En medio del invierno, enfrentándose a muy bajas temperaturas, Patricia decidió ponerle el cuerpo a una expedición llena de desafíos. Durante 14 días integró un grupo de aventureros que se adentró en la cordillera boliviana para escalar y hacer cumbre en la montaña más alta de aquel país. Fueron necesarios largos meses de preparación, entrenamiento, clases de técnica, de conocimiento teórico y unas ganas infinitas de lanzarse a una nueva aventura.

A principio de julio de este año, Patricia Santamaría junto a otros neuquinos, decidieron emprender viaje a una expedición realmente desafiante. Si bien el viaje demandó dos semanas en total fueron siete los días en los que estuvieron escalando para llegar a la cumbre el "Illimani", ícono de la ciudad de La Paz que tiene 6.462 msnm. Es la segunda montaña más alta de Bolivia y la más alta de la cordillera real. 

Se trata de un gigante montañoso que tiene más de 8 kilómetros de longitud y cuatro cumbres. Entre sus cumbres se abalanzan en "picada" gigantescos glaciares. 

UNA AVENTURA DE 14 DÍAS

Patricia tiene 48 años, nació en Sierra Grande - Río Negro - pero desde adolescente vive en Neuquén capital. Es empleada administrativa de la provincia. Y asegura que luego de las largas jornadas de oficina sale en busca de la naturaleza, las tardes de bardas y las clases del club de montaña del que forma parte hace varios años. Este club le permitió ir formándose y entrenándose para cumplir sus sueños de ir escalando altas cumbres.

"Fue realmente una expedición dura porque nos fuimos a una montaña bastante técnica, es decir que tenés que tener habilidades para poder ir bordeando el glaciar y la escalada en hielo porque tiene una pared de 400 metros donde hay que escalarla con crampones y piquetas", dijo en diálogo con ADNSUR al contar detalles sobre su experiencia.  Junto a Darío Codega "Tato", Miguel Knopp "Cuña", Sergio Harasimiuk "Chiru", Herman Guttnera y su mentor de montaña Tony Rodríguez, conformaron el equipo que partió desde Neuquén rumbo a La Paz, Bolivia, donde se encontraron con cinco montistas más.

"Cuando llegamos a Bolivia nos encontramos con la nieve, mucho frío pero sin lluviaa. Siempre vamos en tierra, tomamos avión solo hasta Salta y todo después en colectivo, porque eso nos permite ir aclimatándonos porque estamos a 270 metros sobre el nivel del mar y en Bolivia estás a 4.000, entonces el cambio brusco puede generarte dificultades en el organismo. Eso depende de la genética de cada uno, pero mientras mayor aclimatación mejor, porque es lo que te da la preparación y depende de la cantidad de días que estás expuesto a una determinada altura", afirmó. 

Patricia recordó que estuvieron expuestos a temperaturas muy bajas, incluso el día que hicieron cumbre, había 15ºC bajo cero acompañados de viento. "El año pasado fuimos a otro lugar que se llama el valle de Condori en Bolivia y estuvimos dentro de la montaña como 8 días y el año anterior fuimos al Parque Nacional Sajama, que es mucho más desértico y muchísimo más frío, y ahí fuimos a hacer dos volcanes que están juntos, los gemelos. Pero esta vez fuimos a una montaña que nadie conocía, solo nuestro mentor."

Fueron 14 días en total desde que se emprendió el viaje, pero adentro de la mañana estuvieron 7 días enteros. A mí me apasiona; no hay nada que me moleste, que sufra o que me pese en cuanto a dificultad, pero sí, siempre el día más complicado es el día de la cumbre. Es más exigente porque uno sale temprano desde donde estás acampando, pasas todo el día caminando y depende de la montaña.

12 HORAS CAMINANDO POR LOS GLACIARES

En esta ocasión, el día de cumbre salieron - tras varias noches de dormir en carpa - a las 4:30 de la madrugada del campo alto que en un glaciar "de ahí ya salís encordado, vas caminando por los glaciares, donde está lleno de grietas y de noche llegamos a la pared de 400 metros en la pared, hay una arrimada - que son las formaciones que se hacen desde donde la montaña y el glaciar se empiezan a separar - entonces se hace como un abismo y formaciones todas irregulares de hielo porque hay una mezcla de piedra y nieve que se va derritiendo y que el viento la va desgastando, por lo que queda como una formación rara. Ahí llegamos con el primer claro y para arriba era todo escalada en hielo encordado", recordó.

