La historia del faro que la “inestabilidad” del cerro Chenque obligó a montar camino a Caleta Córdova
Su inconfundible figura es un ícono en el camino que une el barrio de los pescadores con Km.8. No es la típica estructura cilíndrica pintada de rojo y blanco, como la mayoría de los faros: de hecho, es el único de base cuadrada del país, y uno de los pocos con esta característica en el mundo.
Con sus 27 metros, el Faro San Jorge hace 97 años que domina las alturas de la costa comodorense. Pero no fue el primer faro de la ciudad, ni estuvo en funcionamiento de forma ininterrumpida. Avatares de la historia lo dejaron en el olvido hasta que fue restaurado y nuevamente puesto en valor como un atractivo turístico y un patrimonio histórico y cultural de Comodoro Rivadavia.
Está ubicado a 17 kilómetros de la ciudad, en el centro mismo del Golfo San Jorge. Su construcción comenzó a principios de 1924 y culminó un año más tarde. Se utilizaron ladrillos y cal proveídos por la Compañía Argentina de Petróleo Astra, que fueron trasladados por camiones de la Compañía Ferrocarrilera de Petróleo (que actualmente es Petroquímica Comodoro Rivadavia). Además, Ferrocarriles del Estado -a través del Ferrocarril de Comodoro Rivadavia- trasladó los ladrillos desde Colonia Sarmiento hasta la Estación Astra, punto del ramal más cercano al faro.
Pero esa localización no fue la primera elegida para ubicar un faro en Comodoro. Antes se había optado por el Cerro Chenque, pero no duró demasiado. La inestabilidad de esa formación arcillosa, sumado al poco alcance de una luz que se confundía con las del pueblo y la explotación petrolera provocaron que se busque otro lugar. Aún hoy, sobre el Chenque, pueden verse restos de la estructura metálica que perteneció a aquel primer faro de la ciudad.
Cuando comenzó a operar, el 9 de marzo de 1925, el destellador del Faro San Jorge era alimentado por tubos de gas acetileno que le permitían unas 21 millas de alcance. La conexión a la red eléctrica urbana llegó en 1988 y esto redujo su alcance a 14 millas.
Su forma es lo que también lo hace único. Su estampa dista mucho de las tradicionales imágenes que suelen verse de otros faros, cilíndricos o tubulares y pintados a rayas rojas y blancas para asegurar su visibilidad a la distancia.
El faro San Jorge es cuadrado, y semeja a la histórica estructura que guía a los barcos en el puerto antiguo de Génova, Italia, conocida como "Lanterna" (linterna en italiano), y que iluminó la infancia de Cristóbal Colón. De hecho, su tío Antonio Colombo fue uno de los guardas de ese faro.
Ese faro europeo tiene una altura total desde el nivel del mar de 107 metros con una estructura de 77 metros de torre, desde la base al techo de la cúpula, y 30 metros de promontorio. Aunque mucho más grande que el faro comodorense, las similitudes en su estructura son notables.
El 28 de junio de 2005, la cámara de Senadores Naciones impulsó ante el Poder Ejecutivo Nacional que se incluya en los planes de promoción de circuitos turísticos nacionales al faro San Jorge. Fue descripto ante este órgano como "testigo mudo del desarrollo patagónico y centinela costero donde confluyen armónicamente características naturales e históricas dignas de reconocimiento".
El posterior impulso de los barrios de la zona norte de la ciudad para ser reconocidos por su importancia histórica, con el proyecto del Museo Ferroportuario, volvieron a poner al Faro San Jorge en el centro de la escena turística local.
Bajo la custodia de la Armada Argentina, durante algún tiempo se abrió en visitas guidadas que luego se discontinuaron. Un nuevo impulso llegó años más tarde cuando fue incluido nuevamente en circuitos turísticos de la ciudad, buscando que sean los propios vecinos los que conozcan y valoren los atractivos locales.
Hoy, las puertas del faro San Jorge se abren en pocas ocasiones para permitir que algunos visitantes puedan subir sus más de 100 escalones y alcanzar el balcón superior, desde donde se puede disfrutar de una vista que domina parte de la costa, la meseta y la zona norte de Comodoro.
Indiscutido patrimonio de la ciudad, la explanada que lo rodea suele ser un punto de descanso y mateadas, tanto de visitantes que llegan en vehículos como de aquellos que acceden en bibicletas, o como parte de un recorrido de caminadas por una zona de belleza agreste y natural.