Cómo es la vida nómade del Circo Dihany: tradición y magia en movimiento
La magia de los circos se mantiene viva dentro de sus carpas. Aún despiertan la curiosidad por conocer cómo viven los artistas y sus familias entre lonas, trapecios y casillas rodantes.
Una camioneta con megáfono circulaba lento por Comodoro Rivadavia mientras anunciaba las últimas funciones del circo. La voz ronca que salía del aparato se perdía entre el murmullo de la calle y algunos pequeños paraban para ver los dibujos del vehículo.
La vida de un circo no se detiene nunca y la del Dihany se remonta a varias generaciones. Su propietario, Daniel Molina, en entrevista con ADNSUR compartió la trastienda de la vida que transcurre en constante movimiento.
“Soy 4ª generación de circo, mis bisabuelos eran gitanos de Yugoslavia y la tradición pasó de generación en generación. Esta es mi forma de vida”, afirmó Daniel Molina.
Los descampados en la ciudad mutan su paisaje, y de potrero de fútbol pueden pasar a predio circense. Fue así que se instaló el Circo Dihany hace 2 meses en la zona de Ruta 3 y barrio Las Américas, con la carpa principal en el centro, y alrededor, camiones, tráiler y casillas. De la nada, el “barrio del circo” quedó instalado sobre la greda comodorense.
La carpa blanca y roja se resiste contra el viento. Es invierno y no hay nada en la zona que amortigüe las ráfagas, que van directo contra las lonas y casillas. Los tensores que sostienen el circo suenan como un extraño instrumento de cuerdas que vibran cuando la corriente de aire pasa entre ellas.
Las puertas de las casillas rodantes miran hacia la carpa principal y el terreno árido se convierte en un patio con tenders de ropa, bicicletas, sillas de plástico, antenas de TV y algunos chulengos.
VIDA NÓMADE
“Nuestra casa es el circo y somos del lugar de donde estamos. Hoy nuestro hogar es Comodoro”, explicó Daniel que hace 35 años lleva una vida nómade junto a su familia.
Nació en Cruz del Eje, provincia de Córdoba, pero fue puro azar, porque podría haber nacido en cualquier otro lado. Su hija de 2 años nació en Viedma. La vida del circo es un movimiento constante.
La interpretación sobre “echar raíces” para quienes viven la tradición del circo está bastante alejada de la idea de la casa de material y un trabajo que asegure la jubilación. Una vida estable, con vacaciones de 2 semanas al año, no está dentro de sus posibilidades ni deseos.
“Nuestra vida es viajar todo el tiempo y esto es un privilegio porque gracias al circo conocemos muchos lugares y diferentes culturas, dentro y fuera del país”, comentó Daniel.
Dihany es el nombre artístico de Daniel Molina sobre el escenario, él es presentador y mago. Desde pequeño sus juegos con los primos y amigos consistían en hacer malabares, equilibrio, payasadas y hasta destrezas peligrosas como el globo de la muerte.
“Mi familia nunca me obligó a nada, todo lo que hice fue siempre una elección propia”, recalcó Daniel.
El circo para el artista es sinónimo de alegría, y eso es lo que desean dejar en cada pueblo y ciudad a la que llegan.
LOS ANIMALES EN EL CIRCO, UNA TRADICIÓN QUE DESAPARECIÓ
Si de historia se habla, el circo tiene una muy extensa. Sus antecedentes pueden encontrarse en la antigua Roma, allá por el Siglo VI antes de Cristo. Las carreras de carros e interpretaciones teatrales mutaron hasta la actualidad, pero siempre el objetivo es deslumbrar con una variedad de actividades artísticas.
El Circo Dihany posee los espectáculos tradicionales, que consisten en malabares, equilibrio sobre alambre, payasos, bailarinas, trapecistas, magia y el globo de la muerte.
Daniel recordó las épocas en que estaban permitidos los animales y en muchos pueblos alejados, la única posibilidad de conocerlos era a través del circo.