En ese momento, algunos de sus compañeros decidieron bajar pero ella decidió seguir junto a otras seis personas, con el claro objetivo de llegar a la cumbre. "Hicimos la pared con tres cordadas, dos de dos personas y una de tres. Arrancás a escalar, vas poniendo tornillos para asegurarte y ahí te vas asegurando. Vas encordado con tu compañero, usando arneses para ir anclados con unas cuerdas, vas atado, así hasta que llegamos a los 6.000 metros y estuvimos todo el día escalando."

"No descansamos en ningún momento porque esta montaña no te permitía, porque como estás en una pared vertical, es difícil poder pensar en otra cosa que no sea dónde pones los pies, las manos. Pese a las dificultades, no me pasó de decir quiero bajarme, en ningún momento se me cruzó porque siempre tenía en mente llegar."

“Vas pensando en otras cosas más que en el cansancio que puedas tener, es más importante el testear donde poner los pies y las manos para no caerte, porque es tu vida y la de tu compañero. No te acordás ni de tomar agua ni de comer, no tenés hambre, y lo único que haces es estar concentrado en la escalada que estás haciendo. Y así estuvimos hasta las dos y media de la tarde, donde llegamos  a los 6000 metros de altura”.

Ahí terminaba la pared pero arrancaba el filo de la montaña y para llegar a la cumbre quedaban unos 350 metros más, pero ya era  tarde y todo el alrededor era hielo duro, que es bastante peligroso porque es muy fácil resbalarse y caer.  "Después de estar todo el día sin descanso con el viento que no paró nunca y con frío decidimos bajar a los 6.000. Llegamos a los 6.000 que es donde termina la pared y empezamos a hacer rapeles para bajar, se nos hizo de noche obviamente pero uno sigue igual con las linternas y llegamos al campamento de nuevo a las 11 de la noche del mismo día, por eso es como un día más exigente siempre el día de cumbre, porque este demanda mucho tiempo llegar hasta la cumbre y después tenés que bajar, sin tener opción de descansar en ningún lado", explicó.

Si bien lo más importante era la aclimatación, ello requiere de la preparación física, también en cuanto a la alimentación porque es diferente “ya que cuando estás alto a tu cuerpo no le da hambre pero tenés que tomar mucha agua, hidratarte porque como baja la densidad de la sangre tenés menos oxígeno. Entonces, por eso es lo que es importantísimo la aclimatación en la montaña en altura, porque parece que estuvieras corriendo una maratón cuando en realidad estás caminando así pasito a pasito, pero tu corazón se acelera mucho más la frecuencia cardíaca”.

SUPERAR LOS PROPIOS LÍMITES

Patricia empezó a escalar en el año 2018, hasta entonces el deporte de alta montaña era un mundo totalmente desconocido para ella, pero desde ese momento se convirtió en una verdadera pasión que la ha llevado a superar sus propios límites, poniendo en juego su cabeza y su cuerpo.

“Siempre me gustó mucho el deporte pero una vez fuimos con mi hermano a escalar en Neuquén y no no tenía ni idea de montaña y me di cuenta que necesitás preparación, formarte y tener un montón de habilidades, así que averigüe en un club y empecé con preparación tanto en lo táctico, lo físico, lo técnico y lo conductual”, detalló.

Y afirmó que “Para mí era todo nuevo, fascinante y a partir de ahí seguí, la idea de ser montañista autónomo es que uno no tenga que depender de un guía, sino que vos armes tu propio plan, que te fijes, que lo ordenes a tu manera, cuántos días te vas a tomar para aclimatar, qué comida vas a llevar, saber las habilidades que tenés, no porque después la naturaleza nunca es segura, pero sí saber que tenés todos los conocimientos para poder disfrutar de la aventura, eso es importantísimo.

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