César Almonacid tiene 32 años, es técnico electromecánico egresado y con mucho orgullo del Colegio Provincial Técnico N° 749 “Ingeniero Alonso Baldrich” (ex Enet N°1). Se crió en el barrio San Martín junto a sus padres Oscar y Andrea, como también al lado de sus hermanas Silvina y Gabriela, pero luego, pasó a vivir en el Isidro Labrador.

Actualmente, el joven oriundo de Comodoro vive en la ciudad de Kiel, Alemania, ubicada a algunos kilómetros de Hamburgo y se desempeña en un trabajo que para muchos resulta ser algo inalcanzable. En esta imperdible charla con ADNSUR, cuenta cómo fueron sus inicios en lo que le resulta apasionante, las dificultades que atravesó conforme pasaban los años y el tremendo laburo que hizo para llegar a donde está hoy en día acompañado por su familia.

De menor a mayor, cumplió con sus exigentes tareas en Argentina, Chile, Ecuador, Portugal, Alemania y Países Bajos. Pero para ello no le aflojó a sus capacitaciones, algunas en nuestra tierra nacional y otras en Uruguay, España, Polonia, Inglaterra, Escocia, junto también a Portugal y Alemania.

“Como buen comodorense e hijo de un hombre que trabajó en la industria me vi influenciado a seguir esos pasos. El deseo de ser petrolero o el saber que eso brinda un buen pasar siempre me generó motivación. Mi papá se egresó de la misma institución que yo y con el mismo título. Estaba muy metido en el gas, fue clave para ir a la ex Enet y estar en ese rubro, dio un empujón importante”, recuerda César con exactitud, dando por hecho que su figura paterna fue un envión clave en su vida.

Su paso a paso en Comodoro, cuna de grandes trabajadores en la industria

Yendo a ese momento donde daba sus primeros pasos en la secundaria, asegura que se hablaba mucho entre sus compañeros de esa ambición para entrar al petróleo, trabajo al que no todos pueden llegar. “Creo que la sociedad de Comodoro te lleva mucho para ese lado. En esa epoca estuvimos en la tornería, metidos en los fierros y aprendiendo de máquinas”. Sus profesores en aquella epoca fueron Sergio Koroluk, el ‘Coco’ Páez, el ‘Loco’ Diez, René Campano y Eduardo Langer, entre otros.

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

El tiempo en el colegio se pasó bastante rápido, pero en el mientras tanto, César tuvo la iniciativa de arrancar a estudiar inglés en un instituto particular, algo fundamental para el mañana si hablamos de lo laboral: “fueron como siete años y al finalizar la secundaria tenía un nivel bastante bueno. Eso fue complementario a que pueda insertarme laboralmente”. Y más tarde, al momento de salir al mercado, indica que no era tan fácil conseguir trabajo, similar a lo que pasa en la actualidad: “la situación en la industria era muy cerrada, había pocos anuncios de trabajo y si no conocías a alguien no entrabas. Hoy muchos viven eso más allá del deseo de querer formar parte, algo que termina comprometiéndolos”.

Pero meses después de terminar con sus estudios secundarios le tocó vivir en carne propia algo muy lindo como es llegar a ser papá por primera vez y a los 19 años. Más allá de la gran noticia, también significó tener que ‘ponerse las pilas’ y salir a buscar ese empleo para darle lo mejor a su hija. “Antes de eso no tenía tan direccionadas las cosas, pero cuando ocurren este tipo de eventos aparecen muchas sensaciones. El amor y la paternidad fueron clave para salir al mercado porque había llegado en ese momento particular”. La búsqueda y la fortuna jugaron para su lado y tiempo después arrancó el tren que nunca más se detuvo: “ahí logré entrar a una ferretería industrial llamada Ferrimundo, ese fue mi primer laburo. Estaba contentísimo donde aprendí un montón a lidiar con compañeros y clientes. Desde lo técnico me sirvió para curtirme en lo que tiene que ver con herramientas y materiales, pero no estuve mucho, creo que fue menos de un año porque mi deseo de formar parte en la industria estaba ahí”.