“Teníamos tigres, osos, monos, camellos, llamas, búfalos. Era un zoológico ambulante y eran de nuestras mascotas y parte de la familia”
Con el año 2000 llegaron cambios y entre ellos, la prohibición de animales. Cada provincia que atravesaban tenía diferentes requisitos y les complicaba las giras, hasta que al fin llegó la hora de no incluirlos más en espectáculos, ni tenerlos en exposición.
Los animales eran un atractivo natural para la actividad. Las personas se acercaban sin necesidad de hacer publicidad para verlos. Cuando desaparecieron hubo que hacer cambios estructurales. Modernizar los shows de luces, sonido y espectáculos en general.
LA FAMILIA NUMEROSA
Actualmente el Circo Dihany está compuesto por unas 35 personas entre artistas, técnicos, choferes, publicidad y familia en general. La caravana está compuesta por 10 casas rodantes y 12 semirremolques, camiones y camionetas y a la hora de trasladarse de una ciudad a otra no salen todos juntos para no entorpecer el tránsito en ruta.
Los pequeños hogares rodantes son habitados por parejas y familias que tienen hijos. La educación está contemplada y nadie puede quedarse sin estudiar. Existe una ley nacional que habilita los pases temporarios en las escuelas.
“Cuando llegamos a cada lugar todos los que están en edad escolar deben ser aceptados por una escuela y ésta a su vez, les expide un certificado para que puedan ingresar a la próxima”, comentó Daniel.
Cada núcleo familiar mantiene su privacidad en lo cotidiano, pero es muy común que cuando llega la hora de celebrar cumpleaños o fiestas de fin de año, todas las familias se reúnen en una de las carpas del circo que oficia de gran salón de fiestas.
Con Daniel viajan sus padres, que antes eran los propietarios del circo. Su mamá Margarita tiene 68 años y atiende uno de los stands de comida, su hermana trabaja en la boletería y su esposa es bailarina y hace acrobacias aéreas. En el circo siempre todos colaboran con alguna tarea.
EL SHOW QUE NO SE DETIENE
Eran casi las 5 de la tarde y la función estaba por comenzar. La música “pachanguera” comenzó a sonar adentro de la carpa y los bramidos del viento dejaron de ser los protagonistas.
Las sillas de plástico estaban formadas frente al escenario por colores, bien apretadas unas contra otras sobre el piso de arcilla. Las luces dibujaban giros sobre la oscuridad de la carpa y detrás del escenario comenzaban a circular personas.
Las bailarinas entraban y salían de su tráiler maquilladas y vestidas con sus mayas rojas que poco las protegían del viento.
El payaso Cortito y su hijo Cortito Junior hacían sus últimos preparativos para salir a escena. Sus zapatones grandes no les impedían hacer trotes, ni saltos. .
El olor a pochoclos dulces y papas fritas se metía por las rendijas de la gran carpa y los caloventores estaban en plena marcha para apaciguar el frío. Dentro del globo de la muerte las motos aceleraban y la gente comenzaba a ocupar sus lugares.
La voz del presentador comenzó a salir por los parlantes y el espectáculo dio comienzo sobre el telón brillante, colchonetas y aros en el aire. Entran y salen artistas, corren y se saludan.
Cortito despliega su show de risas entre vueltas carnero y silbatos e invita a los espectadores a participar.
Los aplausos agradecen a los artistas y también calientan las manos durante todo el espectáculo que dura casi 2 horas.
El Circo Dihany es como una gran nave y en su interior se vive un mundo diferente al de muchos. Las personas suelen emigrar de sus pueblos natales en busca de trabajo y la familia del circo emigra con su trabajo a cuestas en busca de espectadores.
El circo tiene siglos de historia y no lo apaciguan. Como en una máquina del tiempo viajan de pueblo en pueblo, de norte a sur y del mar a la cordillera. Llevan acrobacias, música e ilusiones.
Tal vez llegó la hora de que te sumes a este viajecito, al Circo Dihany le quedan pocos días en la ciudad.
Funciones: Todos los días a las 17 hs, sábado y domingo 17 y 20 hs.