elaborar hasta 80 frascos por día de “Las Perlas del Ají Picante”. 

Cosechan elogios de la gente, empresarios y reconocidos cocineros. No bajaron los brazos y después de varios años de tristeza, decidieron comenzar una nueva etapa y este proyecto se convirtió en su "refugio". "Solo pensaba en hacer algo para que mi esposa y mi familia saliera adelante".

Los comienzos en las ferias, con mesas para atención al cliente.
Los comienzos en las ferias, con mesas para atención al cliente.

En julio del 2023 comenzamos a vender chorizos a la pomarola, parripizzas en la feria, hasta que nos recomendaron pasar a una feria más grande en los arcos romanos (en el centro de la ciudad) hasta llegar a Neuquén emprende (una de las más convocantes)”, contó Raúl Zenteno a ADNSUR. Hasta las ferias llegan con su stand, sus banners y todos sus productos acompañados con pan casero, entre ellos las pastas de ají picante e intermedia, pasta verde, pasta amarilla orgánica, morrones en escabeche, pasta amarilla de verduras, y su producto estrella: mermelada de ají picante (chutney). “Algunos son innovación para la gente, todos nuestros productos tienen un sabor diferente”, añadió. 

Empezamos haciendo la pasta de ají porque veíamos que era lo que más se vendía cuando hacíamos los choripanes y desde ahí que elaboramos la pasta orgánica, y comenzamos investigar a de a poco. Hemos hecho capacitaciones, tenemos certificación nacional de alimentos y continuamos perfeccionándonos”, contó Raúl. Ahora Claudia empezó a sumar conocimiento con los cursos de envasados.

Raúl tiene 67 años, es jubilado y ejerció casi toda su vida como director técnico de fútbol. Pero recuerda que en su juventud trabajó en el Mercado Concentrador, fue allí donde aprendió a realizar los envasados. Ella lo ha acompañado en todos sus proyectos, y juntos hace tres meses también se recibieron de profesores de folclore. Sin duda han sido sostén entre ambos para seguir progresando. 

Cocinar con el alma: cómo Raúl y Claudia transformaron su dolor en un emprendimiento exitoso

Fue a fines el 2023 cuando la elaboración de las pastas de ají comenzó a crecer “en cuatro meses fue un despegue total, no pensamos vender lo que estamos vendiendo”, reconocieron. Estuvieron en la Fiesta de la Confluencia gracias a los comentarios de la gente y la invitación a participar, vendieron 300 frascos en cuatro días.  El 15 de abril fueron invitados por turismo de la provincia a un encuentro gastronómicos para hoteleros y empresarios, donde reconocidos cocineros elaborar platos con sus productos. “Nos aplaudieron chefs por la calidad y el sabor de lo que estamos haciendo, que para nosotros es un gran halago”. 

Cocinar con el alma: cómo Raúl y Claudia transformaron su dolor en un emprendimiento exitoso

Ahora consiguieron la patente de su marca, lo que les permitirá en corto plazo comenzar a vender sus productos en un mercado mayorista de la ciudad. Además, reciben la ayuda de sus hijas ya que a veces se ven desbordados por la cantidad de trabajo.

Cocinar con el alma: cómo Raúl y Claudia transformaron su dolor en un emprendimiento exitoso

Pero estas satisfacciones no son casualidad ya que le dedican muchas horas al proyecto. “Lleva mucho tratamiento, lavado de verdura, cocción, conservación. Nos levantamos a las 5 de la mañana, compramos nuestro ají locoto a una de las 5 mejores productoras que está en Centenario; empezamos comprando un kilo, dos kilos, un cajón y llegamos a comprar hasta 10 cajones. Ahora conseguimos un lugar para producirlo nosotros. No nos imaginábamos algo así, como que todavía estamos pisando algodón”, afirmó Raúl.

LOS GOLPES DE LA VIDA Y LA AYUDA DE DIOS

Este nuevo emprendimiento que tiene pocos meses de vida nació con la única intención de encontrar un espacio donde enfocarse para tratar de “alivianar” el dolor que les dejó el fallecimiento de Nahuel, su hijo de 15 años - que además de ser deportista, cantana y tocaba la guitarra - que murió producto de un cáncer. “Perdimos a nuestro hijo y todo se hizo muy difícil, y yo solo pensaba en hacer algo para que mi esposa y mi familia saliera adelante, porque para nosotros fue tremendo, pero poniéndole el pecho a las balas es que empezamos con esto. Nosotros miramos el horizonte porque sino nos hubiésemos quedado donde estábamos”, aseguró.

Cocinar con el alma: cómo Raúl y Claudia transformaron su dolor en un emprendimiento exitoso

Nahuel tenía 12 años – en el año 2012- cuando al día siguiente de correr una maratón comenzó a sentirse mal. “Se descompuso y lo llevamos al médico con mucho dolor de cabeza y estuvmos 20 días con la misma situación, después empezaron los estudios más intensos y nos dijeron que era un tumor. Fue muy difícil, porque no nos esperábamos eso nunca”, reconoció Claudia.

Cuando salía del posoperatorio,contrajo una meningitis que le afectó la visión, el sentido auditivo y quedó en silla de ruedas. Vivieron cuatro meses dentro una clínica mientras su hijo se recuperaba de ocho operaciones. Desde allí iniciaron un tratamiento que incluyó medicina alternativa y medicamentos, y también Raúl decidió llevar a las aguas frías del mar y el lago para hacer ejercicios en el agua,  todo eso le permitió después de un tiempo volver a caminar, pero finalmente y a pesar de todos los intentos falleció en el 2015.

Producto del fatal momento que vivían, Claudia tuvo tres parálisis en la cara y se le hacía cada vez más difícil poder afrontar el día a día. “Lo tomo como un cable a tierra a todo esto que hoy hago, porque después que perdí a mi hijo me sacaban de viaje y era como que no quería nada. Pero al estar en contacto con gente y los escucho porque te cuentas sus cosas entonces los tratás de animar, y así terminé entendiendo que no soy yo nada más y somos todos con diferentes situaciones. Esto a mi me ayudó un montón porque es muy duro de atravesar. Al principio no quería ni salir hasta que ahora empecé a soltar y fue la mano de Dios que está con nosotros, porque no es fácil salir y esto me hace bien”, aseguró. 

Cocinar con el alma: cómo Raúl y Claudia transformaron su dolor en un emprendimiento exitoso

La vida nos enseñó que los hijos son de Dios, nadie tiene nada comprado y nosotros pudimos ahora salir adelante. Yo todo esto lo hice para que mi señora este bien des alud y yo no sin ella no estaría acá tampoco. Y seguimos creciendo porque estamos convencidos que cuando uno hace todo de corazón, eso vuelve”, reconoció Raúl. 

Hoy, Raúl y Claudia miran hacia el futuro con esperanza y determinación. Su emprendimiento de las "Perlas del ají picante" les ha devuelto un propósito y les ha permitido sanar, poco a poco, las heridas del pasado. Aunque nada podrá reemplazar a su amado Nahuel, saben que él los guía desde el cielo, llenándolos de fuerza para seguir adelante y compartir con el mundo el fruto de su trabajo y su amor.

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