“Con poca experiencia laboral, a los 19 tuve la oportunidad, mediante leer los diarios, a ser llamado por General Electric, no precisamente para la parte técnica, sino lo administrativo en compras y contrataciones nacionales. Fue una oportunidad gigante y un lindo salto en poco tiempo. Me sirvió mucho la formación de la Enet y lo que ya había visto en mi primer laburo. Ahí estuve un año, fue un periodo corto porque querer estar con los fierros y en el campo seguía estando ahí, el estar en una situación de comodidad no aplacó el deseo, entonces seguí buscando trabajo, algo muy difícil en Comodoro”.

Con el mate a todos lados
Con el mate a todos lados

Todo esfuerzo tiene su recompensa y así se terminó dando algo que tuvo sus frutos

Tras pegar el portazo en la famosísima empresa, César consiguió arribar a otra que tiene un nombre más que conocido en la ciudad y alrededores. En ese momento y de acuerdo a lo que él tanto buscaba, se empezó a dar ese camino. “De ahí pasé el proceso de selección en Schlumberger, una empresa muy importante y muy linda, para mí. Me dediqué al bombeo electro sumergible, me encantó, aprendí muchísimo de las distintas disciplinas mecánicas y eléctricas, como también de las operaciones. Me animo a decir que fue mi escuela como trabajador o como técnico para lo que hoy ejerzo”. El tiempo en Schlumberger no fue corto, sino más de lo esperado y se trató del puntapié inicial para viajar por distintas partes del mundo con tal de seguir perfeccionando sus habilidades. “Ahí estuve casi cuatro años, me capacitaron muchísimo y me dieron varias oportunidades. Fui a trabajar a Ecuador con ellos como parte de un servicio técnico especializado: fue hermoso. Fueron dos meses allá y se trató de mi primer viaje internacional, algo motivador cuando recibís ese feedback de la empresa”, recuerda.

“Con la industria me pasó algo y es sobre la volatilidad que tiene el mercado todo el tiempo. Viendo muchas veces lo dependiente del barril de petróleo, de las circunstancias políticas y económicas de la región, me di cuenta que había muchas variables que afectaban la situación laboral, por lo que no me sentí tan cómodo. El presente era bueno, pero en el largo plazo no quería depender de variables aleatorias”.

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

Con esa inquietud y pensando en crecer aún más en otras ramas, justo se dio el caso de algo que le llamó la atención que terminó marcando un antes y un después: “en ese momento se dio otro momento canónico en mi vida: leí un artículo sobre energía renovable y un proyecto que iba a venir a la Argentina en unos años, todavía no estaba. Me metí, investigué y me gustó mucho. Dije, ‘bueno, me interesa, puede ser lo mío’. Yo ya venía con experiencia, capacitaciones y mi currículum se había fortalecido, entonces me sentía con el valor de tomar esa decisión. Mi familia me decía ‘otra vez vas a renunciar, ¿cómo vas a hacer eso?’… Fue algo cuestionado porque, culturalmente, siempre se nos dijo ‘vos tenés un trabajo y lo cuidas, tenés que andar bien siempre’. Mi deseo personal siempre fue el de crecer profesionalmente y también de ser libre de hacer lo que quiero o lo que me gusta en función lo que creo conveniente para mí”.

“Ahí descubrí cuál era la empresa que venía y mandé mi CV a su página web, me llamaron y estuve muy contento, fue muy difícil de entrar. El parque eólico que querían hacer ni siquiera estaba en marcha, pero igual me contrataron. La empresa se llama Vestas, es un fabricante de aerogeneradores de Dinamarca y de las más importantes del mundo. Para mí era una muy buena oportunidad y me mandaron a un proyecto que en ese momento Argentina no tenía nada a nivel eólico funcionando. Ellos tenían uno en Rawson funcionando, me pidieron que me vaya a esa ciudad a trabajar y tuve que dar el salto saliendo de mi zona de confort. Fue algo de lo que no me arrepiento y siento que cambió mi vida favorablemente. Fueron siete u ocho meses trabajando, aprendiendo y siendo parte del equipo de mantenimiento y resolución de fallas, hasta que finalmente me mandaron a Comodoro. Ahí empecé un proyecto por el cual me había interesado”.

Fue por eso que las capacitaciones siguieron, pero no en el país o en un sector del continente, sino en Europa y muy lejos de Comodoro. “Me enviaron a España para capacitarme y hacer los cursos de la marca para ser un técnico certificado por ellos. En este proceso de cambiar de trabajo e industria uno se da cuenta que aparece una mutación en la forma de verla y entenderla un negocio. Con ellos estuve bastante tiempo, alrededor de tres años, fue tremendo trabajar con ellos y en industrias que están en desarrollo como lo son las energías renovables. Esto favorece a que vengan nuevas cosas”. 

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

Concluido su vínculo con Vestas, un fabricante alemán se interesó en el joven de la capital del petróleo y ahí surgió otra nueva oportunidad que lo marcó: “tenía proyectos muy importantes en Argentina. Ellos me contrataron, se fijaron en mí y jerárquicamente me convenía mucho irme con ellos porque pasaba de ser técnico de campo a ser supervisor con varios proyectos a nivel país. No fue algo de tomar a la ligera, pensé que iba a ser lo mejor para mí. No me arrepiento de esto, pese a tener algunos traspiés. Un año después de esta decisión, estuve recibiendo barcos en Comodoro y en Puerto Deseado con main components de los molinos que iban llegando, laburé en Chile como supervisor de mantenimiento y más adelante me enviaron a capacitarme a Alemania y Portugal, fue una experiencia muy linda. Pero después la empresa tuvo problemas económicos y se fue a insolvencia, o sea, los proyectos de Argentina quedaron paralizados y de ahí regresé a Chile para trabajar con otros que ya tenían andando”.

“En ese momento me dijeron ‘César, no te podemos tener más en el país, te tenés que quedar en Chile’. Eso no me gustó, yo quería estar acá en Argentina porque tenía a mi familia y a mi hija, entonces renuncié una vez más”.

Con una nueva renuncia, César estuvo sin trabajo alrededor de tres meses en una situación de nerviosismo como suele ocurrir hasta que otra vez fue sorprendido por una institución muy grande. “Ahí apareció Total Energies, tenía que continuar sus proyectos, sin el apoyo del tecnólogo. Esa misma seleccionó a dos personas en Argentina donde una de ellas era yo. Y así fue, me involucraron en los dos proyectos que tenían en una etapa temprana, había que montar dos aerogeneradores y hacer mantenimiento de ‘long term storage’ que es cuando tenés grandes componentes parados mucho tiempo”. Y detalló: “es necesario hacer controles especiales, inspecciones de calidad y muchas cosas. Yo ya venía con ruedo, sabía los procesos internos de la empresa y entonces pude colaborar con Total Energies con el esfuerzo de otras personas que estuvieron. Finalizamos esto y ambos están en marcha generando energía para la región, fue un desafío enorme y me siento orgulloso de haber sido parte”.

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

El amor todo lo puede

En una de sus capacitaciones en tierras germanas, César conoció a una joven de ese país quien tiempo después pasó a ser su novia y finalmente su esposa. Ella apostó fuerte en el amor y decidió acompañarlo en su día a día en Comodoro y en Chile dejando muchas de sus prioridades para otro momento. “Nuestra relación creció mucho y se fortaleció. Ella estuvo muchos meses en Argentina conmigo, también en Chile… Viajé varias veces a Alemania y era algo que ya tenía forma, entonces tenía que ir para adelante”, cuenta.

Pero en una de esas reflexiones que no se van tan fácilmente de la cabeza de uno, hubo un giro de 180 grados que terminó dando resultados increíbles: “en un momento me di cuenta, con 29 o 30 años, que estaba ‘retirado’. Mi evaluación fue decir que, actualmente, es el mejor momento de la historia en el mundo para las energías renovables, soy parte de esto… ‘¿Me voy a retirar ahora?’ Como mi novia estaba entre Alemania y Argentina, yo ya tenía un gancho en ese país. Luego nos casamos y ella había sacrificado mucho tiempo de su carrera universitaria para estar conmigo. Actualmente estudia el ‘master degree’ que es una carrera dual en Alemania para recibirse de profe de inglés y alemán. Por mi culpa se retrasó mucho y la situación de estar tan lejos no fue fácil”.

“Ahí pensé que como ella estuvo mucho conmigo acá, me tocaba a mí hacer lo mismo desde mi profesión allá, claramente intentando y viendo cómo me iba a ir”.

Con una decisión tomada de forma parcial, restaba darle el cierre y es por eso que su familia tuvo que ver y mucho. “No fue nada fácil, hubo muchos requisitos y el acceso no es sencillo. Estando en Argentina hice una búsqueda laboral y gracias a que trabajé directamente para fabricantes de aerogeneradores alemanes, había muy pocos técnicos a nivel mundial para suplir la demanda que había quedado en todos los parques que existían. Eso fue una gran oportunidad para mí y desde Alemania se interesaron, tenía los avales para laburar en las turbinas instaladas en el Mar del Norte, lo que era el salto al offshore. Esto me voló la cabeza y después de una larga charla a nivel familiar decidí hacerlo porque es una apuesta para nuestro futuro”.

“Me contrataron estando en Argentina, pero no tenía la Visa de trabajo porque Alemania me pedía el certificado de mi nivel de idioma. Cuando pregunté para hacerlo acá, me dijeron que tenía turno para dentro de seis meses e iba a perder mi oportunidad, entonces viajé hasta allá y saqué un turno cerca de Stuttgart para que certifiquen mi nivel de alemán. Si yo desaprobaba, perdía mi laburo y la chance de meterme en la industria. La suerte estuvo de mi lado, me preparé con todo y me aprobaron, consiguiendo después los papeles para trabajar”, sintetiza, con mucha emoción en ese ‘flashback’ a algunos años atrás.

A la hora de hacer el balance y reunir los pros y los contras, hubo más apoyo que rechazo, pero particularmente una lo dejó pensando previo al gran salto. “Hubo una que me pesó más que todos y fue la de mi hija. Irme a otro continente implicaba estar lejos de ella y tuve un conflicto emocional e incluso ético muy grande para esto. Finalmente lo hice porque es un proyecto personal, no es solo irse a Alemania por un tiempo indeterminado y olvidarme: yo vine acá con determinadas intenciones y por un periodo estipulado de tiempo queriendo que ella sea parte también de todo esto. Mi hija me apoyó, vine para Alemania y arranqué a trabajar. Los primeros seis meses hice lo necesario para que ella tenga su residencia, me puse de acuerdo con su mamá y tuvo la oportunidad de venir y acompañarme en este proyecto durante ocho meses. Esto lo estipulo como algo de tres años, voy por el segundo. Hoy está en Comodoro, decidió volver porque el corazón tira mucho”.

Cómo es su trabajo en Alemania y cuáles son las similitudes con Comodoro

“Empecé a trabajar acá en proyectos offshore de fabricantes del cual fui parte hace varios años. En principio pasé por un proceso de capacitación muy importante porque el estándar para trabajar en la industria offshore varía mucho del estándar profesional que se pide para la industria en tierra. Me mandaron a hacer varios cursos relacionados a la seguridad, es un entorno difícil porque el Mar del Norte tiene un clima muy complicado. Mis compañeros me decían que me iba a acostumbrar al frío, pero yo les contesté que venía justamente de ese clima y del viento. Acá hace mucho frío en invierno, hay muy poco sol, los días son cortísimos, llueve bastante y hay viento, no como el de Comodoro: el de acá es más húmedo y se siente más la baja temperatura. Jamás vas a tener ráfagas de 120 kilómetros por hora”

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

“Estos parques son inversiones multimillonarias muy difíciles de llevar a cabo y de mantener. Se hacen en el mar porque no tienen el recurso eólico en tierra capaz de generar lo que estos proyectos ambicionan, entonces hay mejores condiciones y es más favorable para generar energía. Nosotros en la región patagónica tenemos el mismo o más recurso en tierra que lo que ellos tienen en el mar, el potencial es realmente increíble".

Al momento de brindar esta gran charla, César comenta que lo hace desde la isla alemana de Borkum, sitio que tiene alrededor de cinco mil habitantes. “Es muy pintoresco y tiene hermosas playas, bastante popular en lo turístico”, relata.

La isla alemana de Borkum, ubicada en el Mar del Norte con una población superior a los cinco mil habitantes
La isla alemana de Borkum, ubicada en el Mar del Norte con una población superior a los cinco mil habitantes

En detalles, se refiere a cómo es su rutina desde el momento en que sale de su casa rumbo hasta que llega a su lugar de trabajo: “salimos todos los días a las 06:30 de la mañana, hacemos una reunión de seguridad y terminado eso nos embarcamos para navegar dos horas aproximadamente hacia donde está el parque donde trabajamos. La jornada es un turno de 12 horas, esto puede variar según el pronóstico del tiempo, acá la variable más importante o lo que más juega es la marea y el alto de las olas que pueden llegar a ser de hasta cuatro metros y medio". La peligrosidad de la marea hace que no sea posible salir a navegar con el barco de características puntuales por riesgo a sufrir serios inconvenientes: “cuando pasa esto, nos quedamos parados en un alojamiento, tipo barracas, donde nos mantenemos hasta cuando volvemos de trabajar. Si el clima se pone malo durante la jornada laboral nos vamos antes”.

“Hoy soy parte del equipo de mantenimiento y resolución de fallas, por lo general tenemos más salidas o prioridad hacia las turbinas porque la producción está dentro del interés del cliente, entonces, si una máquina falla, tenemos que ir nosotros y ponerla en marcha para seguir generando. Lo que requiere este trabajo es que tengas capacidades multidisciplinarias donde destaco tres cosas: aptitudes eléctricas, mecánicas e hidráulicas. La turbina tiene muchos sistemas y subsistemas, la cantidad de fallas que pueden tener son muy grandes, por eso hay que estar capacitado y entender para poder resolver”.

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

Hacemos este tipo de operación por Crew Transfer Vessel, pero hay otro tipo de operación que se llama SOV (Service Operations Vessel), la diferencia está en el barco mucho más grande, tipo hotel, donde tenés camarotes, comida, internet satelital y comodidades, todo muy lindo. Ahí el barco permanece en los alrededores de la zona de trabajo y le permite a los clientes que tienen este tipo de naves que no haya pérdidas de tiempo en transporte y también nos permite estar con una marea más adversa porque, al ser un barco mucho más grande, puede soportar olas más grandes.

Cómo se vive en Kiel y qué tal es la gente de esa localidad

La ciudad está puntualmente ubicada a una hora de Hamburgo sobre la costa del Mar Báltico y señala que en su acostumbramiento a la localidad tuvo unos ‘choques culturales’: “me parece que como argentinos somos muy abiertos al diálogo, nos interesa conocer del otro y hablar mucho. La gente es bastante más cerrada acá, el conocer a alguien a profundidad o nivel amistad cuesta bastante más, ellos entienden el espacio personal como algo que se da muy por el tiempo, no porque no quieran abrirse, sino que no se atreven a preguntarte sobre vos y por una cuestión de respeto. Al principio pensé que no les interesaba, pero no es así, ellos respetan esa intimidad y se va dando con el proceso. Es como una falta de respeto que vengan y te digan ‘¿de dónde sos?, ¿qué hacés?, ¿cómo te llamás?’”.

La ciudad de Kiel, a 96.1 kilómetros de Hamburgo, una de las ciudades más grandes de Alemania
La ciudad de Kiel, a 96.1 kilómetros de Hamburgo, una de las ciudades más grandes de Alemania
Foto: Google Maps

Y como todo argentino de bien lleva su sagrado mate a todos lados lo que para la gran mayoría resulta ser algo desconocido y que hasta pocos se animan a probar. Recordando una de sus primeras salidas en la época donde estaba conociendo a su futura mujer, revela con humor algo insólito que le tocó atravesar. “Me preguntan mucho por el mate, esto es bastante interesante para ellos. No se animan mucho a probar, pero te preguntan qué es. Cuando conocí a mi mujer, en una de las primeras citas aceptó a tomar previo a ‘googlear’ si no se trataba de algún tipo de droga”, dice, entre carcajadas.

El salir del país también tuvo su ‘lado b’ porque fue un golpe en la parte de la alimentación. En el resto del mundo no está la misma comida que acá, por lo que el asado, el pollo al disco, las tortas fritas, milanesas y otros platos característicos son técnicamente imposibles de consumir afuera.

En Argentina comemos como reyes, el nivel y la calidad del producto es indiscutible, difícil de conseguir en el exterior y cualquier persona puede obtener lo que sea en la carnicería. En Alemania se paga una fortuna, creo que mi calidad de vida en términos alimenticios se vio comprometida… Mucho pollo, carne de cerdo… Les pregunto a modo chiste qué hacen con la vaca porque es solo carne picada, salchichas y algunos bifes, no conseguís otros cortes, es súper difícil”, explica.

César Almonacid, el primer argentino en trabajar en una offshore eólica en Mar del Norte

De pasar a estar en una situación difícil en lo laboral para luego ser padre a los 19 años y contar con una responsabilidad muchísimo más grande, César se toma unos minutos para hacer un rápido repaso desde aquella época en donde salió del secundario hasta la actualidad, donde todo fue marchando sobre rieles a su favor: “en el camino los desafíos fueron muchos y grandes, la inseguridad y el miedo estuvo. Por más que hubo desafíos, el corazón te lleva siempre al mismo lado, junto también al deseo. Cuando fui papá me dijeron ‘¿qué vas a hacer ahora? Estás hasta las bolas, tu vida está arruinada’. Entonces contesté que iba a hacer todo por ella. ‘El amor no te va a dar de comer’, me dijeron. Eso fue algo que arrastré mucho y pienso que hace 14 años me viene dando de comer el amor”.

Por último y con una mensaje motivador a no solo los comodorenses, sino a las personas que también la pasan mal, el oriundo de Comodoro Rivadavia alienta a cada uno a redoblar los esfuerzos y salir adelante. “En todo este proceso me movió el deseo. Las oportunidades se me fueron dando no porque fui muy trabajador o porque ‘soy un iluminado’. Yo deseé las cosas, las quiero, entonces las salgo a buscar y me muevo por ello. Esto no es algo que yo hago solo, es un esfuerzo generacional detrás de mí. Mis viejos laburaron mucho para mandarme recursos, mis abuelos hicieron lo mismo para ellos… Esto lo quiero extender a mi hija, a mis hermanos, a mis amigos y a la comunidad. Una llama pequeña da poco calor, un deseo escaso trae resultados escasos, entonces, mi deseo es grande y traigo a mí, de alguna forma y con mucho trabajo, grandes resultados”.

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